SANTO DOMINGO, República Dominicana.-“¡Tengo ébola!”, gritó un turista estadounidense que viajaba a República Dominicana procedente de Filadelfia en un vuelo de US Airways, poco tiempo antes de que la aeronave aterrizara en el Aeropuerto Internacional Punta Cana.

De inmediato el pánico se apoderó de los pasajeros y de la tripulación.  Tras el aterrizaje, el pasajero fue llevado al dispensario médico del aeropuerto para practicarle todas las pruebas de lugar y determinar si en realidad estaba enfermo de ébola.

Entre comentarios y expresiones de asombro y miedo, los demás pasajeros esperaban los resultados de la experticia médica. Afortunadamente resultó una falsa alarma, fruto de lo que se considera fue una “broma pesada” del turista estadounidense.

“Su pasaporte no refleja haber estado en África en ningún momento, siendo lo más cercano a este continente en el 2012, cuando visitó Europa”.

La información fue confirmada por el director de Operaciones del Aeropuerto de Punta Cana, Walter Zemialkowski y el director de Terminales y Mantenimiento, Alberto Smith, quienes explicaron a reporteros de Acento.com.do que corresponde a las autoridades dominicanas y a la aerolínea decidir si someten a la justicia al turista estadounidense por provocar pánico con su falsa alarma.

“Fue una falsa alarma que el mismo pasajero creó, debido a algún tipo de desequilibrio”, dijo Smith, sin especificar el tipo de “desequilibrio”. Expuso que el visitante reveló durante la entrevista que lo “había hecho para llamar la atención”, mientras que Zemialkowski destacó que el pasajero había manifestado sentirse mal, presentando síntomas de gripe.

En ese sentido, el ejecutivo declaró que fueron realizadas todas las evaluaciones de rigor para determinar la veracidad de la declaración del pasajero, el cual no fue identificado por las autoridades.

“Su pasaporte no refleja haber estado en África en ningún momento, siendo lo más cercano a este continente en el 2012, cuando visitó Europa”, subrayó.

Indicó que los pasajeros no fueron autorizados a desmontar del avión hasta que se demostró que se trataba de una falsa alarma, por razones de seguridad, por lo que permanecieron unas dos horas dentro de la aeronave.