Nada más antidemocrático que los fanáticos y promotores del odio. La historia registra muchas tragedias originadas en el fanatismo y la obcecación.

Los grupos ultranacionalistas, cual hidra de siete cabezas, quieren torcer la voluntad legal del país, del Gobierno, del Congreso y de los ciudadanos, para que se imponga su voluntad respecto a la aplicación de la ley 169-14 y su reglamento de aplicación.

Ya se sabe que presionan y hacen amarres para que desde la Dirección General de Migración y la Junta Central Electoral se viole la ley, se eliminen facilidades a los ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana, y se obstaculice un proceso expedito y gratuito instituido por el Gobierno.

Ahora presionan otra vez, sin darse cuenta que su empeño es en vano. El reglamento de la ley 169-14 ya fue publicado en la Gaceta Oficial. No hay marcha atrás en esta voluntad del gobierno.

Esa posición irresponsable, de insistir en que el gobierno no haga lo que el presidente y su equipo decidieron que debían hacer, es antidemocrática. Quiere torcer la voluntad popular y la voluntad oficial.

Es decir, que los ultranacionalistas desean imponer su posición de minoría al conjunto de la sociedad. Y eso no puede ser. Se agarran de que son aliados del partido de Gobierno, y chantajean a todos los líderes de ese partido, en especial al presidente de la República Danilo Medina, a quien de paso han insultado, intentado degradar y han colocado en una difícil situación.

Se dice que estos grupos ultranacionalistas renunciaron del gobierno. Pero nadie aclara nada, ni siquiera en el gobierno.

El proceso que ha seguido el país con estos grupos recalcitrantes demuestra hasta donde se ha degradado la política. Un grupejo insignificante ha colocado al gobierno en una situación embarazosa. Ha presionado hasta lo indecible al Palacio Nacional, ha insultado al vicepresidente de la nación con la que mayor relación tenemos, Estados Unidos, ha insultado al secretario general de las Naciones Unidas, en ocasión de visita al país, y han difamado al presidente del Consejo Europeo que también nos visitó.

Todos estos personajes, personalidades de altísima relevancia, han sido acusados de venir a presionar al gobierno para la unificación con Haití. Es una infamia contra estas dignidades, pero también lo es contra el presidente de la República, a quien no bajan de la condición de muñeco manipulable por todo el mundo.

Ahora desean que el país violente su propia ley, para negar los derechos que los corresponde a ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana, los cuales fueron históricamente marginados y golpeados, porque se les impidió obtener los documentos que les correspondían.

Si el gobierno cede ante las presiones y viola su propia ley y la institucionalidad, sería un acto suicida, que ni el presidente de la República aceptará, pero que tampoco debían aceptar los demás poderes del Estado. Esto sentaría un precedente nefasto para la legalidad en el país.

Si no tienen otra cosa que hacer, que se pongan a freír tusas. Y si eso no les gusta, que se busquen un palito y ñeca de animales, y se entretengan.