Miami, Florida. – La Organización de las Naciones Unidas, ONU, lanzó su voz de alerta ante lo que define como “violencia generalizada contra las mujeres parlamentarias en el mundo”, al estimar que “el sexismo, el acoso y la violencia contra ellas, son problemas presentes en todo el mundo, que obstaculizan la igualdad de género y socavan los fundamentos de la democracia.”

Así lo afirma un nuevo estudio de la Unión Interparlamentaria (UIP) dado a conocer este martes y basado en entrevistas a 55 mujeres parlamentarias de 39 países, que pusieron de manifiesto “la existencia de nivel preocupante de violencia psicológica, física y sexual.”

En un comunicado, el Secretario General de la UIP, Martin Chungong, afirmó que “aunque el número de parlamentarias entrevistadas es reducido, los datos dejan claro que es un problema generalizado y que se denuncia poco.”

Los parlamentos deben empezar poniendo orden en su propia casa si quieren dar ejemplo y acabar con la discriminación y la violencia que sufren las mujeres en todos los ámbitos de la vida.”

“La comunidad parlamentaria debe condenar tanto el sexismo como el acoso y manifestar sin ambages que no puede tolerarse ese tipo de actos como el precio a pagar por la participación política de las mujeres”.

Según el estudio, el 81,8% de las encuestadas han experimentado alguna forma de violencia psicológica. Un 44% de ellas afirmó haber recibido amenazas de muerte, violación, palizas o secuestro durante su mandato parlamentario, así como amenazas de secuestro o asesinato de sus hijos.

El texto añade que los medios de comunicación son el principal canal utilizado para ejercer violencia psicológica, como amenazas de violación o de secuestros de hijos y otros familiares, y que también son frecuentes los insultos sexistas y el acoso sexual.

Igualmente, los niveles de violencia física son considerables: el 20% de las encuestadas respondieron que habían sido abofeteadas, empujadas o golpeadas con algún objeto que podría haberles provocado lesiones.

En el estudio de la UIP se insta a los parlamentos a que diseñen y apliquen políticas y mecanismos sólidos para impedir que se produzcan comportamientos de ese tipo.

Agregan que “los parlamentos deben empezar poniendo orden en su propia casa si quieren dar ejemplo y acabar con la discriminación y la violencia que sufren las mujeres en todos los ámbitos de la vida.”

La eficacia de los parlamentos, el avance hacia la igualdad entre hombres y mujeres y la vitalidad de la propia democracia dependen de que así se haga”, subrayó Martin Chungong.