Pétion-Ville HAITÍ.- La Asociación Nacional de Medios de Comunicación de Haití sostuvo en una declaración que “observa con gran preocupación una situación de desintegración de la democracia pacientemente construida por el pueblo haitiano a fuerza de sacrificios durante sus últimos treinta y cinco años”.

Las señales de esa desintegración “son claras”, sostiene y advierte que se expresa en la represión con una policía que “dispara indiscriminadamente a los ciudadanos sin tener en cuenta su condición”.

Denuncia agresiones de este tipo contra el periodista Réginald Rémy, de Radio Caraïbes; Destiné Alvales, de ALTV, y Reynald Petit-Frère, de Signal FM, así como contra “manifestantes pacíficos reunidos en un espacio público frente a la oficina del Primer Ministro son dispersados arbitrariamente con gases lacrimógenos”.

El derecho a manifestarse “se ha convertido en una empresa de riesgo debido al mal uso que hace la policía de los gases lacrimógenos, las balas de goma y la munición real, con el resultado de numerosas víctimas en todo el país”, expone el texto.

Otro síntoma de la “desintegración de la democracia” se refleja en que desde el 13 de enero de 2020, “sin que se haya implementado ningún proceso electoral de acuerdo con los plazos constitucionales, el Presidente de la República, remitiéndose al artículo 134-2 de la Constitución modificada, declaró el fin del mandato de los diputados y de 2/3 de los senadores”.

En consecuencia, destaca, “el Jefe del Estado, en muchas declaraciones, expresó claramente su satisfacción por ser en lo adelante quien legisle sin que lo impida ningún otro poder”.

En otro poder de estado, “los jueces que muestran un deseo de independencia en la investigación de casos delicados son amenazados y forzados a huir”, apunta.

“Mientras tanto –prosigue-, los ciudadanos tienen la desagradable sensación de estar abandonados por el Estado, que es incapaz de garantizar la seguridad de las calles, las familias y la libre circulación de los bienes y de las personas en nuestras carreteras nacionales. Los bandidos llenan el vacío dejado por las autoridades y las fuerzas de seguridad, mientras que una próspera industria del secuestro empobrece a las familias cuya gran vulnerabilidad ya conocemos”.