SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El día en que Sonia Pierre nació, su padre murió. Era el 4 de julio de 1963 y en el batey Lechería, en Villa Altagracia, las condiciones eran precarias. Su madre trabajaba para sostenerla a ella y a sus diez hermanos.
Muy pronto Sonia supo de las durezas de la vida. También tuvo que aprender a trabajar desde niña. Laboró en el batey y, cuando tuvo la posibilidad, trabajó en casas de familia como doméstica, según Antonio Polemir, que a principio de los años 80 la introdujo en el activismo en el Centro Cultural Dominico Haitiano.
A los 13 años, la que luego sería llamada “mujer coraje” participó en una huelga y se enfrentó a los guardias campestres por el abuso que se cometía contra los trabajadores haitianos que venían a dedicarse al corte de la caña. Era una época de represión, corría el año 1976 de la era de los Doce años de Balaguer, pero eso no la amilanó. Siempre dijo lo que pensaba y se ganó el respeto de la gente.
Su fallecimiento la tarde del pasado domingo, 4 de diciembre, conmovió a sus amigos y familiares, y a todos los que siguieron y admiraron su labor de activista por la defensa de los derechos humanos.
Este lunes, durante su velatorio, diplomáticos y presidentes reconocieron en ella su valor. Estos reconocimientos contrastan con el desprecio que muchos sintieron hacia Sonia Pierre, aquellos que la desconsideraron por las demandas que hizo a favor de descendientes de haitianos que, pese a haber nacido en República Dominicana, carecían y carecen de documentos.
Mudha, el Movimiento de Mujeres Domínico-Haitianas, era una seccional de trabajo del Centro Cultural Domínico Haitiano. Desde allí trabajó Sonia Pierre con las mujeres de los bateyes. Su liderazgo, sin embargo, llevó ese organismo por un rumbo fructífero e inesperado por lo que decidieron, a finales de los 80, convertirse en una organización sin fines de lucro.
“Mudha se fue desarrollando, alquilaron un local en el Luperón, luego en Naco y ahora está cerca de la Independencia. Así fue como cambió. Su trabajo era la defensa de las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana, pero luego abarcaba todo: hombres, niños y todos a los que eran violentados sus derechos”, cuenta Daniel Odefa en las afueras de la funeraria La Altagracia, donde velan los restos de Sonia Pierre.
Mientras cuenta esto, van llegando al velatorio mujeres llorosas y hombres cabizbajos, además de decenas de coronas de flores de distintas instituciones que reconocen que el país ha perdido a una hija valiosa. En 2006 Sonia recibió el Premio Robert F. Kennedy a los Derechos Humanos.
En la sede del Partido Alternativa Revolucionaria, por ejemplo, la bandera está a media asta, a pesar de que no lo han declarado oficialmente. La agrupación política entiende que hay un duelo que se extiende más allá de quienes la conocieron. Tienen la certeza de que ha muerto una líder y humanista.
En la capilla donde están los restos, lloran sus cuatro hijos sobrevivientes: Manuel Solain, Minerva Leticia, Humberto Alejandro y Charlemaine Ernesto. Sus hermanas tampoco tienen consuelo. El miércoles sepultarán a la que ha sido su columna vertebral y su mayor orgullo.
En 2010, Pierre recibió el premio "Mujer de coraje" de manos de la secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton. Y en la medida que iba ascendiendo y ganando notoriedad ganó enemigos. En una ocasión intentaron retirarle la nacionalidad dominicana porque supuestamente sus padres la habían declarado de forma ilegal.
“Hay dos características en la personalidad de ella que hay que mencionar: la solidaridad y la humildad. Sonia fue solidaria con todo el mundo; y no solamente la solidaridad, sino otro don que es la humildad. Aun ella con todo ese reconocimiento y premios internacionales siempre se mantuvo al lado de su gente en los bateyes. Eso no la llevó a estar por encima de los demás”, dice Marcelino, que trabajó con ella por más de 20 años.
“Ojalá que muchas sonias agarren esa bandera que ella empuñó y sigan esa lucha”, agrega.
Juan Guzmán, director de escuela, cuenta que Sonia Pierre siempre lo ayudó cuando ellos lo necesitaban. "En Sonia la escuela tenía una aliada, el enfermo tenía una aliada y el necesitado tenía una aliada. Ella siempre se identificó con los más necesitados. Y me duele. Mucha gente que no conocieron a Sonia solamente escuchan la parte negativa que se dice, pero ella era más que eso".
Pocos saben, por ejemplo, que Pierre designó una psicóloga para que brindara asistencia en la escuela Mata Mamón de La Victoria y que logró que hicieran un liceo en un lugar donde los adolescentes tenían que caminar 7 kilómetros de ida y 7 de vuelta para poder estudiar. Desconocen por igual que ella logró en 2005, que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos ordenara al país otorgar la nacionalidad a Dilcia Jean y Violeta Bosicó, a quienes se la negaba por ser hijos de padres haitianos y pese a haber nacido en esta nación.
Hoy Bosicó y Jean pueden estudiar, a diferencia de miles de muchachos a los que el Estado les niega el derecho a formarse. Pierre creía en la educación como oportunidad primordial. Hace menos de un año donó el mobiliario de la escuela Mata Mamón para que niños dominicanos puedan estudiar.
En los bateyes el nombre de Sonia Pierre se respeta y se admira, dicen quienes visitaron hoy la funeraria procedentes de todas las zonas cañeras donde habitan miles de descendientes de haitianos. Si hoy los bateyeros lloran es porque se ha ido la mujer que durante toda su vida llenó de esperanzas a hombres, mujeres y niños de los bateyes.
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