Esta serie de tres artículos es un resumen de una investigación sobre la reforma educativa realizada por la autora, en su condición de docente investigadora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

La contextualización del periodo de esta reforma educativa, 2013-2020, no se puede limitar a los aspectos económicos y educativos. Existen otros factores políticos y sociales que determinan una realidad que en conjunto produce sus efectos sobre toda la sociedad  y en este caso sobre la educación y sus resultados.

Es poco común que en los análisis de las reformas educativas se incluyan los aspectos políticos o sociales, ya que se considera que unos no tienen nada que ver. Sin embargo, no se puede hacer un estudio sociológico sin tomar en cuenta cómo la sociedad se comporta como colectivo. La educación es una actividad sistémica, es el resultado del esfuerzo coordinado de los diferentes actores e instituciones, sobre todo del liderazgo y si éstos no obtienen buenos resultados en ninguno de los problemas sociales, tampoco lo obtendrán en educación.

Alrededor del 80 por ciento de la educación dominicana es pública y el impacto que el estilo de gobierno tiene sobre ella es muy grande, no sólo como una influencia difusa, sino porque este es el sector con mayor empleo público y, tradicionalmente, ha estado bajo la influencia del clientelismo y el rentismo.

La actual reforma educativa, iniciada en el 2013, se presentó revestida de cierto aire de renovación, ya que se trataba de un presidente y algunos funcionarios nuevos, aunque el partido es el mismo que había agotado ya tres periodos presidenciales. Al principio, la asignación del tan reclamado 4% para la educación alimentó las esperanzas de que esta vez sí ejecutaríamos una reforma real.

En estos ocho años, el gobierno del Presidente Medina ha contado con el dominio de todos los poderes del Estado, incluidos el Congreso Nacional, la Justicia y el apoyo de poderes fácticos como el empresariado, las iglesias, medios de comunicación, gremios profesionales y de trabajadores, entre otros. Este panorama le hubiera permitido realizar los cambios que requiere una reforma educativa, especialmente los que tienen que ver con el fortalecimiento institucional, la concertación social, el orden, la rendición de cuentas y la eliminación de la cultura clientelar en las escuelas, para mencionar algunos de los elementos que se señalan como fundamentales para el avance de la educación pública.

Por el contrario, el nombramiento de dirigentes del partido en posiciones de ministros, viceministros, directores regionales y distritales ha demostrado ser una continuidad de la política clientelar que permea al sistema educativo público. Todos los expertos consultados por la autora de este trabajo señalaron que uno de los factores que más daño hace a la educación pública es el dominio de la política a todos los niveles.  Desde los ministros y viceministros, pasando por los mandos medios, regionales, locales, líderes del partido oficial, autoridades provinciales y municipales, senadores, diputados, alcaldes, hasta directivos de la Asociación Dominicana de Profesores, especialmente de la facción adepta al gobierno de turno, todos tienen una cuota asignada de los nombramientos del Ministerio, a todos los niveles, pero masivamente donde hay más empleo, entre maestros y personal de apoyo. Es difícil saber con certeza a cuánto asciende esta cuota de los políticos en el sistema educativo, pero algunos la estiman alta.

Sin importar la preparación académica del personal distribuido por razones de influencia política, su rendimiento, dedicación y mantenimiento en el sistema obedece a una lógica que no tiene nada que ver con el interés de avanzar en los logros educativos. Esas personas se comportan, en cualquier nivel que se inserten, como inamovibles, privilegiadas, creadoras de conflictos y colocadas por encima de las autoridades legítimas. Algunas de las personas entrevistadas señalan que la práctica clientelar explica la excesiva cantidad de personal administrativo y de apoyo que aparece en nómina, aun cuando las escuelas siguen teniendo déficits de este tipo de personal. Se señala que son muchas los centros educativos que carecen de personal absolutamente imprescindible, como los de limpieza y seguridad y resulta que cuando reclaman su nombramiento se encuentran con que ya hay decenas de personas cobrando en esas posiciones, que esos puestos de trabajo son propiedad de políticos, funcionarios y hasta sindicalistas. Programas de investigación periodística han mostrado casos de personas que cobran en el Ministerio de Educación, a veces sin saberlo, mientras trabajan en casas de particulares.

Ninguno de los ministros que han ocupado la posición ha resuelto esta situación, la mayoría incrementaron el problema, nombrando sus propios adeptos sin cancelar a los del anterior. Esto no es una denuncia, ni se limita al costo económico que esta perniciosa práctica tiene para el país. Es un aspecto sociológico de gran importancia, porque un sistema que se fundamenta en el clientelismo y la corrupción no tiene la fuerza moral para impulsar una reforma y menos una revolución. Es  inmenso el impacto negativo que tiene en una escuela o en cualquier otro espacio de la administración pública, el hecho de tener personas intocables, cobrando sin cumplir con su labor, sin que nadie pueda hacer nada para cambiar la situación.

En fin, el modelo rentista clientelar que caracteriza a la República Dominicana va en contra de la planificación, de la buena administración, del trabajo en equipo, la confianza y el entusiasmo que se requiere para encaminar una reforma. Es excluyente, deshonesto, autoritario, centralizador, castra la creatividad, las iniciativas y envía un mensaje negativo a las futuras generaciones.

  • Una sociedad con fuerte deterioro social y moral

A los factores políticos se suma, de manera ominosa, el deterioro social y moral que ha caracterizado a la sociedad dominicana en los últimos años.

¿Qué tiene que ver un análisis de la reforma educativa con esos factores que podrían considerarse externos a la escuela? Tiene que ver en todos los sentidos, porque la escuela es sujeto y objeto de la acción social, crea cultura, pero al mismo tiempo es receptora de la que se crea en otros ámbitos, sobre todo en el económico, político y social. En República Dominicana, la escuela pública, y también una parte de las privadas, han recibido el impacto del aumento de la delincuencia, la violencia, el desorden generalizado y el deterioro social. Nunca había sido más difícil gobernar una escuela. Observaciones y testimonios recogidos, indican que muchos maestros y directores no pueden, no tienen la capacidad ni las herramientas para someter al orden a jóvenes, sobre todo varones, de los grandes centros urbanos, que escenifican toda clase de enfrentamientos violentos y fechorías, con el resultado de que muchas veces los maestros deciden mantenerse al margen por miedo a salir lastimados, por cansancio o desidia.

  • Una educación superior con bajos estándares de calidad

Aunque la educación superior conforma un sistema separado y está fuera de los objetivos de este estudio, no podemos dejar de tocar algunos elementos que inciden en los resultados de la educación preuniversitaria. Cuando se trata de calidad, estos dos sectores comparten responsabilidades y se influyen mutuamente. Los niveles preuniversitarios preparan a los alumnos que ingresaran a la educación superior. A su vez, la educación superior forma los docentes que trabajaran en los niveles preuniversitarios. Con mucha frecuencia se acusa a la educación superior de la baja calidad de los profesionales de la educación y de otorgarles títulos vacíos de contenido. De hecho, los resultados de las evaluaciones magisteriales que hemos presentado en este trabajo, dejan mal parada a la educación superior, por cuanto aquellos son, casi en su totalidad, graduados universitarios de las últimas décadas y la inmensa mayoría no domina los conocimientos y habilidades correspondientes a su profesión.

Justamente de esos centros de estudios públicos y privados de bajo costo han salido la inmensa mayoría de los maestros para la educación preuniversitaria, los mismos que arrojan los resultados de aprendizaje que hemos presentado.  Así se forma una cadena de falencias de calidad que ha pasado a ser parte de la cultura dominicana: estudiantes que llegan a la universidad con una preparación extremadamente deficiente; universidades masificadas que los aceptan y no están en condiciones ni ellas ni los alumnos de revertir esa situación; graduados universitarios que no están a la altura de las exigencias del mercado y de las sociedades modernas; maestros que no están preparados para enseñar.

En resumen, la educación superior no ha jugado su papel de ser un referente de calidad para los niveles preuniversitarios. En lugar de contribuir a la reforma educativa ha crecido en la graduación masiva de maestros que no cuentan con las competencias para enseñar. 

CULTURA COLECTIVA, COHESION SOCIAL Y ANOMIA EN LA SOCIEDAD DOMINICANA.

No se puede analizar una problemática tan importante y compleja como la educación sin apelar a la cultura predominante en la sociedad y sobre todo, al concepto de cohesión social, que es uno de los aportes de la Sociología a las Ciencias Sociales. La cohesión es una condición de toda sociedad, que no podría sostenerse sin un cierto grado de unidad de propósitos, un acuerdo o contrato social que haga las veces de "pegamento" que une a los componentes de una sociedad, les da sentido de colectividad, de pertenencia y una identidad frente a sí misma y al resto del mundo. La educación, en todos sus niveles, es una de las instituciones fundamentales encargadas de la creación de cohesión social.

La CEPAL (Cohesión Social,

Lorenzo Guadamuz, asesor costarricense en República Dominicana

2007) definió  este concepto como "capacidad de manejo de normas, redes y lazos sociales de confianza, que permiten reforzar la acción colectiva y sentar bases de reciprocidad en el trato, que se extienden progresivamente al conjunto de la sociedad".

La dominicana es una sociedad con débil cohesión social y precaria conciencia colectiva.  El análisis de los sectores o instituciones que tienen mayor influencia en la reforma educativa, muestra un país con fuertes dificultades para alcanzar objetivos colectivos y hacerlo de forma sostenida. No se completan los procesos, no se supera el pasado y no se  logra entroncar las conciencias individuales con la colectiva.

Los resultados de la reforma educativa expresan el nivel de cohesión y de conciencia colectiva. El concepto de lo público nunca ha prendido en la conciencia nacional, con la excepción de pequeños grupos. Los dominicanos somos fuertes y progresistas en lo individual, pero no en lo colectivo. La historia del país es un ejemplo de esto.

Las reformas educativas han sido abandonadas sin lograr sus objetivos y muchas veces sin intentarlo, porque no se cumplen los compromisos, no se realizan las acciones planificadas y no se logra un apoyo permanente del liderazgo nacional. Ese liderazgo ha optado por crear un sistema privado y abandonar la escuela pública a su suerte, sin dolientes, sin dueño. Así como  quien quiera tener electricidad o agua ha tenido que instalar su propio sistema; la recogida de basura, la seguridad, los servicios de salud, todo ha sido privatizado porque lo público funciona muy mal.

Los niveles de anomia social que caracterizan a la sociedad dominicana se manifiestan claramente en la educación, en especial la pública. La diferencia entre los currículos diseñados, frente a lo que se aplica en la cotidianidad de las escuelas, es abismal, no tienen nada que ver. Hermosos documentos que se degradan desde la cúpula hasta llegar a la base sin contenido, mediatizados por el individualismo, la falta de liderazgo y la ignorancia.

El actual proceso de reforma educativa carece del sustento de una corriente de modernización al interior del sistema educativo y de la sociedad dominicana. Aunque surgió de un movimiento reivindicativo legítimo,  con amplio apoyo social, no ha  logrado estructurar una base de sustentación permanente en los principales sectores que motorizan el desarrollo nacional.

Danilo Medina con Ligia Amada Melo

Frente a la coyuntura de un posible cambio gubernamental en este 2020, las nuevas autoridades encontrarán un país ansioso de cambios, dispuesto a participar y presionar por medidas contundentes y soluciones. Muchos sectores entienden que llegó el momento de avanzar hacia una sociedad más equitativa, democrática y transparente. Las nuevas autoridades deberán aprovechar el momento favorable para impulsar una verdadera reforma educativa, poniendo a la cabeza a un equipo de personas capaces de asumir el reto de unir voluntades, mover montañas, lograr cosas que ahora parecen imposibles. El próximo gobierno debería designar en el sector educación a los mejores líderes con que cuente y enviar un mensaje bien claro de que la educación es prioridad, no con campañas costosas y consignas vacías, sino haciendo las cosas de manera diferente.

 

LA REFORMA EDUCATIVA TEXTO DE INFORME FINAL, 30-5-20