Franchesca Martínez/Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana. El tatuaje es considerado como un arte, una expresión cultural o un canal de comunicación de sentimientos y estados de ánimo.
Hacerse dibujos en el cuerpo es una práctica mal vista por los sectores sociales conservadores. El prejuicio tacha a quien exhibe un tatuaje como una persona proclive a la delincuencia. Incluso, cuando el tatuaje lo exhibe un artista de la contracultura no deje de espantar a las personas más conservadoras.
Aunque no exista una relación directa entre tatuaje y delincuencia, personas que entran en conflicto con la ley suelden expresar su rebeldía, inconformidad o resentimiento por medio de los tatuajes.
Cuando el equipo de Acento.com.do visitó la cárcel modelo de Najaya, para la serie especial de reportajes sobre el Viejo y el Nuevo Modelo Penitenciario, pudo notar que muchos reclusos gustan del tatuaje. Algunos accedieron a conversar con reporteros de es medio:
“El tatuaje es una expresión de mis vivencias, mi cultura, y mis sentimientos”, expresó uno de los reclusos.
Ariel Rodríguez, interno de la Carcel de Najayo Hombres, expresó que la imagen tatuada en su cara, que representan dos lágrimas, específicamente debajo de su ojo derecho, es un simbolismo dos homicidios en primer grado que cometió, hechos por los cuales cumple una condena de treinta años.
“Me los hice porque representan el hecho que cometí, homicidio en primer grado, cosas de la calle, dos”, afirmó Rodríguez, con cierto dejo de pesar.
Explicó que se hizo el tatuaje antes de entrar a la penitenciaria. Detalló que en la actualidad dentro de la cárcel no está permitdo hacerse tatuajes.
Pero no todos los tatuajes que exhiben los reclusos están relacionados con sus delitos. Muchos se hacen dibujar el rostro de seres queridos, imágenes religiosas o representaciones de ambientes familiares, para así sentir menos nostalgia.