SANTO DOMINGO, República Dominicana.- “El autismo no es un síndrome y mucho menos una enfermedad, pero los niños con autismo sí están enfermos, intoxicados”. Pero pueden empezar a vivir una mejor vida si son desintoxicados.
Esto es lo que busca esta estrategia alternativa que incluye dietas restrictivas, terapias no convencionales y observación de cada padecimiento clínico como forma de saber qué sucede metabólicamente con el niño, entre otras acciones, sintetizó el expositor, Fausto J. Hernández.
Este economista de profesión se ha transformado en un respetado experto teórico y vivencial al empaparse de cuanta investigación científica se ha hecho en el mundo sobre el asunto, para poder entender y luego actuar a favor de su hijo Eloy. Y también a favor de los hijos de tantos otros padres que, como él, han “tomado al toro por los cuernos” para capacitarse y ayudar a sus niños, y ayudarse a sí mismos.
Hernández anunció que este fue su último taller de un conjunto de acciones ejecutadas por el CEDAUC para dar a conocer qué es el Autismo, porque se ha comprometido con otros proyectos de asistencia personalizada a menores con autismo en quienes su estrategia ya ha cosechado triunfos y no escasas “ramas de lluvias”.
El experto advirtió en su charla “Visión Alternativa del concepto autismo” que lo suyo es exponer lo que ha estudiado solo y a profundidad –y que expone con un alto nivel- y contar su experiencia personal con su hijo Eloy, quien ahora elije su propia música y ha dicho “ahí van las ramas de la lluvia” cuando el agua de las tormentas no es poca.
Aclara el expositor que lo que se conoce como autismo no es otra cosa que una demanda insatisfecha de energía del cerebro de los niños, debido a una falla en las mitocondrias en satisfacer esa necesidad.
El cerebro representa el 2 % del peso corporal, pero necesita cerca del 20 % del oxígeno y el 25 % de ATP (nucleótido fundamental en la obtención de energía celular) del cuerpo humano.
La disfunción mitocondrial que impide la oferta de energía es el elemento central del padecimiento de los niños autistas y así ha sido determinado por diferentes investigaciones científicas sobre la ATP, la molécula energética que utilizan las células para sus funciones vitales, recordó Hernández.
Alejado de lo convencional que habla de trastorno neurológico
“Esta es una nueva visión para el abordaje y tratamiento de los niños con autismo que, efectivamente –dijo- se aleja de lo convencional que habla de trastorno neurológico, y se adentra en la inflamación crónica” del tejido cerebral debido a la híper “activada microglía, que es el sistema inmune particular del cerebro”.
Esta sobre activación del sistema inmune en los autistas genera a su vez disfunción de la astroglia.
“Tengo una relación de admiración y amor” con la vitamina D3 y los astrocitos”, confesó Hernández durante su charla al aludir en este último caso a las células gliales que cumplen un elevado número de funciones clave para la realización de la actividad nerviosa.
La intoxicación por aluminio distorsiona esas funciones y logra activar la microglia. Entonces, “combatir la microglia activada representa la intervención terapéutica más efectiva contra el denominado ‘trastorno neurológico’”, subrayó sin intentar ocultar su “aluminofobia”.
La ruta a la desintoxicación y la dieta antiinflamatoria
Una dieta antiinflamatoria combinada con un programa de desintoxicación de este tipo de metales (además del plomo y mercurio) “constituyen también herramientas clave” para lograr que la microglia cumpla su verdadero rol, sostuvo Hernández tras reiterar que “el autismo no es solamente un trastorno neurológico, sino que se trata de un trastorno metabólico que afecta el funcionamiento y correcto desarrollo del cerebro humano”.
También explicó el papel que juega en esto el intestino y la importancia de echar mano, por ejemplo, del ginseng, la cúrcuma, la uva roja, el jengibre, las nueces y almendras (estos dos últimos previamente remojados para sacarles el ácido indigerible que los cubre) para curarlo a través de una eliminación adicional de otros alimentos y venenos.
En este terreno dejó entrever su predilección por la llamada “dieta Wahls”, en alusión a la Dra. Terry Lynn Wahls, profesora clínica de medicina en la Universidad de Iowa, quien, tras ser diagnosticada con trastorno neurológico progresivo crónico y esclerosis múltiple– empezó a utilizar la medicina funcional para curarse y practicar estrategias basadas en cambios en la dieta y en el estilo de vida.
La dieta Wahls omite alimentos que podrían causar daño celular (principalmente azúcar, alimentos procesados, granos, soja, productos lácteos y legumbres) y alienta el consumo de grasas saludables, pescado, verduras, carne de animales alimentados con pasto, etc. “Déjenme en paz la sal”, remarcó Hernández al autoexcluirse de las filas de quienes la satanizan.
Pies descalzos, baños de sol y huidas de los celulares
Tampoco es ajena a esta estrategia alternativa la sana práctica del grounding -contacto del pie descalzo con el césped y la tierra para la conducción de la electricidad- y las helioterapias -exposición del cuerpo a la acción de los rayos solares.
Los efectos que causa en los niños los actuales niveles de radiación electromagnética de la transmisión telefónica móvil (celulares) y los routers para la internet fue otro de los temas de la charla-taller de Hernández, puesto que alteran la bioquímica del cerebro al afectar los canales de calcio dependiente de voltaje.
En definitiva, el experto ha desarrollado toda una estrategia basada en la plena confianza en que padres persistentes y bien informados -y fortalecidos con esa información científica- pueden tomar las riendas y poner en marcha el proceso de recuperación de sus hijos, ahorrando de paso -efecto colateral deseable- en terapias y fármacos que “no corrigen ninguna de las situaciones que presentan niños autistas”, subrayó.