SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En la casa de Anatalia Merán y Juan Jiménez hay un duelo que apenas empieza: hace ocho días que a su hijo lo mataron en Nuevo Horizonte, en Los Alcarrizos.

“Sólo yo sé lo que he sufrido aquí. Nadie sabe el dolor tan grande que yo tengo”, dice doña Anatalia temblorosa y apesadumbrada. El pañuelo en sus manos resulta pequeño para contener la desolación que sale de su alma y anega sus ojos.

A Nelvin Jiménez Blanco, de 25 años, lo mató la Policía, que lo vinculaba con un asalto a una tienda que una empresa telefónica tiene en ese sector. Testigos dice que todo se trató de una fatal confusión, pues Nelvin se encontró por casualidad con el asalto y trató de intervenir como policía, pero fue confundido con uno de los asaltantes.

Para los vecinos, Nelvin, que era raso de Policía, era un muchacho tranquilo que nunca delinquió y que sabía varios oficios como herrería, soldadura y pintura. Sus padres dicen que le faltaban dos cuatrimestres para terminar su carrera. El día en que lo mataron, había dejado pendiente un trabajo de pintura que le encomendó una vecina.

Juan, su padre, dice que dos amigos el martes pasado buscaron a Nelvin en su casa y los tres se marcharon en una pasola y un motor. "Un tal Pechuguita y un tal Jumbo vinieron aquí a buscarlo".

Dicen en el barrio Los Cerros, donde vivía, que una mujer que vio la escena de cuando lo subían en la camioneta policial, ante la posibilidad de que ejecutaran al joven, y le gritó a un capitán de apellido Acevedo: “Te lo llevaste vivo; que después no aparezca muerto”

Nelvin, sin embargo, terminó en una alcantarilla, huyendo de la Policía. Cuentan los vecinos que el muchacho se rindió y los agentes, tras tirarle bombas lacrimógenas en el túnel donde se escondía, lo atraparon y le dieron un tiro en una pierna.

Dicen en el barrio Los Cerros, donde vivía, que una mujer que vio la escena de cuando lo subían en la camioneta policial, ante la posibilidad de que ejecutaran al joven, y le gritó a un capitán de apellido Acevedo: “Te lo llevaste vivo; que después no aparezca muerto”.

Pero la próxima vez que lo volvieron a ver, Nelvin estaba en la morgue: tenía un tiro en la pierna, uno en el abdomen y uno en la cabeza.

Con dolor, su padre cuenta que cuando fue a buscar el cadáver un oficial le dijo: "Pero tu hijo era un delincuente. Fue por un asalto que lo mataron". A él le pareció una desconsideración la frase, y hoy defiende la integridad de Nelvin, que fue para él y seguirá siendo un buen muchacho.

Desolada, su madre doña Anatalia, llora junto a la ventana por donde solía mirar el camino para ver si Nelvin se acercaba al hogar, al cual jamás volverá.