Esta historia se publica como parte de un acuerdo entre el Sistema de Naciones Unidas, en RD, y Acento.
“Llegué a República Dominicana en el año 2006 tras pasarme gran parte de mi vida huyendo por motivos políticos en mi país de origen, Siria, donde tuve que soportar abusos, maltratos y detenciones ilegales solo por ser de la oposición y de la religión musulmana sunní.”
Adel Kazzaz y su familia son las primeras personas que se reconocieron como refugiadas en la República Dominicana por la Comisión Nacional para Refugiados (CONARE) en el año 2012. Llegó a República Dominicana con su esposa, iraquí, y dos de sus hijos, en busca de un lugar donde pudiera vivir en seguridad. A sus 75 años, Kazzaz dice haber sido recibido con una hospitalidad sin igual por parte de los dominicanos. “Vine aquí porque tenía 2 hijos dominicanos de mi primer matrimonio y siempre me gustó mucho el país, además la gente dominicana es maravillosa, es muy fácil hacer amistades,” dice Kazzaz, en un español cadencioso y pausado. “Cuando la gente me pregunta por qué estoy acá, les explico que soy refugiado, que yo nunca quise serlo, pero la vida me ha forzado siempre a huir.” Una persona refugiada no es más que aquella que se ha visto forzada a salir de su país por temer sufrir algún daño a su vida, limitaciones a su libertad o seguridad.
La vida de Kazzaz no ha sido nada fácil, de hecho, es la segunda vez que es reconocido con el estatus de refugiado. De su Siria natal salió con tan solo 22 años, en 1967, tras un golpe de estado que cambió el régimen existente y contra el que Kazzaz había participado en actividades y manifestaciones. En ese momento temió por su vida y por primera vez decidió huir. Se estableció en España, donde celebró su primer matrimonio, con una dominicana con la que tuvo dos hijos y con la que tiempo después se trasladó a trabajar a Iraq, en el año 1978. Ella y sus hijos regresaron a República Dominicana en 1980 2 años después, cuando se separaron. Poco tiempo después, en 1981 conocería a su actual esposa con la que se casó y tuvo 4 hijos. Fue en Irak, en 1985, donde por primera vez le reconocieron como persona refugiada.
Allí pudo rehacer su vida, trabajando en el turismo hasta que en 2003 Kazzaz volvió a temer por su vida y la de su familia luego de la invasión de Estados Unidos en Iraq. Kazzaz sintió, de nuevo, la necesidad de huir. Decidió probar su suerte en su país natal de Siria. Su esposa e hijos pudieron entrar al país sin problemas. Pero cuando Kazzaz cruzó la frontera lo detuvieron inmediatamente acusándolo de ser partícipe de un intento de golpe de estado. Fue interrogado mediante abusos y maltratos y enviado a prisión donde, durante 4 meses, sufrió abusos continuos. “Nos acusaron de querer hacer un golpe de estado. Si no llega a ser por la intervención de organizaciones internacionales de derechos humanos que intercedieron, nunca habríamos salido de esa prisión.”
Cuando fue liberado el calvario no cesó ya que fue obligado a presentarse todos los meses ante los servicios de inteligencia del gobierno para reportarse. Intentó volver a Irak pero cuando abandonó el país para regresar a Siria perdió su estatus de refugiado y no pudo renovar su documentación, además el gobierno iraquí lo consideró como un aliado al régimen anterior, su vida y la de su familia corría peligro hasta el punto de que tuvo que cambiar los nombres de sus hijos, porque eran muy sunnitas, para pasar más desapercibidos y disminuir así los riesgos.
Entre 2003 y 2006, Kazzaz y su familia estuvieron desplazados entre Siria e Iraq, donde en ambos países el fue víctima de detenciones arbitrarias, amenazas e interrogatorios basados en su oposición política, y en su religión musulmana sunní. En 2006 cansado de huir y de que su vida y la de su familia estuviera en constante peligro decide trasladarse con su mujer y 2 de sus hijos a República Dominicana donde habían regresado años atrás sus 2 hijos mayores de su primer matrimonio. “Decidí venir a República Dominicana por tener aquí dos hijos dominicanos. Pedí asilo político y desde entonces he vivido en República Dominicana y aquí es donde quiero pasar el resto de mi vida.”
Aquí en el país, Kazzaz ha trabajado dictando clases de árabe en el Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular “Dr. Eduardo Latorre Rodríguez” (INESDYC) del Ministerio de Relaciones Exteriores. Además, sirvió de intérprete español-árabe para el los presidentes Danilo Medina y Leonel Fernández. También ha hecho trabajos para la Embajada de Qatar.
El 20 de junio de cada año, se conmemora el Día Internacional de las personas Refugiadas en todo el mundo. La República Dominicana es signataria de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, y promulgó legislación nacional sobre asilo en el 1983.
La República Dominicana ha sido un territorio seguro para personas que han huido de sus países. Desde 1938, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, la República Dominicana mostró su disposición a aceptar hasta 100,000 refugiados judíos. Sin embargo, los difíciles trámites burocráticos que para el tránsito de los refugiados se exigían por parte de los países de origen, causaron que la cifra de inmigrantes judíos fuera de apenas 1,200 personas.
Hoy en día hay más de 70 millones de personas desplazadas forzosamente en el mundo, según las Naciones Unidas. Casi 26 millones de ellos son refugiados, como Kazzaz y su familia. Otros 3,5 millones están pendientes de que sus solicitudes ser reconocidos como refugiados sean aprobadas. Y 45,3 millones de personas más se han visto obligadas a huir de sus hogares pero no han cruzado una frontera internacional y son conocidos como desplazados internos. Suma y sigue: en promedio, cada día 37.000 personas son desplazadas forzosamente en el mundo.
Para las personas como Kazzaz, que ha traspasado muchas fronteras en su vida, su mayor anhelo es dejar de tener que desplazarse. Él desea ser dominicano para poder disfrutar de todos los beneficios de la nacionalidad, igual que sus dos hijos dominicanos de nacimiento y un tercer hijo que obtuvo la nacionalidad por matrimonio. E igual que los cuatro nietos dominicanos que tiene, de 23, 19, 15 y 13 años.
Kazzaz y su familia quedaron fascinados por la prevalencia de delicias de la comida árabe en la tradición culinaria de su país de acogida, la República Dominicana. Se ríe al contar que cuando la familia recibe una invitación a una reunión, siempre los amigos piden lo mismo: “Que hagamos quipes y tabule.”