PUERTO PRÍNCIPE, Haití.-La Conferencia del Episcopado de Haití reprobó todo tipo de violencia en contra de personas y propiedades, al tiempo que deploró que los últimos sucesos hayan provocado a gran pare del pueblo haitiano sufrimiento, angustia y lágrimas.

Los obispos católicos de Haití dijeron que la Iglesia y sus autoridades observan con mucha preocupación lo que está sucediendo desde el pasado viernes del 6 de julio, cuando el gobierno tomó la decisión de aumentar el precio de los combustibles.

“Desde ese momento vivimos una situación que nadie esperaba. El país entero está paralizado. Eso ha traído como consecuencia sufrimiento, angustia y lágrimas en gran parte de la población”, expresaron en un comunicado.

Asimismo, reprobaron la violencia expresando que les causa mucho dolor. Señalaron que construir toma tiempo, y que la destrucción y la quema de propiedades nunca serían la solución, sino que provocan más desempleo en el país y temor en aquellos que quisieran invertir para crear fuentes de trabajo.

“Nosotros como Iglesia nunca apoyaremos a nadie que destruye la vida de otra persona, destruir y saquear bienes de particulares y del estado, que deberían ser propiedades de todos”, advirtieron los obispos.

A juicio de los obispos, hoy la situación que se vive en Haití es el resultado de la falta de responsabilidad de aquellos que  gobiernan.

"Debemos reconocer que la población sufre desde hace décadas. El pueblo vive en la más espantosa miseria, ya no aguanta más! Hace mucho tiempo que pide un cambio en su condición de vida. Por eso quiere también un Estado y un gobierno que escuchen sus reclamos y trabajen por y para él", expresaron.

Llamaron al pueblo de Haití a la reconciliación y a la unidad, por el bien de todo el país.

A continuación el comunicado íntegro:

Conferencia Episcopal de Haití.

Frente a los acontecimientos durante el fin de semana (-6-8/julio-2018)

Hermanas y hermanos de Haití.

Y a todos aquellos que apuestan por el bienestar del pueblo haitiano.

 1.“Sean valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo; no te dejará ni te abandonará”(Deuteronomio 31, 6)

 Nosotros, Obispos de Haití, les saludamos en el nombre del Dios de paz y de nuestro hermano Jesucristo: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”(2 Corintios 1,3-4).

2-La Iglesia Católica de Haití y sus autoridades, observan con mucha preocupación lo que está sucediendo en el país desde el pasado viernes del 6 de julio, cuando el gobierno tomó la decisión de aumentar el precio de los combustibles. Desde ese momento vivimos una situación que nadie esperaba. El país entero está paralizado. Eso ha traído como consecuencia sufrimiento, angustia y lágrimas en gran parte de la población.

3-Reprobamos todo tipo de violencia que se ha cometido en contra de personas y sus propiedades. Eso nos duele mucho. Sabemos el tiempo que se toma para reconstruir. La destrucción y la quema de propiedades nunca sería la solución. Al contrario, eso provoca más desempleo en el país y temor en aquellos que quisieran invertir para crear fuentes de trabajo. Nosotros como Iglesia nunca apoyaremos a nadie que destruye la vida de otra persona, destruir y saquear bienes de particulares y del estado, que deberían ser propiedades de todos.

4-Expresamos nuestras condolencias a toda persona víctima de esos acontecimientos de una u otra forma. Oramos por el descanso eterno del alma de todos aquellos que perdieron la vida en esa trágica circunstancia. Pedimos a las autoridades del estado que asuma sus responsabilidades, sin embargo, no podemos mirar solo las consecuencias, se debe mirar también las causas, y así buscar soluciones que puedan llevar el país a la estabilidad, la paz y el desarrollo material, social, económico, cultural, moral y espiritual.

5-Hoy la situación que se vive en Haití es el resultado de la falta de responsabilidad de aquellos que nos gobiernan. Debemos reconocer que la población sufre desde hace décadas. El pueblo vive en la más espantosa miseria, ya no aguanta más! Hace mucho tiempo que pide un cambio en su condición de vida. Por eso quiere también un Estado y un gobierno que escuchen sus reclamos y trabajen por y para él.

6-En esta encrucijada donde nos encontramos hoy, debemos actuar rápidamente como pueblo para decidir nuestro destino. En la mesa de diálogo deben participar todas las fuerzas vivas del país. Si no están todos, sería más difícil encontrar el camino del desarrollo y de la esperanza.

7-Nosotros, los Obispos Católicos de Haití, siempre somos y seremos solidarios con el pueblo haitiano, y en estos momentos difíciles que atraviesa, porque el Dios de la vida que servimos siempre nos cuidará. “No nos abandona nunca”(Isaías 43,2). Con la ayuda de Dios que nos da la fuerza del Espíritu Santo, estamos prestos a continuar los esfuerzos para acompañar y ayudar el pueblo a cambiar su condición de vida. Y nunca abandonar nuestro compromiso.

8-Sabemos que la comunidad internacional está siguiendo con mucha atención la situación del país. Sería bueno focalizar el acompañamiento y la ayuda que le otorga al país a la real necesidad de la mayoría de la población que sufre. Aprovechamos para agradecerle por todos los esfuerzos y ayuda para que Haití tome el verdadero camino del desarrollo.

9-Nosotros los obispos Católicos de Haití le decimos con toda la fuerza de nuestra convicción al pueblo haitiano: “No tengas miedo ni te preocupes. Dios te ama; ¡anímate y ten valor!”(Daniel 10, 19). ¡Pueblo Haitiano! ¡Pueblo valiente! La venganza, la violencia, la división no nos llevan a ningún lado. Solo el amor, la reconciliación, la justicia y la fraternidad deben ser el motor de nuestro accionar. Dios está con nosotros y seguirá acompañándonos con la oración de nuestra Madre del Perpetuo Socorro, Patrona de Haití.

Dada en la Sede de la Conferencia Episcopal de Haití.

9 de julio-2018.

Lilavois, Puerto Príncipe.