WASHINGTON, EEUU.- La renuncia de Donald Trump o su destitución y asunción de su vicepresidente, Micke Pence, son los escenarios -probables o improbables, anhelados o rechazados- que despuntan junto al decorado con el gobernante saliente esquivando envenenados dardos finales en estos próximos diez días.
Lo que falta hasta que el día 20 el demócrata Joe Biden tome las riendas de EEUU son efectivamente diez agitados días, en los que no está del todo claro si su antecesor será el republicano Trump o “el cobarde”, como llamó a su vicepresidente, Mike Pence.
La demanda está en que dimita o que su propio Gabinete, con Pence a la cabeza, lo deponga en base a lo que faculta la enmienda 25ª de la Constitución.
De no darse lo uno ni lo otro, se activará en el Capitolio un inédito segundo juicio político contra un mismo presidente, un “impeachment” con el añadido de declaratoria de incapacidad de Trump para ser candidato en el futuro.
El juicio con condena es previsible en la Cámara de Representantes, pero no en el Senado, donde de verdad se condena o absuelve. Una condena de estas requiere de dos tercios de los votos, cantidad aparentemente insuficiente con la suma actual de los senadores demócratas y republicanos contra Trump.
Además, el Senado se encuentra en receso y no tiene previsto retomar la actividad hasta el 19 de enero, un día antes de la toma de posesión de Biden.
DIEZ DÍAS SIN BUENOS MICRÓFONOS
Twitter y Facebook lo han silenciado por haberse alzado y destacado como un agitador peligroso. Además, numerosos de sus colaboradores que le servían de portavoces han renunciado o “fueron renunciados”, empezando por su fiscal general, Willy Barr, quien nunca encontró la punta del ovillo para desenrollar la “madeja electoral corrupta” denunciado por Trump.
Los jueces del Tribunal Supremo, tres de los nueve nombrados por Trump, no dieron curso a su delirio y lo mismo sucedió con el canal conservador Fox, su cadena de televisión favorita, por lo que en los últimos días dijo que ya piensa en lanzar una plataforma propia para no perder también al electorado republicano, tampoco unánime a su favor ni mucho menos.
"Sí, creo que el presidente cometió ofensas dignas de un juicio político (…) Su comportamiento esta semana le descalifica para seguir" como presidente, aseguró este domingo el senador republicano Pat Toomey en una entrevista en Fox.
En la misma línea se expresó el también senador republicano Ben Sasse, quien dijo que si se abre un proceso considerará obviamente los artículos que presenten en su contra.
"Creo que el presidente ha ignorado su juramento del cargo (…) para preservar, proteger y defender la Constitución. Actuó en su contra", apuntó Sasse.
A la oposición demócrata se suman varios otros republicanos, indignados con el comportamiento de Trump de arengar a sus seguidores a marchar hacia el Congreso tras un acto político en el que repitió sus denuncias, desestimadas por los tribunales, de fraude electoral, y luego pedirles que se fueran a sus casas con una retórica que parecía pedirles lo contrario y, por último en este vaivén bipolar, irse en contra de ellos por violentistas.
El republicano Pence sigue silencioso y no se ha pronunciado sobre activar la enmienda 25ª de la Constitución y solo se le atribuye haber dicho que acudirá el 20 de enero al acto de proclamación de Biden y de su vicepresidenta, Kamala Harris.
El vicepresidente Pence resistió a las presiones de Trump, quien le demandó no certificar la victoria de Biden el ya histórico 6 de enero en la lectura de votos del Colegio Electoral en el Congreso, negativa que le valió ser llamado de cobarde.
Pence no solo que presidió la certificación sino que, además, condenó el asalto al Capitolio de ese día y autorizó el despliegue de la Guardia Nacional en Washington para restaurar el orden.
Pese al distanciamiento entre vicepresidente y presidente, Pence, que se sepa, no ha apoyado los intentos demócratas de destituir a Trump ni ha confirmado estar dispuesto a activar la enmienda 25ª de la Constitución.
Los medios estadounidenses han informado a su vez que el próximo primer acto público de Trump tendrá lugar el martes cuando se desplace a Texas para visitar las labores de construcción del muro fronterizo con México, el símbolo de su mano duro en materia de control migratorio.
DESPUÉS DEL DÍA 20
A Trump le aguardan los tribunales cuando deje la Casa Blanca, y no solo por el asalto al Capitolio que instigó: la fiscal de Nueva York, Laetitia James, revisa a su empresa constructora por denuncias de que alteraba el valor real de sus activos para obtener préstamos y todo el historial tributario del gobernante.
Ya existe el permiso del Supremo, además, para escudriñar ocho años de las declaraciones de impuestos de Trump.
También le esperan indagatoria sobre una agresión sexual supuestamente cometida en los años noventa contra la escritora E. Jean Carroll y las vinculadas al pago a mujeres para que se mantengan en silencio sobre sus alegadas infidelidades conyugales previas a servir como presidente y la continuación de las investigaciones de la llamada “Trama Rusa”.
En los últimos días se recuerda que también ha sido demandado por su sobrina Mary Trump por fraude en una herencia y que tiene abierto casos por difamación, entre otros líos judiciales, aparte de los políticos y económicos.
Al empresario de 74 años solo le falta que alguien lo acuse de haberse inventado la covid-19 que sufrió recientemente y de la que se sanó en pocas horas gracias a un medicamento casi mágico.
Trump dijo que todos los estadounidenses deberían tener acceso a los tratamientos que recibió y prometió proporcionar el fármaco producido por RegeneronPharmaceuticals, un coctel experimental de anticuerpos que le fue suministrado, de forma gratuita. ¿Cuándo podrá cumplir este que dice ser su anhelo? (Con informaciones de EFE y otras fuentes de Acento)