SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Investigadores del Centro Médico Universitario (UMC) de Amsterdam han obtenido efectivamente un 90 % de resultados positivos en los primeros test de este tratamiento.

"Ahora estamos haciendo un segundo estudio”, dijo hoy a la Agencia Efe en Amsterdam la investigadora Annieke van Baar, que lleva cuatro años desarrollando su trabajo junto al gastroenterólogo Jacques Bergman.

"Se trata de un porcentaje impresionante para una intervención que se hace en apenas una hora", valoró Van Baar.

Hay que esperar los resultados de este segundo estudio, que se conocerán el próximo año, “pero somos optimistas", añadió.

"Es como si lo estuviéramos cocinando", indicó Van Baar, al revelar que el proceso deja como resultado la quema de la capa mucosa de los intestinos delgados, lo que se consigue repitiendo cinco veces el tratamiento en diferentes partes del duodeno.

En las dos semanas siguientes -en las que el paciente debe seguir una diet-a, el propio cuerpo genera una nueva capa mucosa, pero "en un ambiente más saludable y receptivo a la insulina", añadió la investigadora.

La primera fase del estudio se probó en algo más de 50 pacientes que tomaban medicamentos para tratarse la diabetes tipo 2 y que, en el futuro, necesitarían insulina.

Un año después de la endoscopia, un 90 % de ellos tuvo un resultado positivo, pues sus niveles de glucosa disminuyeron y se estabilizaron, haciendo innecesarias las inyecciones.

Pese al enorme porcentaje de éxito cosechado, la científica se mostró cauta y repitió que "aún es pronto" para sacar conclusiones.

Van Baar espera que el tratamiento pueda ayudar tanto a los enfermos de diabetes tipo 2 que toman medicamentos como para los que "han estado utilizando insulina por menos de cinco años".

"Es una carga tener que inyectársela y medirse los niveles continuamente. Creo que de esta manera (con el nuevo tratamiento) los pacientes podrán recuperar calidad de vida", auguró.

La diabetes es una enfermedad crónica que ha sido calificada por la Organización Mundial de la Salud como una pandemia, pues es una de las primeras causas de mortalidad en el mundo y unos 442 millones de personas la sufren.

La diabetes tipo 1 es más habitual en niños o jóvenes, mientras que la tipo 2, la más común, es más frecuente en adultos y está asociada con la obesidad y un estilo de vida sedentario, así como la predisposición genética y la edad.

Almacenar bien la insulina
El eventual fin de la insulina se conoce el mismo mes en que se publicó un estudio alemán (https://www.eurekalert.org/pub_releases/2018-10/d-drm100218.php ) que detectó problemas en cómo se almacena.

Una de las principales recomendaciones cuando se trata de guardar la insulina, es almacenarla en el refrigerador. Si bien es necesario mantenerla a 36-46 ºF (de 2 a 8 ºC) —30-86 ºF (de 2 a 30 ºC) cuando se lleva en un inyector o frasco—, enfriarla sin prestar atención a la temperatura reduce su efectividad, según ese estudio.

La investigación incluyó a 388 pacientes con diabetes de Estados Unidos y Europa que colocaron sensores de temperatura al lado de su insulina, ya sea que estuviera en el refrigerador o en su bolsa de suministros para la diabetes.

Los sensores midieron las temperaturas cada tres minutos y se recolectaron datos durante un promedio de 49 días.

Los resultados indicaron que en la mayoría de casos (315 de los 388, lo que significa un 79%) hubo desviaciones respecto a los rangos de temperatura recomendados. En promedio, la insulina guardada en el refrigerador estaba fuera del rango recomendado de temperatura un 11% de las veces.

La congelación representó el mayor problema, debido a que 66 sensores (17 por ciento) registraron temperaturas por debajo de los 32 ºF (0 ºC).

“Muchas personas con diabetes guardan mal su insulina sin darse cuenta, debido a las temperaturas fluctuantes en sus neveras domésticas. Cuando guarde la insulina en la nevera en casa, use siempre un termómetro para revisar la temperatura. Se sabe que las condiciones de almacenamiento a largo plazo tienen un impacto en su efecto de reducción de la glucosa en la sangre”, advirtió la autora del estudio, Katarina Braune, especialista en Charite – Universitaetsmedizin en Berlín, Alemania.