Miradas a la Caravana del Orgullo GLBT en Santo Domingo.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- ¿Y tu eres lesbiana?, fue la respuesta de un familiar cuando le respondí a la pregunta: “¿y para dónde vas con ese vestido con tantos colores?”, -yo llevaba una larga y colorida bata que me trajo de los newyores mi querida doña Chencha- mi respuesta:“vivo todo el día hablando del respeto a la diversidad y siendo coherente, voy a apoyar a los Gay y Lesbiana en su Caravana del Orgullo Gay”, la otra respuesta: “no lo soy y para solidarizarse no hay que serlo”, “tenemos que reeducarnos”. Ante mi partida, creo que quedó un poco decepcionado.
Llegué a la Avenida Francisco Alberto Caamaño Deñó (antigua Ave. del Puerto) ya ida la caravana, y le seguí los rastros por el Malecón, encontré “unas” transexuales a quienes pregunté si la caravana iba lejos: “van muy alante”, agregaron “hay Doña por qué no nos da una bola”, “vengan”, se quejaban de los altos tacos y que le habían dicho que una carroza “las” llevaría, pero se llenó de otras personas que no eran “las destinadas”.
Circulamos, ya acercándonos al tapón de la Máximo Gómez, detenidos, se acercaron dos hombres y desde la acera, en aptitud agresiva se abalanzaron al carro: “Mira estos malditos maricones”. Me quedé fría pues pensé que nos iban a agredir, dieron un golpe al carro y siguieron lanzando impublicables palabras. La homofobia en galopar continuo. Más adelantito tuvimos que dejar el vehículo pues el tapón se hacía muy prolongado, lo que no sabía que precisamente por la homofobia, la caravana estaba detenida, pues miembros de la Policía Nacional finalmente arrancaron la Bandera Nacional al activista que orgullosa la llevaba, luego me enteré que en la salida lo habían intentado, pues era anti-constitucional que las lesbianas, gay, bisexual y transexuales mostraran la tricolor pues “su preferencia sexual atenta con las buenas normas y por ende con la Carta Magna”, es como si la condición de ciudadanos/a dominicanos/as estuviera degradada o inexistente.
La respuesta fue detener la caravana hasta que regresaran la bandera, hubo sus forcejeos y conversaciones, además de un inmenso tapón. Se escuchó a un policía decirle a otro “amigo viva su vida y deje al otro vivir la suya”, este conciliador agregó un granito de arena para que la bandera sea regresada y que el pandemonio en que se había convertido el tránsito permitiera cierta movilidad y la caravana pudiera continuar.
Tuve la dicha de encontrarme con una amiga y su compañero, así como dos amigas más y en un sólo vehículo, el recorrido fue formidable, muy edificador, pues íbamos haciendo análisis y dando nuestros pareceres de la caravana.
Pensé mucho en el activista norteamericano por los derechos civiles y humanos de los homosexuales, Harvey Milk, al que conocí a través de Sean Penn en la edificante película biográfica, Milk. Pensé en lo mucho que falta por recorrer y concientizarnos, pues ésta lucha por los derechos civiles en otras latitudes del mundo nos lleva mucha delantera, son luchas que vienen del siglo pasado, como la de Milk en la década de los 70 desde California.
Muchas de las acciones de Harvey todavía son muy revolucionarias en República Dominicana, como fue el caso del impulso de leyes y campañas para que los ciudadanos de San Francisco recogieran las heces fecales de sus mascotas en los espacios públicos, como calles, aceras y parques entre otros. Todavía hoy en día, mientras saco a mi perra y recojo con una fundita los excrementos, hay que ver las respuestas de los/las que me observan: “déje eso ahí… eso es abono” “No se ponga a eso…” “Señora y usted es extranjera”, “a usted se le ve que ha viajado mucho”. Hay quienes no se enteran que tengo la funda en las manos para recoger la deposición y me vocean “buena perra ensuciando la calle”. Mostrando lo intolerante que es éste país.
Si una campaña como ésta de recoger las heces fecales todavía llamaría la atención aquí, que no será la lucha por los derechos civiles de los que tienen una opción sexual diferente a lo tradicional, en un Estado que les niega a sus conciudadanos el derecho de vivir bajo las leyes de un Estado Laico y científico.
Todavía hoy regido bajo el acuerdo suscrito entre el dictador Trujillo y el Estado del Vaticano, que sólo permiten que esté maniatado a las exigencias de la ortodoxia católica, aquí representada por un férreo y digno defensor como es Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, que se inmiscuye e impone su criterio en todas las áreas, no importando que sea la Asamblea Nacional, el Ministerio de Salud, recuerden la ley aquella que llamábamos Art. 30 mientras se discutía la “nueva” Constitución, que obliga a las mujeres a morir ante el dilema de un embarazo que ponga en peligro su vida; que obliga a una mujer violada y embarazada por su violador, a tener el fruto de la violación, aún ella no queriéndolo tener.
No importando que sea Educación, mientras las estadística se disparan y muestran que nuestras púber niñas salen embarazadas, desde la iglesia imponen que en el sistema educativo dominicano no se eduque sexualmente a los niños, niñas y adolescentes, tienen vedadas las campañas que promueven la educación para el uso masivo de los condones entres los/las estudiantes, imagínense qué no será con los/las de opciones sexuales diferentes. Qué esperar de una iglesia católica, donde su máximo representante fue capaz de decir en Camerún, África, que no estaba de acuerdo con el uso del condón, país entre muchos, donde una amplia población está diezmada por los estragos del Sida.
En la Caravana del Orgullo Gay se evidenció el bajo nivel educativo y marginalidad de los dominicanos/as, el movimiento LGBT no está exento de ello, el bajo nivel educativo en base a una cultura que respete la diversidad. Afloró el bajo nivel de tolerancia de los heterosexuales. También se evidenció el bajo nivel de tolerancia de los propios gays, lesbianas y transexuales.
Las mismas palabras que consideramos violentas y homofóbicas, ellos/ellas se la expresan como si nada, mostrando no tener conciencia de lo que hacen, de qué lenguajes y posturas conllevan una cultura de tolerancia y respeto a la diversidad. Conductas que demuestran que a lo interior de ese movimiento se hace más que necesaria una amplia campaña de formación.
Tienen que ver la película, tienen que estudiar a fondo a Harvey Milk, a quien el 12 de agosto del 2009 fue reconocido por el presidente de los EEUU, Barack Obama, con el título póstumo de “Medalla Presidencial de la Libertad”, “por su contribución al movimiento de los derechos civiles de los homosexuales”.
En el desarrollo de su liderazgo Harvey Milk, decidió cambiar su imagen, se ve en la película, también lo citan en Wikipedia: “Aunque era un recién llegado al distrito de Castro, Milk había mostrado su liderazgo en la pequeña comunidad. Estaba empezando a ser tomado en serio como candidato y decidió volver a presentarse para supervisor en 1975. Reconsideró su propuesta y se cortó el cabello, abandonó la marihuana y juró no volver a visitar otra sauna gay.() La campaña de Milk ganó el apoyo de los camioneros, los bomberos y los sindicatos de la construcción. Castro Camera se convirtió en el centro de actividad del vecindario. Milk tomaba a menudo personas de la calle para que trabajase en su campaña. Muchos se enteraron más tarde de que simplemente eran el tipo de hombre que él consideraba atractivo.
Traigo a cuento ese párrafo, porque se hace necesario un cambio de imagen y aptitud de la comunidad gay, no se puede confundir el ámbito privado con lo público, los traseros no se andan exhibiendo en público, observé muchísimas acciones y formas de vestir que más que enaltecer la condición de humanos/as más bien la degradan y la caravana LGBT en sí, es para concienciar a todos/as, espectadores y actores y muchas actitudes no suman, restan. El ámbito de lo privado no debe ser llevado al ámbito público, no hay porqué estar enseñando las partes íntimas de su cuerpo, con eso no se suma.
Durante todo el trayecto de la caravana observé profesionales de ONGs que viven de causas tan justa como éstas, la del movimiento LGBT, movimiento que genera mucho apoyo internacional, con esto también tienen que tener mucho cuidado, pues al parecer se está manejando muchos recursos, que no podrían estar bien destinados y sería muy bueno que sean invertido en lo principal, educación, para que se tenga un movimiento más educado, más acorde con sus derechos, deberes y más felices.
No soy portadora de la verdad, podría estar equivocada en mis sugerencias, es un movimiento al que me toca estudiarlo más a fondo. Ahora estoy muy segura que la Caravana del Orgullo Gay, aún con los fallos que tiene, es mejor hacerla que no hacerla, pues ella genera visibilidad de ésta numeraria población y sus problemáticas, además permite el debate tema.
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