La expresión facial de una persona cuando muere, a menudo, es la de alguien que está durmiendo.
Pero uno de mis familiares, quien sufrió de fuertes dolores y falta de atención médica en las horas previas a su fallecimiento, tenía un gesto radiante y casi de éxtasis en el rostro.
Durante décadas me pregunté si los últimos minutos de una persona pueden ser eufóricos.
¿Podría la muerte desencadenar una avalancha de endorfinas, en particular en ausencia de analgésicos", pregunta de Göran, de 77años y de Helsingborg, Suecia.
El poeta Dylan Thomas dijo cosas interesantes sobre la muerte, al menos en uno de sus famosos poemas:
"Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz".
A menudo asumimos que la vida es una lucha contra la muerte hasta el final.
Pero, como sugiere la pregunta, ¿es posible que uno llegue en buenos términos al final de su vida?
Como experto en cuidados paliativos, creo que hay un proceso que ocurre durante las dos semanas previas a la muerte.
En ese periodo la salud de los pacientes tiende a empeorar. A duras penas caminan, se mueven con más lentitud y pasan la mayor parte del tiempo dormidos.
Hacia el final, apenas son capaces de comer, beber o tragar medicamentos.
Los especialistas en cuidados paliativos consideran que ese es el momento en el que están "muriendo activamente" y que, en la mayoría de los casos, les quedan dos o tres días de vida.
Algunos pasan por ese proceso en un solo día, otros pueden estar "muriendo activamente" una semana, con el estrés que eso conlleva para la familia.
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Lo que experimentan unos y otros en la fase terminal puede ser muy distinto, por lo que es difícil precedirla.
De hecho, el momento preciso de la muerte es bastante complicado de descifrar.
Pero un estudio hecho por un grupo que lidero, aún no publicado, sugiere que, cuando se acerca ese instante se incrementa el nivel de químicos del estrés en el cuerpo.
En el caso de los enfermos de cáncer, y tal vez de otros padecimientos, aumentan los marcadores inflamatorios. Es la señal de que el cuerpo está combatiendo una infección.
Al inicio de este artículo, Göran pregunta si existe la posibilidad de que el cuerpo genere más endorfinas justo antes de morir.
Lo cierto es que no conozco a nadie que lo haya explorado.
Sin embargo, un estudio realizado en 2011 demostró que los niveles de serotonina, otro químico que contribuye a la sensación de felicidad, se triplicaron en el cerebro de seis ratas mientras éstas estaban muriendo.
Por eso no podemos descartar que algo parecido ocurra en el cerebro humano.
Ahora, es una sugerencia interesante y existe la tecnología para medir el nivel de endorfina y serotonina en los humanos.
Pero tomar muestras de sangre a quienes se están muriendo puede ser todo un desafío logístico y monetario.
Ahora, no hay evidencia que sugiera que los analgésicos como la morfina evita la producción natural de endorfinas y si para una persona el dolor no fue un problema serio, es inusual que se vuelva un problema durante sus últimos días.
No sabemos por qué pasa esto, porque no lo hemos investigado.
Lo que sabemos es que hay varios procesos en el cerebro que pueden ayudarnos con el dolor severo.
En esa línea, el trabajo de Irene Tracy, de la Universidad de Oxford, muestra el fascinante poder del placebo, la autosugestión y las creencias religiosas para controlar el dolor.
La meditación también ayuda.
Experiencias eufóricas
Pero ¿puede experimentarse euforia momentos antes de morir, más allá del aumento del nivel de endorfinas?
El cuerpo se va apagando, lo que también afecta al cerebro.
Y es posible que la forma en la que esto ocurra influya en cómo experimentamos esa fase terminal.
Jill Bolte-Taylor, una experta en neuroanatomía de Estados Unidos, describió durante una charla TED cómo sintió euforia e incluso una suerte de "nirvana" durante una experiencia cercana a la muerte, cuando el hemisferio izquierdo de su cerebro, que maneja la parte racional, se apagó debido a un accidente cerebrovascular.
Aunque la lesión se hubiera producido en el lado derecho, podría haber tenido una sensación similar.
Es posible que sean momentos de una profunda espiritualidad y sensación de plenitud.
Yo sé que, en los instantes previos a su muerte, mi abuelo levantó la mano y señaló a alguien en el techo. Mi padre, un católico devoto, creyó que mi abuelo estaba viendo a mi madre y a mi abuela.
Murió con una sonrisa en su rostro, lo que le produjo una enorme tranquilidad a mi padre.
Los budistas
El proceso de la muerte es sagrado para los budistas, quienes creen que ese instante provee de una gran potencial a la mente.
Para ellos, la transición hacia la muerte es el evento más importante de la vida: el punto en que llevas tu karma de esta vida hacia otras vidas.
Eso no significa que las personas con creencias religiosas tengan experiencias mortales más eufóricas.
He visto a sacerdotes y a monjas atrapados por la ansiedad mientras se acercan al momento de la muerte, tal vez por el temor de enfrentarse al llamado "juicio final".
Cada muerte es diferente
Ahora, cada muerte es distinta y es imposible saber si la tuya va ser tranquila.
He visto a muchos morir sin beneficiarse del aumento de endorfinas. Puedo recordar a jóvenes que cuidé en sus últimos días a los que les costó asumir que se morían.
En última instancia, sabemos muy poco sobre lo que sucede cuando alguien está muriendo. Después de 5.000 años de investigación médica, podemos decir cómo alguien muere ahogado o de un ataque cardíaco, pero no sabemos cómo se muere de cáncer o neumonía.
Lo mejor que podemos hacer es describirlo.
Mi investigación se centra en tratar de desmitificar el proceso de morir, comprender su biología básica y desarrollar modelos que predigan las últimas semanas y días de la vida.
Con el tiempo, también podremos investigar el papel que juegan las endorfinas en las últimas horas de la vida y podremos dar una respuesta definitiva a la pregunta que presentamos al inicio.
Es posible que experimentemos nuestro momento más profundo cuando estemos entre la vida y la muerte. Pero eso no significa que debamos dejar de luchar contra lo que hace que nuestra luz se apague para siempre.
Como dijo el diplomático sueco Dag Hammarskjöld: "No busques la muerte. La muerte te encontrará. Pero busca el camino que hace de la muerte una realización".
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