CIUDAD DEL VATICANO-Un documento del Vaticano llama a los líderes de la Iglesia católica a hacer más para acercarse a los homosexuales, parejas que cohabitan y divorciadas, adoptando un enfoque mucho más acogedor para las personas que están actualmente en conflicto con las enseñanzas del Vaticano.

El documento, elaborado a medio camino de una de las principales reuniones de dos semanas de obispos de todo el mundo y revelado en exclusiva por el periódico The Wall Street Journal, tiene como fin discutir los problemas que aquejan a la familia, pero no aboga por ningún cambio en la oposición de la Iglesia a la anticoncepción, las uniones civiles o el divorcio.

Según la información, escrita por Deborah Ball y Liam Moloney, el documento sugiere un enfoque mucho más suave para los gais y también abrió la puerta a un cambio significativo en el enfoque de la Iglesia al divorcio, posiblemente allanando el camino para las divorciadas vueltas a casar para recibir la comunión, un sacramento negado actualmente a los católicos que se vuelven a casar sin recibir una anulación.

Alrededor de 200 obispos de todo el mundo se reunieron en la Ciudad del Vaticano durante la semana pasada en una asamblea convocada por el Papa Francisco para hacer frente a innumerables problemas que afligen a las familias –problemas que van desde el divorcio hasta la migración forzada y la poligamia‒, y objetivo de encontrar nuevas formas para que la Iglesia ayude a la gente en medio de la crisis.

“Esto es claramente una victoria del papa Francisco”, dijo Alberto Melloni, historiador de la Iglesia en la Universidad de Módena y Reggio Emilia. “Se las arregló para conseguir obispos que abordaran temas sobre los que algunos cardenales dijeron que no había nada que discutir”

“El papa Francisco fue muy claro en que tiene dos demandas específicas” del sínodo, dijo el cardenal Vincent Nichols del Reino Unido en una entrevista. El pontífice pidió a los obispos a considerar “los altos ideales de la Iglesia y no juzgar la vida de las personas”. Las discusiones podrían traducirse en diferentes pautas para que los párrocos puedan ayudar a las familias en crisis.

El año pasado, el Vaticano emitió un extenso cuestionario a las diócesis de todo el mundo, consultándoles sobre los mayores desafíos que enfrentan las familias. Alrededor del 84% de las conferencias episcopales respondieron, una tasa mucho más alta que los sínodos anteriores, y se encontró un rechazo abrumador de la Iglesia al control de la natalidad y al matrimonio gay.

En la apertura del sínodo la semana pasada, el papa Francisco, que ha empujado a la Iglesia para que se centre más en proporcionar soluciones pastorales a los problemas cotidianos que afectan a las personas, pidió a los obispos a ser abiertos en el recuento de los problemas que enfrentan en el terreno. Y las discusiones han sido muy francas. Los participantes han oído a parejas laicas hablar de su vida sexual y la acogida de niños gais.

El lunes, los obispos emitieron su primera síntesis importante de las conversaciones, y el lenguaje fue sorprendentemente sincero, especialmente, en relación con los homosexuales.

“Los homosexuales tienen dones y cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana”, escribieron. “¿Somos capaces de acoger a estas personas, garantizándoles un espacio fraterno en nuestras comunidades?”. El documento reitera su oposición al matrimonio gay y no es probable que indique una apertura a las uniones civiles, aunque reconoció el “valioso apoyo” que las uniones homosexuales pueden ofrecer y destacó la necesidad de apoyar a los niños que viven con parejas del mismo sexo.

El tono recuerda fuertemente la observación del papa Francisco el año pasado, cuando dijo: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”.

El documento podría alentar un enfoque diferente a las familias gais, empujando a los sacerdotes locales, por ejemplo, a dar la bienvenida al bautismo de los hijos de parejas del mismo sexo y acoger la participación de los homosexuales en la vida de la iglesia local, dijo Joann Heaney-Hunter, profesora de teología en la Universidad St. John´s.

El debut del sínodo estuvo marcado por un debate muy público sobre si la Iglesia debe encontrar una manera de traer a los católicos vueltos a casar de nuevo al redil. A petición del Papa, el cardenal retirado Walter Kasper de Alemania emitió en febrero una propuesta para permitir a los católicos vueltos a casar una forma de recibir la comunión después de un período de penitencia. Otros cardenales prominentes, sin embargo, echaron atrás ese cambio.

“Podría esperar que Jesús tal vez hubiera sido más suave con el divorcio”, dijo el Cardenal George Pell de Australia la semana pasada, quien advirtió sobre la esperanza de “vueltas atrás doctrinales” que surjan del sínodo. “Pero no lo fue. Y estoy hablando con él”.

El documento del lunes planteó la posibilidad de sobre una base de “caso por caso” permitir que los católicos vueltos a casar comulguen después de un período de penitencia y dijo que muchos obispos favorecieron acelerar el largo y complicado proceso de anulaciones. Sin embargo, reconoció que la oposición a los cambios en el enfoque del divorcio y pidió más estudios sobre el problema.

Los obispos hicieron poca mención de control de la natalidad, lo que indica poco cambio probable en esa área, dicen los expertos. Después de otra semana de reuniones, los obispos emitirán un documento final que proporcionará la base para un posterior debate dentro de la Iglesia. El próximo octubre, los obispos se reunirán una vez más para acordar una serie de recomendaciones. El Papa tomará una decisión final sobre cualquier cambio.

“Esto es claramente una victoria del papa Francisco”, dijo Alberto Melloni, historiador de la Iglesia en la Universidad de Módena y Reggio Emilia. “Se las arregló para conseguir obispos que abordaran temas sobre los que algunos cardenales dijeron que no había nada que discutir”.

El tono más suave del documento refleja el reconocimiento generalizado por gran parte del liderazgo de la Iglesia de que muchos de los fieles encuentren desagradable conceptos como “vivir en pecado”.

Antes de convertirse en pontífice, el papa Benedicto XVI fue criticado por calificar a la homosexualidad como “intrínsecamente desordenados”, y comparó la tendencia de las uniones civiles para parejas homosexuales como la “legalización del mal”. En un documento de 2003, también escribió que permitir las adopciones por parte de parejas homosexuales “significa someter de hecho a la violencia a estos niños".

"La cuestión del lenguaje ha sido algo grande”, dijo el cardenal Timothy Dolan, de Nueva York. “Ha sido un deseo ardiente de presentar lo (el mensaje de la Iglesia) de una manera diferente”.

Si bien se el enfoque se ha centrado en los debates del Sínodo sobre el matrimonio y los homosexuales, los obispos del mundo en desarrollo han presionado para una mejor orientación sobre el tratamiento de cuestiones como la poligamia y el impacto de la guerra, la violencia y la migración forzada en las familias.

“Mientras ellos están luchando sobre el divorcio, tengo mis propios problemas en el terreno”, dijo Mons. Ignacio Kaigama, arzobispo de Jos, en Nigeria, en una entrevista.