Por Ramón Núñez Hernández

La obra titulada Cuentos del Sinsentido, de Gerardo Roa Ogando, quien es lingüista, educador, escritor, nacido en Las Matas de Farfán, San Juan de la Maguana, 1975, está integrado de doce cuentos cortos, distribuidos en 79 páginas, más un prólogo y una introducción, en la que su autor no solo intenta hacer una presentación del libro, justificar los hechos y acontecimientos que le sirvieron de referente, sino comentar su temática y ambiente donde se desarrolla y la intención de por qué lo escribió. Nos explica el cómo, el qué, cuándo, dónde y por qué existe, la razón y circunstancia de la cosa. Esta es la razón del título: Cuentos del sinsentido.

No contiene ilustraciones internas ni fotos, aunque sí, una breve biografía del autor, acompañada de una fotografía suya en la solapa. La carátula tiene color azul-gris y verde intenso, impreso en Soto Impresora, Santo Domingo, R.D., enero 2020.

Como portada y contraportada tiene una ilustración, diseñada por el mismo autor de la obra, mostrando hombres y mujeres con banderines, pancartas a los altos en protesta callejera. El prólogo está a cargo del poeta y maestro, Plinio Chaín, con diagramación de Yissel Casado, y una dedicatoria especial (In Memoriam) a Élvido Lora Abreu, profesor de la Escuela de Letras en el Recinto Universitario UASD-San Francisco de Macorís, y lugar de residencia.

Cuentos del Sinsentido. ¿Qué significa sinsentido? “Cosa absurda y que no tiene explicación.” “Dicho o hecho absurdo que carece de lógica y de sentido común.”  Y eso es lo que hay en sus contenidos, el escritor se inspira en la construcción social de la realidad. Es la ironía de la vida. Un mundo paradójico, constituido por sociedades que viven imponiendo códigos de ejemplos y son las primeras en violarlos. Son narraciones inspiradas en sucesos de la vida que no podemos controlar, vivencias del diario vivir, “como el fallecimiento de un amigo, de un familiar o de un compañero de trabajo”. Él se aprovecha de esta modalidad escritural para denunciar a los creadores o hacedores literarios y hacerles un llamado a asumir sus responsabilidades, ejerciendo su función social a través de la doble cara del arte: arte por el arte y arte útil, a no evadir la realidad de su medio ambiente: “Ante tantos sinsentidos, la literatura sociológica encuentra un campo digno de inspiración y de investigación al propio tiempo. Para ello será necesario abandonar en parte la ideologización académica ya manida que pretende solo concebir el arte por el arte (finem operationis immanentis). Corresponde a los investigadores de este campo abrirse nuevas perspectivas transdisciplinares (trascendentem) que buscan comprender la intercesión existente entre la creación literaria y los contextos sociales posmodernos.” (P. 20)

En el primer párrafo intitulado “Proemio”, Roa Ogando expone y explica con detalle su intención, después de lingüista, educador, ahora como cuentista, la línea que seguirán los textos. “La vida posmoderna se traduce en cadenas de acciones contradictorias. El hombre ha creado las leyes, pero la incumple para luego sufrir las trágicas consecuencias de su propio sinsentido. Como corolario, nunca se había visto tan amenazado por sí mismo y en sí mismo. Ha conquistado el espacio para hallarse inmerso dentro de una construcción social de la realidad cada vez más voluble, inestable e insegura. La superestructura de antaño se resquebraja. El hombre posmoderno vive sin comprenderse y sin comprender su propio mundo”. (p.17)

En ellos el autor no narra, no cuenta, no escribe oraciones ni frases, sino que palabrea. Su discurso no se construye en base a una relación de palabras encadenadas una detrás de la otra hasta hilvanar una unidad de sentido, expresar una idea. Comunicar un mensaje, no. Él escribe una palabra, y a seguida, un punto, dos palabras, un punto, tres palabras, un punto. Muy pocas oraciones llegan a cuatro o cinco palabras, y a seguida, ahí está en la sintaxis, el concepto clásico de oración: unidad de sentido con autonomía sintáctica. Ver ejemplos de cuatro textos sacado de la obra:

“Nunca escuché. De tus labios. A tu padre. Perdón. A otro padre. Porque sí. Oigo tu voz. Te veo. Te recuerdo. Te escucho. Soy tu padre. Lo fui siempre.” (A mi hijo mayor…P. 23) “Hurgaba en el Caribe. Kalimán. Enriquillo. Cosas añejas. Cuentos escritos. Antes y después. El Quijote”. (Coñito Merán P.64) “Después de tanto empeño. Por el camino correcto. Eligió el bien ante el mal. Sus valores. La honradez. Se entregaba como el que más. Responsable. Cumplidor. Honesto. Integro.” (El arquitecto. p. 59) “Nació. En el Batey Central. Entre cañaverales. Fuetes. Yugos. Bueyes.” (P.71). Luego veamos este párrafo completo como muestra fiel de ese estilo tan particular de Gerardo Roa Ogando escribir cuentos: “Famélico. Amanerado. Ensimismado en su propio ostracismo. Onésimo Portuñol. Su nombre. No daba para hacer otra cosa. No. ¿Médico? Imposible. Se desmayaba ante la sangre. Temía a las jeringas. No soportaba ver el dolor ajeno. ¿Profesor? Tal vez. Pero dudaba por sus temores e indefiniciones. No era para menos. Su afeminada voz se lo impediría. Temía al acoso de sus propios alumnos. No lo imaginaba ¿Policía? Alquilaría su arma al diablo para poder comer. Nadie confiaría en él. Jamás mataría a su semejante. Era evidente. En su libro estaba escrito. Su única opción era ella. La sotana. La santa sotana negra.” (La santa sotana, P. 51)

Otra cualidad muy particular en Gerardo Roa, además de la ingente forma de narrar, es  la construcción sintáctica, la riqueza lexical, la falta de diálogo y la ausencia o casi ausencia de la forma descriptiva, es la buena prosa. Una prosa dinámica, viva, que no aburre al lector. También la falta del sujeto gramatical que ejecuta la acción y el sentido. La persona actuante, o sea, la ausencia de personajes (persona como estructura indispensable en la narración). En solo cinco cuentos aparece el nombre del protagonista y es de manera aérea. En La santa sotana: Onésimo Portuñol; en El insensato, Guillermo Marconi; en La última gota, Don Aquilino Roa; en El arquitecto: Don Tom; en Coñito Merán, el mismo Coñito Merán. Así como también, las continuas interrogaciones, (¿…?), aunque si fijamos atención al “Proemio”, páginas 17-22, encontramos las respuestas y explicación del porqué.

Cuentos del Sinsentido (2020) está compuesto de: A mi hijo mayor por siempre, El insensato, El pedagogista, La última gota, La asesina, La santa sotana, Por la gracia de Dios, El arquitecto, Coñito Merán, El arrogante, Sombras del pasado, Pronombres del Indol. Son doce relatos cortos escrito en un estilo sencillo que, al leerlos, el sujeto lector encontrará historias que transmiten momentos de la vida cotidiana de aquel entonces y de la actualidad en su pueblito natal. Los protagonistas de estas historias son jóvenes y personas que interactúan con sus virtudes y defectos, dentro de un ambiente de gracia y picardía, donde la vida y el mundo, o sea, todo lo que hay es un sinsentido.

En fin, Gerardo Roa Ogando, en su volumen, Cuentos del Sinsentido, iniciando con la introducción que el autor intitula “Proemio”, nos presenta una visión pesimista de la existencia de la humanidad, de la vida atrapada en un sistema absurdo. El ser y la nada.