SAN FRANCISCO DE MACORIS.-La normalidad retornó este viernes a esta ciudad, luego de tres días de paralización general de actividades, salpicado por la violencia que dejó el balance un muerto y por lo menos siete heridos, incluyendo varios agentes policiales.

El comercio reabrió sus puertas y el tránsito vehicular se normalizó, provocándose los tradicionales entaponamientos en las principales vías.

Las labores judiciales en el palacio de justicia se reanudaron, luego que el jueves fueran suspendidos los roles de audiencias, tras la agresión a pedradas materializada el miércoles durante el sepelio del dirigente Vladimir Lantigua Baldera.

Por igual las distintas sucursales bancarias reanudaron sus labores, aunque algunas no la suspendieron pero sin el flujo normal de clientes.

Desde temprano brigadas de la alcaldía municipal comenzaron a retirar escombros colocados por manifestantes en el curso de la huelga.

Troncos y ramas de árboles, desperdicios, fragmentos de botellas, montones de basuras, eran retiradas de calles y avenidas.

En algunos lugares se observó a sus moradores realizando labores de retiro de las polvaredas dejadas por los neumáticos que fueron incendiados.

San Francisco de Macorís, fue paralizado desde el pasado martes 1 de agosto y ayer sus organizadores decidieron extenderlo por tiempo indefinido, lo que provocó que autoridades provinciales del gobierno, empresarios, comerciantes,  la iglesia católica, realizaran un encuentro de emergencia con los representantes de las organizaciones convocantes de la jornada de protesta.

En el encuentro se acordó la formación de una comisión que junto al gobernador de la provincia Duarte, Juan Antigua Javier, viajarán el lunes a Santo Domingo, para coordinar un encuentro en esta ciudad de las autoridades gubernamentales con los dirigentes barriales.

También se determinó la liberación de todos los detenidos durante el movimiento de protesta. De inmediato las autoridades procedieron a la liberación de los presos.

El paro y el matiz violento adquirido dejó el trágico suceso de la muerte del estudiante, empleado universitario y dirigente del Falpo, Vladimir Lantigua Baldera.

La situación provocó que la ciudad fuera militarizada por un fuerte contingentes de las fuerzas elites del ejército y la policía, así como la presencia de helicópteros que sobrevolaban la ciudad hasta caer la tarde del jueves.