SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Pasado el medio día de este martes el polígono central de la ciudad lucía tranquilo y apenas se veía algunos transeúntes que esperaban en las estaciones del transporte público o salían de las tiendas o supermercados que permanecían abiertos todavía.
No llovía mucho, pero llovía, como si la madre naturaleza quisiera bromear con los humanos; y soplaba una brisa fría más intensa y fuerte que la habitual.
El comercio callejero, aunque reducido, todavía permanecía dándole vida a las principales esquinas de la ciudad, donde últimamente casi nunca falta un vendedor de limoncillos (quenepas para los sureños) o de esas sombrillas de cartera que –para suerte de los pobres- tienen como cinco años costando los mismos cien pesos.
Como las lluvias fueron escasas durante la mañana, todavía las calles no se habían vuelto ríos y el tránsito, muy reducido en comparación con esos tumultos cotidianos, fluía con rapidez y eficiencia.
Los curiosos que acudían a ver el espectáculo de un mar enfurecido, a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, eran muy pocos, casi ninguno
Muchas personas ya habían vuelto a casa, puesto que una gran cantidad de empresas privadas y públicas redujo la jornada laboral para proteger a los empleados de la tormenta que se avecina.
Este ambiente de sosiego se rompe cuando se arriba a la avenida Geroge Washington y se alcanza a ver venir esas olas grises que miden alrededor de un metro de altura y una brisa severa que inclina las hojas de las palmeras y arbustos que adornan todo el malecón.
En esta zona, podía vislumbrase como algunas publicitarias habían forrado sus vayas con papel plástico transparente para protegerlas de un eventual viento demasiado fuerte.
Los curiosos que acudían a ver el espectáculo de un mar enfurecido, a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, eran muy pocos, casi ninguno.
En los residenciales cercanos, entre las avenidas George Washington e Independencia, los vehículos en las marquesinas eran una señal de que las familias se habían tomado muy en serio las advertencias de las autoridades de emergencias y se habían refugiado temprano en sus hogares.
Bien temprano, en esta misma zona, las autoridades locales habían llevado a cabo un operativo de recogida de basura, la limpieza de las isletas de la vía y el corte de alguna rama que pudiera representar un peligro bajo la actual situación de alerta.
Según las últimas informaciones de la Oficina Nacional de Meterología, las lluvias provocadas por la tormenta Emily se intensificarán a finales de la tarde, cuando el centro del fenómeno se acerque más a la ciudad.
Hasta el momento, el país tiene 26 provincias bajo Alerta Roja y hay planes de respuesta de emergencias activos en los distintos organismos de socorro.