SANTIAGO DE CHILE.- Escasas horas después de que un malabarista callejero resultara muerto a la luz del día en la principal plaza de la ciudad de Panguipulli, en un hecho filmado en el sur de Chile, video donde se ve que quien dispara es un agente de Carabineros (policía militarizada), la enfurecida población quemó una decena de edificaciones públicas.
La protesta ciudadana no se limitó a Panguipulli; se extendió a otras ciudades, incluido este sábado y domingo la ciudad de Concepción y la capital del país, Santiago de Chile, donde, además, va ganando fuerza la demanda de disolver a este cuerpo policial, fortalecido durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) al punto de pasar a ser considerada formalmente como la cuarta rama de las Fuerzas Armadas.
Decenas y decenas de casos de brutalidad policial y corrupción, entre otros señalamientos de estar cada vez más hundida en la falta de profesionalismo y apartada de la preparación contemporánea, ha llevado al presidente Sebastián Piñera a admitir que "la crisis en Carabineros" debe dar paso a una "refundación" de la institución, insuficiente para quienes desean su definitiva disolución.
EN CONCEPCIÓN Y EN SANTIAGO DE CHILE
Centenares de personas se congregaron en varias ciudades de Chile para protestar por la muerte del malabarista que recibió disparos de un agente en la tarde del viernes en el sur del país, un episodio que desató una nueva ola de críticas ciudadanas.
Incidentes y enfrentamientos entre uniformados y manifestantes se registraron en la tarde de este sábado en el capitalino barrio de Ñuñoa y en la ciudad de Concepción, en la sureña región del Bíobio, donde artistas callejeros se reunieron para protestar contra la Policía y el Gobierno chileno.
Un grupo de agentes policiales abordó en la tarde del viernes a un artista callejero, Francisco Martínez, para realizar un control de identidad, en la localidad de Panguipulli, en la sureña región de Los Ríos, 800 kilómetros al sur de la capital. La siguiente es la versión de una enfermera que asistió al malabarista segundos después de ser acribillado:
Las imágenes difundidas en las redes sociales reseñan que, tras una discusión, uno de los agentes apuntó con un arma de fuego a la víctima. Este arremete y desenvaina dos largos cuchillos de utilería usados en su espectáculo artístico, lo que provoca la reacción del uniformado que percuta cinco disparos que causan la muerte del malabarista.
Según informaron las autoridades, el uniformado, efectivamente un agente del cuerpo policial de Carabineros, fue detenido horas después de los hechos y será formalizado mañana lunes, 8 de febrero.
Las manifestaciones de este sábado fueron disuadidas por un gran contingente policial, botes de gas lacrimógeno y carros lanza-aguas y dejaron un saldo de 6 detenidos, todos ellos en la sureña ciudad de Concepción.
Inicialmente, se produjeron graves incidentes en Panguipulli, localidad del hecho y donde grupos de manifestantes levantaron barricadas al tiempo que fueron incendiados un total de diez edificios de instituciones públicas, entre ellos el ayuntamiento, que fue consumido por las llamas.
El alcalde de Panguipulli, Rodrigo Valdivia, denunció una "negligencia" por parte de Carabineros e insistió en que la víctima era una persona "pacífica y respetuosa" conocida en la localidad.
El cuerpo de Carabineros, cuestionado por la brutalidad con la que reprimió las protestas de 2019 contra la desigualdad, indicó en una declaración que los agentes actuaron en "legítima defensa propia".
Este episodio desató una ola de críticas hacia esta institución policial por parte de la oposición y de las organizaciones de derechos humanos, que reiteraron la "urgencia" de refundar el cuerpo policial e hicieron un llamado a hacer un uso de la fuerza "racional y proporcional".
Chile vivió a finales de 2019 la crisis social más grave desde el fin de la dictadura de Pinochet, con una treintena de muertos y miles de heridos, además de señalamientos por violaciones a los derechos humanos hacia las fuerzas de seguridad.
Las críticas contra el cuerpo policial, otrora bien valorado por la ciudadanía, se intensificaron el pasado octubre, a pocos días del primer aniversario del estallido social, cuando un agente lanzó a un menor al cauce de un río durante una protesta.
La hermana del malabarista muerto confirmó que este era tío de Anthony, el menor lanzado al río Mapocho en octubre de 2020 por otro carabinero.
El principal poeta chileno vivo, Raúl Zurita, no se contuvo:
CARABINERO NO RIMA CON ARTE CALLEJERO
Y otro intelectual, el afamado cantautor y poeta chileno Mauricio Redolés escribió el siguiente texto sobre lo sucedido con el malabarista y recuerda otra serie de hechos que lo lleva a reclamar la disolución de Carabineros de Chile.
Como un deja-vou de las imágenes de lo ocurrido en las puertas del Teatro Municipal de Santiago el lejano 24 de septiembre de 1987 cuando el carabinero Orlando Tomás Sotomayor Zuñiga baleó en la cabeza a la joven pianista María Paz Santibáñez Viani, en una jornada de protesta contra el rector de la Universidad de Chile José Luis Federici designado por Pinochet, hoy podemos ver las imágenes de otro carabinero baleando a otro joven artista.
Esta vez un 5 de febrero del 2021 en una esquina de la Plaza de Armas de Panguipulli. Esta vez, a diferencia de lo que pasó con la pianista, el joven malabarista Francisco Martínez Romero murió rodeado de sus sables de juguete y el estupor de los habitantes de ese pueblo.
Tal como en el caso de la pianista María Paz Santibáñez, en que estando herida de un balazo en la cabeza fue detenida y se dijo por las autoridades de la dictadura que ella había atacado al carabinero, hecho que fue desmentido gracias a que el vil ataque del uniformado había sido grabado en video por el medio informativo Teleanálisis, lo que permitió que el carabinero fuese acusado de cuasidelito de lesiones y “condenado” por la justicia militar (juez y parte) a la “enorme y durísima” pena de 61 días de firma y continuó en el servicio. Así mismo en esta nueva dictadura, disfrazada de “democracia” Carabineros defiende el actuar del uniformado que dio muerte al malabarista de Panguipulli señalando que fue en “legítima defensa propia” (declaración del teniente coronel Boris Alegría).
Este crimen, junto a cientos de otros crímenes cometidos por Carabineros y que no reciben el castigo adecuado por ser procesados por la así llamada “justicia militar” solo, deshonran y agravian nuestra dignidad como país.
Esto sin considerar la “mano blanda” de Carabineros producto de su cobardía para enfrentar a las bandas de narcotraficantes y las mafias de camioneros entre otros privilegiados de este país que posee una policía uniformada carente de dignidad, ensuciándonos a todos y a todas con su proceder que debiera hace tiempo estar en el basural de la historia.
Coincido plenamente con el abogado Jaime Bassa quien llama a “disolver Carabineros de Chile y construir una nueva fuerza policial que respete nuestras garantías y derechos básicos”. No coincido con llamar a una “refundación de Carabineros”, porque quedará la impronta de una policía que más ha dañado al país que otra cosa.
No es “Refundación” lo que hay que exigir, sino una “Disolución de Carabineros”, para empezar desde cero y terminar con este cuerpo policial, as del latrocinio y del abuso de los habitantes más humildes de este país, como el crimen de la joven obrera Ramona Parra asesinada el 28 de enero de 1946, como el crimen del profesor Manuel Guerrero Ceballos asesinado el 30 de marzo de 1985, como el crimen del joven mapuche Camilo Catrillanca, asesinado el 14 de noviembre del 2018, como el crimen del joven artista Francisco Martínez Romero asesinado el 5 de febrero del 2021, entre cientos de chilenos y chilenas asesinados por Carabineros.
¿Cuántos crímenes más debe cometer Carabineros de Chile para que el Estado chileno comprenda que esta policía uniformada es un verdadero “enemigo interno” que lleva a que miles de personas tengan el deseo legitimo de incendiar el país?
Por lo menos en Panguipulli a esta hora de la madrugada del 6 de febrero del 2021 cientos de jóvenes ya lo están haciendo. Esto no da para más. Hace tiempo que no da para más.