Por Rose Troup Buchanan para The Independent/ Traducción de Iván Pérez Carrión

WASHINGTON, Estados Unidos.- El actor estadounidense Sean Penn comentó sobre los trabajos de la Cruz Roja en Haití tras el terremoto de 2010, a través de un artículo de opinión publicado en el periódico Huffington Post, luego de que la organización internacional fuera acusada de desperdiciar cientos de millones de dólares y no logró ayudar a los residentes haitiano.

Un texto que, según reporta Rose Troup Buchanan, periodista de The Independent, es ininteligible.

El breve artículo (“Our Cross To Bear” o “La cruz que nos toca cargar”) parece estar tratando de defender a la Cruz Roja tras un reciente artículo de ProPublica que detalla los sucesivos fracasos de la organización internacional para distribuir fondos a los habitantes del país devastado.

“El propósito de este artículo no es aportar un debate estadístico, defender ni criticar”, escribió Penn, cuya propia organización humanitaria recibió casi US$3 millones de la Cruz Roja.

Empero, el protagonista de cintas como Carlito’s Way y I am Sam, manifestó que “Lo que han visto mis ojos me hace estarles agradecido”.

El actor de 54 años de edad expuso sobre el “concepto” de ayuda, alegando que es una “constante exploración de las sociedades y el yo”.

Sobre el artículo, Rose Troup Buchanan destaca que los usuarios de medios sociales (desde altos funcionarios hasta periodistas experimentados) expresaron su confusión sobre qué es lo que Penn estaba tratando de decir.

A continuación el artículo “La cruz que nos toca cargar”, de Sean Penn

Por Sean Penn, actor ganador de un Oscar y Embajador en Misión Especial para Haití

10 de junio de 2015

Como un accidente de la vida, en 2010 me encontré convertido en director ejecutivo (CEO), primero de una organización de ayuda de emergencia, y en última instancia, en una persona cuyo objetivo es el desarrollo de Haití. Ahora, seis años más tarde esa organización, J / P HRO, da empleo aproximadamente a un personal haitiano de unas 300 personas a tiempo completo (un número oscila en relación con el financiamiento).

Estamos involucrados en muchos sectores, como la salud, la ingeniería, la educación, la vivienda y la reubicación. En grados variables, hemos trabajado en apoyo psicosocial, prevención y educación sobre la violencia contra las mujeres, y otras necesidades que nos expresaron por miles de hombres y mujeres haitianos de todos los ámbitos de la vida y el liderazgo. Y sí, también los consultores extranjeros.

El propio concepto de ayuda es, y creo que debería ser, una exploración constante de las sociedades y del yo. Para los extranjeros que trabajan para llevar la ayuda fuera de sus propios países, por no hablar de fuera de sus propios hogares o en su espejo mismo, es una lucha constante. El propósito de este artículo no es aportar un debate estadístico, defender ni criticar. Más que eso, es el sentido más actual de quien practica la exploración mencionada anteriormente.

Me siento provocado por la reciente crítica de Justin Eliott de ProPublica y Laura Sullivan de NPR a las actividades y los gastos de la Cruz Roja de EE.UU. relacionados con su respuesta al terremoto de Haití de 2010 hasta hoy, en un artículo del 3 de junio de 2015 titulado “De cómo la Cruz Roja recaudó US$1,500 para Haití y construyó seis casas”.

Esta es la información completa: Mi propia organización J / P HRO ha sido apoyada formalmente con fondos de la Cruz Roja con un total de US$2,987,000. Esta cifra de ninguna manera refleja el mayor y más sostenido respaldo que la Cruz Roja Americana le ha proporcionado a J / P HRO, empezando con el suministro de miles de lonas sencillamente para proporcionar un refugio seco durante las tormentas en el período inmediatamente posterior al terremoto para las familias desplazadas de manera tan trágica, y en formas incontables desde entonces, que también reflejan los recursos, la financiación, y otras vías.

La Cruz Roja Americana ha ofrecido apoyo a numerosas organizaciones, en gran medida no reconocido, como lo hizo con las decenas de millones de dólares de financiamiento para la distribución inmediata de alimentos y mercancías del Programa Mundial de Alimentos a los haitianos desplazados en los momentos que siguieron al terremoto. Esa lista pudiera continuar hasta donde nos encontramos hoy concretamente, y dónde podríamos estar en espíritu, si tuviéramos que elegir involucrarnos en la ayuda internacional.

Haití es, en muchos sentidos, como cualquier otro lugar del mundo. Donde se es más pobre, se es más resistente, y tal vez, más imaginativo. Donde hay corrupción, la anticorrupción es heroica. Donde hay resentimiento, ese juicio solo se vierte sobre uno mismo. Y donde hay esperanza, se es merecedor de atención, fraternidad, hermandad, compasión y respeto. Al igual que en otros sitios, en última instancia, hay recompensa y negación.

Aparte de de mis propias relaciones personales y familiares, son Haití y los haitianos, quienes más me han conmovido y enseñado. Sin embargo, aún así, la vida y la ayuda siguen siendo una exploración. Como en todos los aspectos de la vida, la transparencia misma se convierte en un equilibrio de la percepción y la supervivencia. Identidad y orden del día. Estrategia y voluntad.

Sin embargo, siempre que esas cosas dependen de dólares y centavos, la acogida o la supervisión de los medios, los frenos y contrapesos están en manos de un surtido tan variado de estrechez de miras tan personal, institucional y social, que confiamos, más que en nuestros propios corazones y mentes en lo que se ha convertido, en lo que es, la percepción de mayor tendencia. ¿Cómo podemos hacer frente a eso? ¿Cómo podemos levantarnos? En primer lugar, con introspección y gratitud.

He estado trabajando sobre el terreno en Haití con gente que para mí es heroica. Eso ha dado pie a esta reflexión. Lo que mis ojos han visto me hace sentirme agradecido hacia ellos. Lo que mis ojos han visto me hace agradecerle a la Cruz Roja Americana. Por sus detractores, seguramente seré acusado de cosas sobre las cuales no voy a especular aquí. Por sus favorecidos, tengo su solidaridad.

Mi esperanza al escribir esto es, para quienes optan por invertir fuera de sus propios hogares, ya sea salido de sus corazones, sus mentes, sus cuerpos, o sus billeteras, que esto resulte más importante que concentrase en el autor, o una defensa de cualquier otra persona u organización; más bien, como un mero estímulo para mirar más profundamente en lo que sigue siendo más una interrogante que una respuesta.