SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Las universidades dominicanas están impedidas de formar profesionales con excelencia si lo que reciben de la educación secundaria son bachilleres mediocres. Hay que hacer un esfuerzo urgente para que la educación deje de ser una prioridad sólo en los discursos y comience a ser prioridad en las asignaciones presupuestarias, advirtió el ex rector del INTEC, profesor Rafael Toribio.

“En este esfuerzo necesario y urgente la innovación y la voluntad política son esenciales. Una educación de calidad para todos, en todos los niveles del sistema educativo, es lo determinante. La universidad no puede formar excelente profesionales si recibe pésimos bachilleres. La prioridad de la educación debe dejar de ser prioridad solo en los discursos”, precisó.

Toribio habló en estos términos al ofrecer la conferencia “Tendencias y Retos en la Educación”, en un panel organizado por la Universidad APEC con motivo de su 40 aniversario.

Para el académico hay una “prostitución” de la carrera universitaria. Ahora, dijo, ser estudiante universitario no es una “etapa” en la vida del profesional, sino simplemente una “faceta” que comparte con otras funciones que realiza. “Y como hay urgencia de terminar pronto, se ha convenido que el estudiante con dedicación a tiempo parcial puede llevar una carga académica que está reservada para quien lo haga a tiempo completo”.

“El modelo ha proporcionado igualdad de oportunidades para estudiantes pobres como ricos. Unos pueden trabajar y estudiar y otros divertirse y estudiar”

A su juicio, con esta “prostitución” académica no sólo le ha facilitado terminar rápido una carrera universitaria a quien tiene necesidad de trabajar, sino también a los que entienden que necesitan de tiempo para poder hacer unas cosas, no sólo estudiar.

“El modelo ha proporcionado igualdad de oportunidades para estudiantes pobres como ricos. Unos pueden trabajar y estudiar y otros divertirse y estudiar”, explica Rafael Toribio.

Otro problema tiene que ver con las ofertas de las universidades. “La mayoría de las universidades, que son privadas, respondiendo más a esta condición que a la de academias en busca del conocimiento relevante, estructuran una oferta que tiene más en cuenta  lo que está dispuesto a pagar el mercado que lo que la sociedad presente y futura necesita. En este modelo es a la universidad pública la que le ha correspondido asumir en su oferta académica carreras que no tienen “mercado” pero que son necesarias para el desarrollo del país”.

Rafael Toribio entiende que la gran oferta de maestrías que existe en el sistema de educación superior tiene sus bemoles. “En los últimos años han proliferado en el país un gran número de programas de Maestrías, muchos en alianza con universidades del exterior, también respondiendo al mercado, de carácter netamente profesionalizantes. Tienen gran aceptación porque representan más un requisito para lograr una posición o una mayor remuneración por un ascenso, que una oportunidad profundizar en conocimientos adquiridos o que le permitan mayor creatividad y capacidad en la resolución de problemas”.

Toribio también analiza el tema del financiamiento público a la educación superior, en el que parece no existir ningún criterio establecido. “La carencia de políticas se manifiesta de manera lacerante, por no decir descarada, respecto al financiamiento público a la educación superior privada. ¿Cuáles son los criterios que se utilizan para asignar el aporte público a las universidades privadas? ¿Por qué la cantidad asignada a las distintas universidades y no otra?”.

Para finalizar, Toribio propuso algunas ideas sobre cómo mejorar el sistema de educación superior. Estas son sus sugerencias:

-Elaborar o extraer de los documentos en que se encuentren, los sectores productivos en los cuales podemos ser competitivos como país en una economía globalizada y altamente competitiva.

-Dedicarnos a elaborar políticas, consensuadas con los actores del sector universitario, sobre temas fundamentales para una educación superior de calidad y pertinencia, empezando por la del financiamiento público.

-Incentivar la acreditación institucional y de programas académicos por agencias externas, en el ámbito regional por lo menos. Hay que iniciar la marcha hacia la acreditación de programas académicos por agencias externas especializadas.

-Al Estado, con una política adecuada, le corresponde promover que las universidades no sólo ofrezcan programas académicos que tengan demanda en el mercado. Hay que incentivar la satisfacción de las necesidades latentes de la sociedad desarrollando las ciencias básicas y las humanidades. Junto a los programas que adiestran para hacer y producir, tienen que haber los orientados a la capacidad de crear y de pensar.

-Promover con los incentivos que sean convenientes una dedicación mayor al trabajo académico por parte de los estudiantes. Sería deseable que algunas o alguna universidad se decidiera a ser la primera en el país en la que todos sus estudiantes son de dedicación a tiempo completo, con la misma dedicación de un alto número de sus profesores.

-El retorno de las universidades al compromiso social puede lograrse a través de los Centros Especializados en torno a una problemática social o política. Además, son instrumentos de captación de fondos externos para el financiamiento de los proyectos que ejecutan, una modalidad contemporánea del cumplimiento de la función de extensión y la oportunidad de extender la “frontera institucional” a lugares geográficos lejanos y sectores sociales que no llegan al campus.