«[…] yo no quiero teorizar nada, YO QUIERO HACER,
y es desde este hacer, desde lo que como HAMLET
de carne y hueso ha podido ser o no ser MI HACER…»
Hamlet Bodden. Mis no verdades
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La muerte en nuestra cultura es sinónima generalmente de tristeza, de flagelo, de dolor. La partida de un ser querido es asimilada en nuestro contexto socio cultural (producto de las religiones eurocentricas y colonialistas) como negativa en lugar de verla y asumirla como sanadora o liberadora. Como proceso psicológico el duelo se expresa de distintas maneras y en las artes encuentra formas de expresión y hasta refugio. Se dice que el teatro es un proceso de duelo constante.
Para quienes nos encontramos sumergidos en el mundo de las artes escénicas ese dolor y esas expresiones de flagelo y martirización por fortuna no encuentran lugar, los teatreros preferimos la alegría y la búsqueda de la felicidad. Vivimos la muerte a diario, pues irónicamente ésta es parte inherente del teatro y su existencia. Con cada presentación algo muere en el teatro y al día siguiente revive en la presentación y así una y otra vez, lo efímero está implícito y la representación es un acto de resistencia ante la inminente muerte. El teatro juega a morir para reafirmar la vida.
Para nosotros los artistas el duelo lo realizamos generalmente creando, ojo, no es que no nos duela ni nos afecte, nos afecta y nos duele ¡y mucho! Y hay pérdidas como la de nuestro Hamlet que dolió y duele profundamente.
Hamlet Bodden: «Una historia aun por contarse».
¿Pero quién es este otro Hamlet?, que aunque cargado de dramatismo no es el de la tragedia de Shakespeare sino otro. Biografiar es tarea compleja y no soy ni remotamente experto en ello, sin embargo considero pertinente, a falta de profesionales e interesados dedicados a la historia y a la teatrografía dominicana, al menos reseñar brevísimamente algunos aspectos que resaltaran la importancia y valor de esta personalidad del teatro dominicano y así al menos no quede en el olvido su obra y quehacer creativo, teórico y teatral.
Hamlet Bodden fue docente, actor, coreógrafo, bailarín, director y dramaturgo. Inicia formalmente su carrera profesional en 1998 al graduarse de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) de Santo Domingo, y desde entonces mantuvo una actividad constante e ininterrumpida en las tablas hasta pocos meses antes de fallecer.
Egresado de la ENAD, Licenciado en Teatro por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y una especialización en Artes Escénicas en el Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS) de Brasil, y quien sabe cuántos cursos, capacitaciones, talleres y seminarios más. Ejerció de profesor de historia del arte, dramaturgia, actuación, dirección, improvisación, expresión corporal, de teatro en general y más, tanto en la ENAD como en la Escuela Nacional de Danza (ENDANZA), también en talleres independientes y para instituciones nacionales e internacionales.
Bodden era un ferviente creyente del teatro grupal, del trabajo en equipo y de la creación colectiva. Formó y dirigió en 1998 el grupo Teastro con el que escenificó las obras Latir Incoloro, Las Otras Violencias, KD4, Desamor, Quimeras Remix, Los Sabios, Sufre, entre otras. Luego (creo que en el año 2011) este grupo mutó en Machepa Teatro, con el cual llevó a escena entre otras, las obras; Algunas escenas antes de la muerte de Julio, A.D.I.O.S., DADIDA, Hashtag, Bachata, Máscaras Ligth, Cartas a nadie y Pal’ Gritadero su última producción estrenada en febrero del 2019.
Estas obras, creaciones con mixturas performáticas, danzarías, musicales e integradoras de multiples lenguajes, varían desde monólogos, dramas y tragedias, piezas breves, danza-teatro, adaptaciones y versiones libres. La mayoría de estas obras fueron dramaturgias de su autoría, las pocas que no, eran adaptaciones muy personales, otras de creación colectiva y todas dirigidas por él. Calificados por la crítica estos montajes de irreverentes, frescos, cómicos, sagaces y muy creativos, hasta de renovadores de la escena nacional, su amplia producción escénica junto a su obra dramática se caracterizó por ser atrevida y transgresora con un sello personal, como solíamos decir algunos de los compañeros: «eso ta’ jánle».
A la par de las creaciones con su grupo también colaboró como dramaturgo, actor y bailarín con otros creadores y agrupaciones y en distintas ramas de las artes escénicas. En danza conotemporánea con reconocidas coreógrafas como Awilda Polanco y Karol Marenco, adaptaciones escénicas de poetas como Ivan Mihura, dramaturgias y adaptaciones para directores de la talla de Vicente Santos, así como radio teatro y hasta en la televisión. Todavía se transmite de lunes a viernes por Quisqueya FM 98.9 al medio día su enorme producción de radio teatro producido por la Yanela Hernández.
De una personalidad compleja y con un pensamiento sumamente crítico y contestatario, tanto para si como para con los otros, Hamlet Bodden se autoevaluaba y cuestionaba constantemente como creador. Se redefinía en sus creaciones continuamente, buscaba consciente y permanentemente una autodefinición estético-creativa propia que respondiera las necesidades e inquietudes del momento y lo llevara a evolucionar como teatrero, a dialogar con su contexto y con su realidad, por eso la experimentación y el riesgo siempre estuvieron presentes en sus propuestas. Bodden hacía un teatro realmente comprometido, tanto a nivel artístico como social. Puedo afirmar que su quehacer teatral fue y es transgresor, irreverente, vanguardista y contemporáneo, de factura muy cuidada y meticulosa.
Tanto como creador que como pensador no seguía dogmas más que la experimentación como forma de búsqueda. Era sumamente sistemático en su trabajo, pero de postura anti sistémica del poder y de los preceptos y cánones preestablecidos. Creía en los «cruces de lenguajes artísticos afines» y en las nuevas formas dramatúrgicas contemporáneas. Dialogaba con su realidad y con su contexto, ahí radica la fuerza de su dramaturgia y de su pensamiento, por eso conectaba exitosamente con el público.
El teatro (escrito y montado) de Hamlet Bodden fue amplio y variado. Hacía tanto y en tantos ámbitos que reunir su obra no será sencillo. Quedarán, seguro, muchas cosas por contar de su vida y trabajo, porque seguirle el rastro a este otro Hamlet no es fácil.
En apenas 21 años de carrera teatral Hamlet produjo una cantidad enorme de dramaturgias, calculo que cerca de 30 títulos, eso sin contar los cuentos, una novela (quizás dos), las adaptaciones y versiones de otros autores dramáticos y narrativos nacionales y universales, más de un centenar de radio teatros, y una «teorética teatral» amplia, desde dirección teatral, creación escénica, técnicas de escritura dramática, hasta apuntes sobre procesos creativos y seguro que alguna que otra cosa quedará por ahí.
Con apenas 42 años y en pleno apogeo y desarrollo creativo de su carrera, ciertamente su muerte no la esperábamos aquel fatídico cinco de octubre del 2019. Pero los finales marcan comienzos y el duelo, al igual que el teatro, solo puede hacerse en conjunto.
Un año ya de su muerte
Hamlet Bodden tuvo tantas facetas humanas y artísticas que a su manera, supo crear lazos y vínculos afectivos admirables. No distinguía de edades, credo, color, sexo, nacionalidad o profesión. Por eso, al cumplirse este primer año un grupo de amigos y amigas nos reunimos para recordarle, hacer el duelo y mantener esos lazos que él creó y que ni sabíamos del todo que existían entre nosotros, pues él sin decirnoslo, es el nexo conector.
Cuando un artista se va de este plano físico, lo despedimos con júbilo porque dejó una impronta en la vida que supera su propia ficisidad, su propia materialidad y la de quienes le sobrevivimos. Algunas personalidades se despiden con música, danzas, performance, otras con actos conmemorativos, con medallas de honores póstumas y hasta con pasacalles. Los teatreros hacemos teatro y rendimos tributo generalmente con la voz, el cuerpo y con la palabra y sobre todo con aplausos. Y nuestro otro Hamlet le aplaudimos con hurras, bravos y vivas de alegría y agradecimiento porque pasó por nuestras vidas.
Ahora, a un año de su partida, quienes quedamos aquí y que conocemos y entendemos el valor de su trabajo esperamos poder reunirlo y divulgarlo, pues la mayoría de su obra está dispersa e inédita. Cuento con que tanto sus exalumnos, compañeros artistas, sus amigos, amigas así como sus familiares, en especial su estimada madre doña Julia, podamos entre todos colaborar y unir fuerzas para no perder en el olvido su joven legado y compartirlo desinteresadamente como seguramente él mismo lo hubiera hecho.
Que se escuchen los aplausos porque estuvo entre nosotros uno de los grandes.
Abran el telón,
enciendan las luces del escenario que ahora es que empieza la función,
ya que la muerte es la prueba constante de la vida,
que el teatro como la vida misma es efímero pero la muerte es eterna,
y eterno como lo es ya tu recuerdo.
¡Aplausos carajo!