SANTO DOMINGO, DN.-"Mujer Coraje", le dijeron a Sonia Pierre durante el homenaje que le hizo Estados Unidos por su lucha en favor de los derechos de los dominicanos de ascendencia haitiana. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, también reconoció a otras nueve mujeres de Afganistán, Chipre, Irán, Kenia, Corea del Sur, Sri Lanka, Siria y Zimbabue.
Criticada por grupos dominicanos de nacionalistas radicales, Pierre cuenta que no sólo soporta la discriminación que marca la vida de los descendientes de haitianos: Además –y es lo que más le duele– ha tenido que lidiar con el rechazo que sufren sus cuatro hijos. Ellos forman parte de la segunda generación de una familia de inmigrantes, cuya historia comenzó con una pareja de braceros que llegó a los campos de caña en los últimos años de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, y que vivió en el batey Lechería, de Villa Altagracia, San Cristóbal.
¿No le preocupa que digan que tiene un protagonismo excesivo, con tantos reconocimientos internacionales?
No sé si es protagonismo, no lo siento así. Creo que más que reconocer a Sonia Pierre, se reconoce el trabajo de muchos sectores que propugnan por los derechos humanos. Muchas mujeres, al igual que yo, reciben este apoyo. A mí me duele que en mi país muchas personas –no todas, porque son más las que acogen este premio como un reconocimiento a República Dominicana– enfocan el tema en una persona. Pero qué pena que no sepamos aprovechar estos reconocimientos, porque siempre que en un país se reconoce a un defensor de los derechos humanos, se está diciendo que, de alguna manera, los gobiernos respaldan la lucha que llevan.
¿Qué conquistas han logrado los descendientes de haitianos y con qué aspectos se siente frustrada, luego de tantos años de luchas?
(Ríe) Es una pregunta muy difícil. Muchas veces me han preguntado qué se ha logrado y yo digo que se ha mantenido el tema, por lo menos se ha visibilizado, y tenemos la esperanza de que se busquen soluciones. Cuando pienso que he estado luchando porque se reconozcan los derechos de personas que no tenían la nacionalidad dominicana, y que ahora no sólo no la tienen, sino que se ha creado un mecanismo para registrar a estas personas, y talvez al que la tenía se le están quitando. Esa podría ser mi frustración más grande. Ahora, hemos logrado visibilizar a las mujeres haitianas y sus descendientes, que en este caso son las dominicanas de ascendencia haitiana, que se miraban a través del hombre.
Usted que ha vivido ese proceso, díganos cómo forma su identidad el dominicano de ascendencia haitiana y cómo aprende a querer a este país a pesar de la discriminación que sufre.
(Ríe) Otra pregunta bien fuerte. Fíjate, para mí, más que un documento, el lazo que tengo con esta tierra es lo importante, porque me da toda la parte de la vida, mi integración. Nosotros hemos vivido hasta cierto punto en un limbo. A muchos dominicanos de ascendencia haitiana los oyes decir, "a veces no sé ni quién soy, si soy de aquí o de allá", porque en Haití se nos considera dominicanos. En Haití estamos trabajando en un campamento y nos llaman "los dominicanos". Entonces, acá tampoco me asimilan como dominicana. Pero, ¿cómo me veo yo?
Sí. ¿Y cómo te ves tú?
Me veo como dominicana. Primero, me veo como un ser humano, también como una mujer negra descendiente de africanos y como parte de América. Ahora, cómo me vea otro… Talvez sea su problema si no me asimila, pero yo he asimilado mi país.
Sonia, ¿cómo has vivido el tema de la discriminación con tus hijos? ¿Ha sido más fácil para ellos?
El viernes pasado me nació mi primer nieto. Tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Todos los dominicanos de ascendencia haitiana, ya sea de primera segunda, tercera, cuarta o quinta generación han vivido esta situación y creo que para ellos ha sido fuerte también. Pero al igual que yo, ellos aman su país, se sienten dominicanos. Mis hijos me han hecho las preguntas que yo también le hice a mi mamá: ¿Por qué tanta discriminación? ¿Por qué tanto rechazo? Talvez yo tuve una respuesta más adecuada que la que me dio mi mamá, que me dijo que cuando fuera grande comprendería muchas cosas. Yo, a mis hijos, tuve que darles respuestas de manera inmediata, no pude esperar.
¿Cómo afrontó la discriminación de sus hijos en sus años de adolescencia?
Fue muy difícil porque a veces se les discriminaba no sólo por ser de origen haitiano, sino también por ser hijos de Sonia Pierre. Alguna vez mis hijos me han dicho: "A veces estoy en clase en la universidad y oigo hablar de Sonia Pierre y quiero decir que soy tu hijo y no lo digo por temor de ser atacado". Me duele como madre, y porque entiendo que el trabajo que hago no es malo.
¿Y cómo han terminado de asimilar sus hijos la discriminación?
Es difícil, aún después de adultos. Mis hijos han tenido en su adolescencia y niñez muchas situaciones difíciles en la escuela. Recuerdo que cuando los más pequeños tenían ocho años y el que le sigue a la mayor tenía 10 años, venían de la escuela y había una redada de Migración. Un guardia los paró y les pidió: "Di 'perejil'", entonces ellos dijeron 'perejil', pero estaban tan asustados, tan asustados que uno se echó a correr y se cayó. Cuando llegó a la casa tenía la rodilla pelada. Me dijo: "Ma´, es que yo pensaba que me iban a mandar para Haití y yo dije 'perejil' y después me dijeron di 'mercurio rojo' y yo dije 'mercurio rojo y el guardia me dijo: '´Parece dominicano'". Y mi hijo me dice orgulloso, en su inocencia: "Ma´, yo soy dominicano", ¡y yo tenía tanta rabia! Recuerdo también que en la escuela estaban preparando una obra: mi hija mayor tenía que representar un papel que era Minerva (Mirabal) madre, Minerva mujer y Minerva política. Ella trabajó muchísimo por ese papel. Al final no se le otorgó porque era descendiente de haitianos y "ofendía la memoria de Minerva".
A raíz del terremoto de Haití, muchas personas comentaban en los medios digitales que no colaborabas con el país de tus ancestros, que te mantenías indiferente a la tragedia. ¿Cómo te sentías con esos comentarios?
Mira, ni me enteraba porque estaba en Haití, tratando de sacar gente de los escombros sin ser topo. Me sentí bien porque logramos rescatar a varias personas. También trabajé en orfanatos brindando ayuda. Estaba con un grupo de médicos dominicanos y más de 30 jóvenes llevando agua, comida y ropa. En MUDHA estamos haciendo un trabajo psicosocial con las personas, más allá de las ayudas, porque entiendo que Haití necesita de todo el mundo. También necesita de los hijos de sus hijos y entonces yo como hija de dos haitianos estoy ahí, estoy presente.
¿Qué tipo de apoyo ofrecen?
Trabajamos con niños, jóvenes y mujeres. Hemos perdido muchas mujeres valiosas en Haití. Damos apoyo médico, psicológico y también hacemos visitas domiciliarias. Impartimos talleres y charlas sobre prevención de enfermedades y dentro de lo poco que podemos hacer, también trabajamos en el cuidado de niños y en prevención de VIH en los campamentos que tenemos. Entrenamos a los jóvenes de allá. Cada mañana salen 30 muchachos y dan seguimiento, junto a una doctora, a personas que siguen tratamiento de la presión arterial o que están heridas.
¿Cuáles son los retos de MUDHA para la población dominicana de ascendencia haitiana?
Sabemos que tenemos una tarea muy grande con todo el asunto de la nacionalidad.
Pero, ahora hay una decisión constitucional que expresa que los hijos de haitianos que no tengan documentos no serán dominicanos.
Está en la Constitución, pero el tema es que son seres humanos que están ahí, y se les ha creado un problema. Nosotras sabemos que hay miles de personas que están siendo cuestionadas con la nueva Constitución y habría que ver si tienen la nacionalidad dominicana. Tenemos que seguir luchando por eso y porque muchas comunidades donde habitan dominicanos de ascendencia haitiana formen parte de los planes de desarrollo del Estado. Los bateyes no están contemplados en los planes de desarrollo del Estado. Las ONG suplen las responsabilidades del Estado en los bateyes.
Alguien comentaba, a raíz de los guetos que se formaron en Francia, y de las manifestaciones violentas que protagonizaron descendientes de inmigrantes, sobre la posibilidad de que aquí se produjeran situaciones similares con los descendientes de haitianos.
¿Qué crees de la reacción de un ser humano que se ve en esa situación?
Dicen que hasta el animal más dócil cuando se ve atacado reacciona. Estamos hablando de una gran población que es parte de acá y a la que no se le reconocen sus derechos. Tengo la esperanza de que eso no ocurra. Pero la reacción del ser humano puede ser diversa. Espero que nosotros sigamos exigiendo nuestros derechos de manera pacífica y lo que más espero es que las autoridades nos asimilen, porque es una responsabilidad de nuestro Estado. No me he puesto a pensar en esa posibilidad y creo que la situación de Francia es diferente a la nuestra.
¿Alguno de tus hijos ha seguido tus pasos?
Yo espero que los sigan. Mi hija mayor tiene algunas características mías; espero que sea más aceptada que yo, aunque nunca los hijos son idénticos a uno. Mis hijos, a pesar de todas las situaciones se sienten no sé si felices, pero sí orgullosos de tener una madre que no sólo les cocina y los atiende, aunque yo lo hago a pesar de mi trabajo; saco dos días a la semana para atender a mis hijos. A la que ya es madre le he dicho, "ven para la casa para yo estar con mi nieto, que me siento grandota con mi primer nieto"
De la cultura haitiana que te transmitió tu mamá, además del idioma, ¿qué aspectos valoras, cuáles te han ayudado en la vida?
Mi identidad como mujer negra, y claro, el idioma. Me siento bien porque aunque no hablo un créole como se debe hablar, con mi "creoñol" me puedo comunicar y estoy incentivando a mis hijos a hablar créole, porque sólo la mayor lo habla. Ellos se han tenido que ir de voluntarios a Haití por casi un mes, han tenido que dejar la escuela, la universidad. Yo estaba planificando una gira con ellos y mi mamá por Haití y ahora han ido en medio de este desastre.
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