SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El periódico El Nuevo Herald, de Miami (Estados Unidos), publicó un reportaje sobre el ejercicio de la prostitución en las zonas turísticas de República Dominicana, en el cual afirma que dentro del país existe “un paraíso para la prostitución”.

El reportaje, firmado por Ezra Fieser, se hizo en base a entrevistas con trabajadoras sexuales dominicanas que ejercen el oficio con turistas extranjeros, sobre todo europeos y estadounidenses.

“De día, la playa de este pueblecito caribeño junto al mar se llena de turistas italianos. De noche, sus calles se llenan de prostitutas”, describe el reportaje, que no identifica el lugar que describe.

Explica que un proxeneta identificado como Antonio Guzmán, de 36 años, expone de la siguiente manera la realidad que se vive en el polo turístico:

“Aquí la prostitución está en todas partes: en la playa, en los bares, en los clubes…Este lugar funciona a base de eso”.

Detalla que Guzmán ha trabajado en la playa durante 15 años y conecta cotidianamente a los turistas con las prostitutas.

“La República Dominicana ha sido asociada tanto en la isla como fuera de ella con la venta del sexo”, declaró al periódico la especialista Denise Brennan

Según el reportaje, recientemente ocurrió que al medio día, un fin de semana, unos cuantos hombres de edad mediana entraron en un pequeño club en una calle tranquila, y escogieron entre las mujeres jóvenes y bonitas, en su mayoría dominicanas.

Explica que con US$50 compraban dos horas en un cuarto privado con la muchacha elegida, más bebida y comida.

Este hecho ocurrió a pocas cuadras de donde se bronceaban cientos de europeos,

“Por toda la nación de 10 millones de habitantes se suceden escenas similares, desde pequeños bares y hoteles donde los turistas pagan US$40 por media hora con una mujer a paquetes de vacaciones de turismo sexual por más de US$4,000 por una estancia de tres noches con todo incluido”, resalta el reportajte.

Para El Nuevo Herald, mucho antes de que emergieran “explosivas alegaciones de que el senador demócrata de Nueva Jersey Bob Menéndez y un donante político viajaban al país para hacer fiestas desenfrenadas con varias prostitutas”, la República Dominicana había cimentado su reputación como un centro de turismo sexual.

Recuerda que Menéndez ha negado las alegaciones, calificándolas de campaña de difamación política.

“Estudios sugieren que entre 60,000 y 100,000 mujeres trabajan en el comercio sexual en el país, según el Centro de Orientación e Investigación Integral, organización comunitaria de salud radicada en la capital, Santo Domingo”, subraya el reportaje.

No obstante, aclara que el turismo sexual no es ni para nada exclusivo de la República Dominicana.

Recuerda que otros países, desde Costa Rica y Brasil hasta Tailandia y Cambodia tienen gigantescas industrias de la prostitución. Indica que la proximidad del país a Estados Unidos y su vínculo con Europa, conjuntamente con sus paquetes de vacaciones baratos, han hecho de esa nación un lugar preferido para quien busca turismo sexual.

“La República Dominicana ha sido asociada tanto en la isla como fuera de ella con la venta del sexo”, declaró al periódico la especialista Denise Brennan, profesora de la Universidad de Georgetown y autora de What’s Love Got to Do With It (“¿Qué tiene que ver el amor en esto?”), que examina el turismo sexual en el país caribeño que comparte la isla La Española con la República de Haití.

La autora sostiene que las trabajadoras sexuales dominicanas se posicionan a sí mismas estratégicamente, y hablan de sí mismas y utilizan las expectativas de los extranjeros de que ellas sean atractivas y sexy.

República Dominicana, que atrajo el año pasado a 4.6 millones de visitantes, convirtiéndose en la nación más visitada del Caribe, es bien conocida por sus prístinas playas y centros turísticos gigantes, sostiene el reportaje de El Nuevo Herald.

“Pero, en esas mismas áreas turísticas, es común encontrar a hombres europeos o estadounidenses con mujeres de la mitad de su edad, un área enormemente visible de la industria del turismo, ni enfatizada ni condenada por el gobierno y los promotores turísticos”, indica.

Sostiene que los turistas que viajan a República Dominicana de manera masiva desde EEUU, Europa y otros lugares, están entre los clientes más buscados y generosos.

“Europeos o gringos, son los que más pagan y una no tiene que lidiar con las excusas que te dan los dominicanos”, declaró Odalis Vásquez, prostituta de 36 años que, según el reportajte, viaja todos los inviernos a un pueblecito en la costa norte de la isla, el cual no identifica el periódico.

“Allí, se queda en una casita cuyos dueños le brindan alojamiento y comida y le envían clientes, de los cuales casi todos son turistas extranjeros”, detalla.

Sostiene que en dos semanas, esta mujer gana entre US$600 y US$800, suma que según su testimonio obtiene en otros trabajos en dos meses.

La mujer proviene de Haina, donde vive con su esposo y sus cuatro hijos, y según el periódico ha trabajado los medios tradicionales de encontrar clientes, incluyendo las playas, los bares y las referencias verbales.

Otras trabajadoras sexuales

“Las mujeres como las que supuestamente visitaban a (Bob) Menéndez en la casa de vacaciones de su benefactor político, el oftalmólogo de la Florida Salomón Melgen, dependen más de la internet y de intermediarios que las ponen en contacto con los visitantes ricos”, explica el reportaje de El Nuevo Herald.

Indica que son mujeres conocidas como “mega-mamis”, y no se consideran a sí mismas como prostitutas.

“No somos como las chicas promedio”, declaró Yaneisy, quien pidió que no se revelara su apellido porque sus familiares “me matarían si se enteraran”, detalla el diario.

Explica que ella tiene un trabajo de día, pero que dijo de noche puede cobrar más de US$500.

“Convence a los hombres de que vengan de visita por algunos días o una semana, y ella se queda con ellos en el hotel, recibe regalos y pago cuando ellos se van”, detalla.

“Tengo anuncios en websites. Ellos me contactan y chateamos”, explicó la joven sobre su forma de trabajar.