SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Francia se acomoda como puede en el duro banco de concreto y varillas, mal pintado. Bosqueja un saludo tímido, agitando rápidamente una mano para luego dejarla descansar sobre su regazo.

Su pelo largo y su estatura, junto al tono de su voz, se mezclan en una danza difusa entre adultez, niñez y adolescencia que hace difícil conocer su edad actual. Su rostro dejar ver la impronta del dolor al narrar lo sucedido.

“Estuve con un árbitro”, dice al iniciar su relato, pellizcando con la mano derecha el dedo índice izquierdo.  “Cuando se dieron cuenta, empezaron a decir cosas sobre mí como que no estudiaba o que no rendía, y me mandaron para acá para que la mujer no se diera cuenta”.

Francia fue parte de la Federación Nacional de Lucha Olímpica, la entidad que se encarga de formar a los atletas en las distintas ramas de la referida disciplina.

Baja la mirada de apoco y la deja largo rato sobre el piso de cemento, arropado por el polvo. Francia (nombre dado para proteger su identidad) explica que a los 14 años, se fue a Santo Domingo para entrenar en la Federación de Lucha Olímpica.

Narra que una vez en la Capital, recibió el interés de quien en los siguientes dos años sería su “pareja”. Según Francia, ella no era la única.

“No era solamente yo, eran muchísimas con diferentes profesores. ¡Eso es dándole y soltándolas!”.

Transcurridos dos años, le entregaron una carta en la que le daban de baja de la Federación por su escaso desempeño académico y deportivo.

“Cuando quieres pasar a otro deporte, si te han sacado de uno, tienes que decir porqué, para que no afecte a ese deporte… y yo tuve que traer la carta acá”.

(¿Por qué nunca lo dijiste en tu casa?) Hace una pausa de unos segundos. La voz triste y quebrada, atraviesa los labios apretados. “Cuando yo vine para acá tenía 16 años. Me daba miedo de que mi papá me metiera. Mi papá es muy celoso conmigo”.

“Lo vi de cerca”

Juana es de mayor edad que Francia, más alta y robusta. Aunque no formó parte de la triste lista de jóvenes que supuestamente han sido forzadas a prestar sus cuerpos a cambio de una mejoría temporal mientras dure su entrenamiento, pero afirma que ha visto el problema de cerca.

Durante su participación en una Asociación de Lucha en su ciudad, fue testigo cómo uno de los miembros de la asociación empezó a pretender a una de sus compañeras bajo promesas de viajes y progreso en la Federación.

“Estuvo con la niña y duró un tiempo. Yo lo veía con la niña. Luego entró otra y le dijo lo mismo. Eran jóvenes las dos”.

“Ese es el porqué del desplome de la lucha. Esos profesores se llevan a las niñas y las emborrachan. Abusan de su poder. Eso no es de ahora”

De forma similar, explica que una vez el escándalo llegó hasta la dirección de la Federación, la joven fue despachada a su pueblo bajo el alegato de un rendimiento escolar y deportivo deficiente.

Sostiene que las atletas se ven forzadas a aceptar las invitaciones debido a que se manejan con precariedades económicas, además de que por lo general se trata de chicas de escasos recursos.

Una situación que el exluchador Ramón García, ganador de múltiples preseas a lo largo de su carrera , ha denunciado ante la dirección de la Federación Olímpica.

García, quien reside en Estados Unidos desde el 2014, afirma que se acercó a Antonio Acosta y Onésimo Rufino Gómez, presidente y secretario general de la Federación Nacional de Lucha Olímpica, para declarar que los profesores están “abusando” de las atletas.

Sin embargo, afirma, la única respuesta que obtuvo por la dirección fue que no “existe prueba alguna que determine la culpabilidad de los entrenadores que han incurrido en el hecho”.

“Ese es el porqué del desplome de la lucha. Esos profesores se llevan a las niñas y las emborrachan. Abusan de su poder. Eso no es de ahora”.

Intentó, según cuenta, encontrar atletas que pudieran brindarle apoyo a su denuncia, sin embargo, debido la vinculación de estos a las Fuerzas Armadas, no pudo obtener el respaldo de sus colegas.

Agrega que esta actuación se ha reflejado directamente en la actuación de las atletas y sus resultados en las competencias, donde realizan un pobre desempeño y que, afirma, seguirá un camino de deterioro.“Las han malogrado”, afirma.

Otros atletas que pertenecen o han pertenecido a la Federación de Lucha corroboraron de manera anónima las denuncias hechas por Francia, Juana y Ramón García, quienes han sido testigos de los acercamientos de miembros de la entidad a jóvenes que practican dicho deporte.

Al igual que los demás exdeportistas, con la salvedad de Ramón García, pidieron que se les protegiera su identidad por temor a represalias.

“Nadie ha subido”

“No podemos actuar con comentarios”, Antonio Acosta, presidente de la Federación Nacional de Lucha Olímpica. Foto: Juan Camilo Cortés.

En una oficina de verdes paredes, Antonio Acosta, presidente de la Federación califica como irresponsables las denuncias hechas por los exatletas, advirtiendo que en todo momento, las autoridades de la organización han estado abiertas a recibir cualquier inquietud o queja que posean.

Sostiene que hasta el momento no han recibido esas denuncias de forma personal, a pesar de que existen comentarios sobre actos sexuales que involucran a las atletas. “No podemos actuar con comentarios”, dice, sentado detrás de un escritorio en el que descansa los codos y los brazos, tocando de cuando en vez la superficie del mueble con los dedos.

“Si en esta federación nosotros descubrimos o hay una denuncia de que un profesor se pone en eso, puedes estar seguro de que lo expulsamos”, indica, golpeando tres veces el escritorio con la palma de la mano.

¿Qué dice la ley?

La ley 136-03, para la protección de los derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, considera niño o niña a toda persona desde su nacimiento hasta los doce años, inclusive; y adolescente, a toda persona desde los trece años hasta alcanzar la mayoría de edad, es decir, 18 años.

Esta, en su artículo 396, literal c, define el abuso sexual como la práctica sexual con un niño, niña o adolescente por un adulto, o persona cinco años mayor, para su propia gratificación sexual y que puede ocurrir aún sin contacto físico.

En este caso, la normativa establece una pena de dos a cinco años de prisión y multa de tres a 10 salarios mínimos establecidos oficialmente, vigente al momento de cometer la infracción.

Pero la ley es incluso más específica y señala que si el autor o autora del hecho mantiene una relación de autoridad, guarda o vigilancia (maestros, guardianes, funcionarios, policías, entre otros) sobre la víctima, se aplicará el máximo de la pena indicada.

Asimismo, el artículo 410 sostiene que las personas, empresas o instituciones que utilicen a un niño, niña o adolescente en actividades sexuales a cambio de dinero, favores en especie o cualquier otra remuneración lo cual constituye explotación sexual comercial en la forma de prostitución de niños, así como quienes ayuden, faciliten o encubran a los que incurran en este delito, serán sancionados con la pena de reclusión de tres a 10 años y multa de 10 a 30 salarios mínimos.

De esa misma forma, el artículo 14 de la ley 136-03 obliga a denunciar actos de abuso o de violación de los derechos de menores de edad, por conocimiento o sospecha, ante las autoridades competentes, estando exentos de responsabilidad penal y civil, con respecto a la información que proporcionen.

Cambio

(¿Qué piensas después de todo lo que ha ocurrido?) “Pienso que no debería seguir pasando”, responde Francia bajando la voz, mientras pellizca otra vez su dedo índice en la mano izquierda, antes de hacer una pausa.

En el fondo, jóvenes que practican beisbol y que han terminado la práctica del día, corretean por los alrededores.  Según Francia, nunca pensó en pedir ayuda a las autoridades – Policía Nacional o el Ministerio Público –, porque se trata de un oficial de alto rango, además del temor a sus padres, quienes, según dice, dieron crédito a la versión de la Federación de Lucha del bajo rendimiento en escolar y deportivo.

(¿Qué les diría a las autoridades de la Federación?) “Les diría que es una cosa que no se debería de hacer. Si ese es un deporte para uno salir adelante, no se debería de abusar”.