Río de Janeiro, 13 mar (EFE).- La reforma del estadio de Maracaná de Río de Janeiro para el Mundial de fútbol de Brasil de 2014 tuvo una sobrefacturación de 211 millones de reales (unos 66 millones de dólares), según investigaciones del Tribunal de Cuentas regional filtrados hoy a la prensa local.
La televisión Globo publicó unos documentos en los que se muestran indicios de que se desvió dinero en servicios y productos durante la reforma del estadio, que fueron sobrefacturados, como términos aditivos sospechosos en el contrato y gastos con duplicidad.
El consorcio que ganó la licitación para reformar el templo del fútbol brasileño está formado por las constructoras Odebrecht, Andrade Gutiérrez y Delta, todas ellas salpicadas por el gigantesco caso de corrupción alrededor de la petrolera estatal Petrobras.
Aunque inicialmente la reforma del estadio estaba calculada en 705 millones de reales (unos 223 millones de dólares al cambio actual), el precio final saltó hasta los 1.200 millones de reales (unos 380 millones de dólares).
Según el reportaje, el Tribunal de Cuentas del Estado de Río de Janeiro (TCE-RJ) determinó la suspensión de pagos a las constructoras en otros contratos con el Gobierno regional de Río de Janeiro.
La semana pasada, el propio tribunal determinó el arresto de recursos obtenidos con la venta de la concesión del estadio.
La Fiscalía brasileña quiere que las tres constructoras que forman el consorcio Maracaná devuelvan a las arcas públicas 200 millones de reales (unos 63,5 millones de dólares).
Documentos del TCE a los que la televisión tuvo acceso muestran que las irregularidades en las obras del estadio empezaron ya con el proyecto básico de reforma, lo que acabó "suponiendo significativas modificaciones entre el proyecto básico y el ejecutivo".
Otros costes del proyecto acabaron siendo alterados, sustituyendo los elementos previstos por unos de mayor valor, encareciendo el coste total.
Entre los productos encarecidos, destaca la argamasa, comprada a un precio tres veces superior al del mercado y con ello encareció las obras en 23 millones de reales (unos 7,3 millones de dólares).
También está el cambio de la manguera para limpiar el cemento (una de altísima presión por una de menor), que subió el precio de las obras en 577.000 reales (unos 183.000 dólares).
Otro ejemplo revelado del mal uso del dinero público fue en la contratación de equipos de limpieza, con la previsión inicial de 18 equipos por mes, compuestos por una excavadora, un camión y 16 personas cada uno para sacar toda la basura de las obras.
En las inspecciones, el TCE encontró apenas tres empleados haciendo la limpieza y toda la basura acumulada en varios puntos del estadio.
Inicialmente, el proyecto básico contaba con la tribuna original del estadio, aunque el consorcio decidió construir una nueva, por valor de 274 millones de reales (unos 87 millones de dólares), y muy similar a la construida en el estadio de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, para el Mundial de 2010, aunque con un coste cinco veces mayor.
En el marco de las investigaciones del caso de corrupción en Petrobras, exdirectivos de Andrade Gutiérrez aseguraron en su delación ante la Justicia que el Gobierno de Río de Janeiro favoreció el consorcio Maracaná, y que se formó un cartel entre las constructoras, junto con el gobierno regional, para orientar la licitación, y que las empresas pagaron coimas para ser elegidas.
Esta denuncia fue una de las que llevó el exgobernador de Río de Janeiro Sérgio Cabral a prisión, en noviembre pasado, junto con el exsecterario de obras regional Hudson Braga.
Sede de la final del Mundial de fútbol de 2014 y de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de 2016, el Maracaná quedó abandonado a finales del año pasado por el conflicto que mantienen el consorcio que lo administra y el Comité Río2016, que se ocupó
El consorcio se queja que el estadio no le fue devuelto en las misma condiciones que estaba cuando lo entregó, por lo que pide que el Comité pague las obras de reforma necesarias y se ocupe de los desperfectos.
La semana pasada, el club Flamengo disputó un partido de la Copa Libertadores en el estadio, el primer encuentro oficial que se jugó desde finales de noviembre, después de pagar de su bolsillo 2 millones de reales (unos 630.000 dólares) para arreglar algunos de los desperfectos en el estadio tras tres meses y medio de abandono. EFE