Cuando se aborda el problema de violencia doméstica, la imagen general que se tiene es la de un hombre siendo física y emocionalmente violento con una mujer.
Sin embargo, un estudio en Estados Unidos indica que las relaciones entre parejas del mismo sexo sufren niveles mucho más altos de violencia doméstica que sus contrapartes heterosexuales.
Es un problema que, hasta hace poco tiempo, ni la sociedad en general ni la misma comunidad LGBT (a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) querían afrontar muy abiertamente.
La nueva realidad de uniones civiles y matrimonios gay en EE.UU. ha cambiado la percepción de este problema y varias instituciones desde el ámbito gubernamental hasta el comunitario están tomando cartas en el asunto.
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Imagen pública
Hace 20 años, en la ciudad de Cambridge, Massachusetts, el compañero sentimental de Curt Rogers lo mantuvo prisionero en su apartamento durante tres horas y media y amenazó con matarlo con un cuchillo y una pistola.
Tras horas de conversación, Rogers logró escapar y encontrar un refugio donde esconderse. Aunque para él fue una horrorosa experiencia, en su momento no pensó que había sido víctima de un crimen.
"No lo identifiqué como violencia doméstica debido a la imagen pública que se tiene sobre la violencia doméstica de ser un problema de mujeres heterosexuales", explicó.
Durante años, los servicios de salud pública en EE.UU. han compartido esa visión, concentrándose casi exclusivamente en asistir a las mujeres abusadas por sus compañeros, aunque los matrimonios y las uniones civiles entre parejas del mismo sexo ya han recibido reconocimiento legal en la mayoría del territorio nacional.
El año pasado, los Centros de Prevención y Control de la Enfermedad en EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron cifras que indican que las personas en relaciones homosexuales sufren niveles de violencia doméstica tan frecuentemente como los que están en relaciones heterosexuales.
"Doble armario"
Sin embargo, otro estudio realizado en 2014 por la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, en Chicago, que analizó los datos de cuatro informes anteriores en los que participaron 30.000 personas, llegó conclusiones que van mucho más allá.
"Uno de nuestros sorprendentes descubrimientos fue que las tasas de violencia doméstica entre parejas del mismo sexo son consistentemente más altas que las de parejas heterosexuales", afirmó Richard Carroll, psicólogo y coautor del informe.
Las víctimas de la violencia doméstica entre parejas del mismo sexo creen, de alguna manera, que merecen esa violencia por un sentimiento negativo sobre ellos mismos que han interiorizado
Intrigados por sus hallazgos, el equipo de Carroll empezó a investigar las razones detrás del problema.
"Encontramos evidencia que respalda el modelo del estrés entre minorías, la idea de que ser parte de una comunidad minoritaria genera estrés adicional", explicó.
"Hay factores externos de estrés, como la discriminación y la violencia contra los gays, y hay factores internos, como la actitud negativa interiorizada sobre la homosexualidad".
Los factores exteriores de estrés sobre las relaciones homosexuales incluyen lo que Carroll describe como "el fenómeno del doble armario", cuando las víctimas son renuentes a reportar el abuso porque no quiere ser revelados como homosexuales antes las autoridades.
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No obstante, es el estrés interno el que causa más daño, añade Carroll.
"Algunas veces los homosexuales proyectan sus sentimientos y autoestima negativa sobre sus parejas".
"A la inversa, pensamos que las víctimas de la violencia doméstica entre parejas del mismo sexo creen, de alguna manera, que merecen esa violencia por un sentimiento negativo sobre ellos mismos que han interiorizado", completa.
Hombre vs. hombre
Fue precisamente así como se sintió Curt Rogers después de su experiencia.
Durante años, antes de ser amenazado de muerte, se acusó a sí mismo de la violencia a la que era sometido por su pareja, asistiendo a una serie de reuniones de autoayuda para mejorar la relación y evolucionar como persona.
Pero cuando finalmente reconoció que estaba siendo abusado, tuvo dificultades en encontrar ayuda para poder liberarse de la situación.
"Si tú eras un hombre llamando a una línea de violencia doméstica te colgaban el teléfono o te referían a un programa de intervención para abusadores", recalcó. "La presunción era que debías ser un abusador que necesitaba ayuda".
"Existe una creencia de que la violencia doméstica es cosa de sexismo, pero no lo es", aseguró Rogers.
Después de vivir en una sociedad que lleva 10 años reconociendo el matrimonio homosexual, cuando la policía enfrenta a dos hombres discutiendo en la calle, lo primero que piensan no es que están en una pelea de taberna
"Una mujer la puede perpetrar contra un hombre, un hombre la puede perpetrar contra una mujer y también puede suceder entre parejas del mismo sexo".
Esta experiencia motivó a Rogers a formar su propia organización en Boston, Massachusetts, para ofrecer asistencia, educación y apoyo a los miembros de la comunidad lesbiana, gay y transexual (LGBT) que enfrentan abuso doméstico.
Pero cuando empezó se enfrentó al argumento entre la comunidad homosexual que hablar de abuso doméstico era "sacar los trapos al aire".
"Al principio, la comunidad LGBT estaba todavía muy concentrada en combatir el VIH y sida", comentó.
"Era una época en la que estábamos luchando por no ser demonizados por la comunidad heterosexual y algunas personas veían esto como darles más munición a los que describían nuestras relaciones como 'enfermas'".
Cambio de perspectiva
Al otro lado de Boston, la organización La Red -que empezó a trabajar con lesbianas abusadas, pero ahora incluye personas de las comunidades gay, bisexual y transexual- enfrentaba el mismo problema.
"Cuando La Red empezó, el abuso entre parejas no fue un tema del que queríamos hablar", dijo Katie Atkins, la organizadora de programas comunitarios.
"La gente sintió que no reflejaría bien en nosotras. Creo que se quería proyectar esta imagen de la gente LGBT y sus relaciones como no tan malas o, inclusive, mejores que otras relaciones".
Pero ahora muchas cosas han cambiado. Rogers dice que la situación empezó a mejorar rápidamente cuando, en 2004, Massachusetts se convirtió en el primer estado en reconocer el matrimonio de parejas homosexuales.
"Tuvo un efecto de reacción en cadena a través de varias instituciones; el sistema de justicia criminal, los tribunales la policía y servicios de salud", explicó.
En los años 90, la policía solía no tomar en serio el abuso doméstico entre los hombres gay. Si llegaban a hacer algún arresto, arrestaban a ambos hombres.
"Ahora, después de vivir en una sociedad que lleva 10 años reconociendo el matrimonio homosexual, cuando la policía enfrenta a dos hombres discutiendo en la calle, lo primero que piensan no es que están en una pelea de taberna", afirmó.
El actual comandante de la Unidad de Violencia Doméstica de la Policía de Boston está de acuerdo y describe su unidad como una "punta de lanza" para otros estados menos progresistas.
"Boston tiene una numerosa población gay y lesbiana y no tratamos a nadie de manera diferente. Estamos orgullosos de eso", manifestó el teniente dectective Mark Harrington.
"La academia de policía de Boston es muy sensible frente a otras culturas y otros estilos de vida".
Nuevas leyes
Pero Katie Atkins, de La Red, señala que algunas personas todavía no entienden que el abuso es un problema de poder y control y no necesariamente relacionado a las ideas tradicionales de fuerza física.
"A una percepción equivocada respecto a la violencia doméstica LGBT, que si alguien es abusador, tiene que ser la persona que asume el rol masculino la que es culpable y eso es definitivamente falso", afirmó.
Los activistas dicen que una mayor conciencia sobre la violencia en las relaciones gay aumentará con la aprobación de una nueva versión del Acta sobre la Violencia contra la Mujer, que ahora incluye cláusulas de no discriminación.
Esto significa que los fondos que llegan a través del acta, aun en estados que no reconocen las uniones civiles o matrimonios gay, pueden ahora ser destinados a cualquiera, sin importar su orientación sexual o identidad de género.
Además de beneficiar a la comunidad homosexual, estas nuevas cláusulas significan que los hombres abusados por mujeres en una relación heterosexual también tendrán acceso a mejores servicios.
"No se apretará un botón y de repente todos estarán incluidos", concluyó Rogers, "pero es una sólida base legal que puede llevar las cosas a un escaño más alto".
Hasta ahora, es en los estados liberales como Massachusetts donde se le presta mayor apoyo a las víctimas gay de la violencia doméstica, aunque hay señales de un lento cambio en el resto del país.