Estocolmo, Suecia (EFE/Carmen Rodríguez).- El momento de los discursos es el más esperado del banquete de los Premios Nobel, pues en él hablan los premiados tras recibir sus medallas y este domingo lo hicieron para alabar el significado de estos galardones, pero también para defender la importancia de los emigrantes en la sociedad.

Tras los postres, un premiado por categoría (física, química, medicina, literatura y economía) se dirige a los invitados con un breve discurso en que suelen combinar unas pinceladas con humor con asuntos más serios.

El galardonado en Literatura Kazuo Ishiguro recordó que a los cinco años en su Naghasaki natal su madre le habló del "Nobel Sho" (Premio Nobel, en japonés) y le contó la historia del hombre que creó esto galardones que promueven "la paz y la armonía".

El Premio Nobel es una idea que, en épocas como esta "de comunidades que se fracturan en grupos amargamente opuestos" -dijo- "nos ayuda a pensar más allá de nuestros muros divisorios, que nos recuerda que debemos luchar juntos como seres humanos".

El nobel en Medicina Michael Rosbash, uno de los tres premiados por descubrir el funcionamiento de los ritmos circadianos, alertó de que los Estados Unidos "pluralistas" en que creció está en "peligro".

"Inmigrantes y extranjeros siempre han sido una parte indispensable de nuestro país, incluidos sus grandes resultados en investigación científica" y recordó: "ocho de los diez científicos nobel que hoy estamos aquí somos ciudadanos americanos, pero cuatro somos emigrantes o hijos de emigrantes".

Richard Thaler, padre de la economía del comportamiento, aseguró que su inseguridad se veía agravada al compararse con los méritos de los otros premiados y se pregunto qué había descubierto él para ganar el premio. "Descubrí la presencia de la vida humana en un lugar donde los economistas pensaban que no existía: la economía".

El laureado en Física Rainer Weiss destacó que la detección de las ondas gravitacionales no fue solo obra de los tres premiados sino de más de mil científicos, ingenieros, administradores y estudiantes del proyecto LIGO.

Jacques Dubochet, en nombre de los tres ganadores de Química, dijo que ellos, creadores de la criomicroscopía electrónica, nunca han sido "muy buenos químicos", pero les han honrado con el galardón, lo cual significa que o han alcanzado su "más alto nivel de incompetencia" o este premio es "testimonio de la unidad de la ciencia".

El banquete había comenzado casi tres horas antes, con el descenso por la imponente escalera de piedra del Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo de los invitados de honor.

El cortejo lo abrió el rey Carlos Gustavo, acompañado de Samoan Barish, esposa del laureado en Física Barry Barish, y seguidos de la reina Silvia junto a presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin.

La familia real sueca asistió al completo a la ceremonia de entrega de premios y para la ocasión la reina Silvia apostó por la elegancia de la sencillez, con un vestido en tono berenjena, de corte recto, cuello barco y manga larga.

La princesa heredera Victoria, acompañada de su esposo el príncipe Daniel- optó por el lavanda en un vaporoso vestido de falda y cuerpo plisado, con fajín en el mismo color, cuello alto plisado y sin mangas.

El inicio del banquete lo marcó el brindis que el rey hizo en honor de Alfred Nobel, científico, inventor y filántropo que destinó la mayor parte de su herencia a la creación de los premios.

Un menú que contó con vino chileno, el Viña Errázuriz Late Harvest Sauvignon Blanc 2016, y en el que las verdura y el producto de temporada tuvieron todo el protagonismo, con un entrante completamente vegetariano, el primero en muchos años.

A su llegada al Salón Azul los comensales se vieron transportados al helado paisaje del Ártico, que este año fue el hilo conductor de los arreglos florales, los divertimentos y el menú.

Monolitos de hielo jalonaban la gran escalera que da acceso al Salón Azul y en la mesa de honor, otros de menos tamaño despedían reflejos azules, mientras se derretían sobre una capa de flores, en especial claveles, en delicados tonos blancos, rosas, verdes y amarillos.

Los Premios Nobel están llenos de tradiciones y en el caso de los arreglos florales los ofrece cada año la ciudad italiana de Sanremo, donde Alfred Nobel falleció el 10 de diciembre de 1896.

El Ártico y los extraños colores y formas de sus auroras boreales inspiraron tres bellos divertimentos en los que los sonidos polares fueron recreados con algunos instrumentos en hielo como un xilófono, tambores o un cuerno. EFE