SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La educación es la única vía de conseguir la liberación de las personas y la única forma de lograr la participación en los procesos de creación de riqueza y de cohesión social, declaró Monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en el discurso de graduación del 26 de enero.

Además de valorar el pensamiento de Juan Pablo Duarte, Núñez Collado dijo que la iniciativa del gobierno de eliminar el analfabetismo es una decisión feliz, con la que toda la sociedad debe colaborar "pues la educación es la base para la creación de una ciudadanía consciente y participativa, que esté en capacidad de comprender los distintos procesos que tienen lugar en la sociedad y para contribuir de manera responsable a su cohesión, progreso e identidad".

La graduación encabezada por Núñez Collado fue la octogésima séptima de toda la historia de la PUCMM, y se realizó en el campus de Santiago, precisamente como parte de las celebraciones del Bicentenario del nacimiento del patricio Juan Pablo Duarte.

Del padre de la Patria, Núñez Collado dijo que Duarte fue "una fuerza viva, activa y fecunda", que produjo las profundas y necesarias transformaciones en la sociedad sufrida y resignada, antes de la independencia, y fue el patriota visionario que con su férrea voluntad sentó las bases para los acontecimientos que culminaron con el establecimiento de la República, el 27 de febrero de 1844.

Sobre la graduación de 852 nuevos profesionales, Monseñor Núñez Collado dijo lo siguiente: "Nos cabe la satisfacción de que en los cincuenta años de existencia de esta Universidad nunca se le han cerrado las puertas a un estudiante con talento y disposición para hacer una carrera universitaria por limitaciones económicas.  Como ejemplo de eso, señalamos que de los 852 nuevos profesionales que se gradúan esta tarde, 324 han recibido asistencia económica total o parcial".

Lea a continuación el discurso pronunciado por el rector de la PUCMM, Monseñor Agripino Núñez Collado:

DISCURSO DE MONSEÑOR AGRIPINO NÚÑEZ COLLADO, RECTOR DE LA  PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA MADRE Y MAESTRA, en su octogésima séptima graduación del campus de santiago.  Santiago de los Caballeros, sábado 26 de enero de 2013.

En este día tan especial en el que celebramos el bicentenario del nacimiento del Patricio Juan Pablo Duarte, nos reunimos con gozo para compartir la alegría de esta nueva hornada de jóvenes, alegría que es también de sus padres, familiares y amigos.

Como ya es tradición, en nuestra Universidad, la primera graduación del año, en el mes de enero, la dedicamos a honrar la memoria del fundador de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte.

Desde esta misma tribuna habíamos abogado en más de una ocasión, para que el día festivo en honor del Padre de la Patria se mantuviera invariable, es decir, el 26 de enero, aniversario de su natalicio.  Y ¡qué bueno! que hoy, con satisfacción, rendimos tributo a Juan Pablo Duarte en la fecha que corresponde.  Consideramos que el homenaje por excelencia de una institución académica es este que hacemos con la entrega de los nuevos profesionales que se integrarán a los miles de egresados de esta Institución, a poner sus condiciones de liderazgo, sus conocimientos y su sentido de responsabilidad al servicio de los mejores intereses de la Patria que Duarte fundó.

Esta Pontificia Universidad Católica ha elaborado un programa especial para celebrar el bicentenario de Duarte, que incluye varias actividades a ser desarrolladas en el transcurso del año, pero las más importantes son las cuatro ceremonias de graduación.  Los profesionales que salen de esta Institución son el mejor fruto del esfuerzo compartido de los integrantes de la Comunidad Universitaria.

Juan Pablo Duarte tuvo obsesión por la independencia de la República y por el valor de la libertad, junto a la fe en Dios y el amor a la Patria.  El más importante valor del que puede disfrutar una persona, y la más importante independencia, es la liberación de la ignorancia.

¡Qué bueno! que este año también se ha iniciado un esfuerzo orientado a eliminar el analfabetismo, feliz iniciativa del Presidente de la República, licenciado Danilo Medina, con la que todos debemos colaborar, no solo para enseñar a leer y a escribir, sino, también, para que aquellos que tengan posibilidad, vayan mucho más allá en su formación educativa, pues la educación es la base para la creación de una ciudadanía consciente y participativa, que esté en capacidad de comprender los distintos procesos que tienen lugar en la sociedad y para contribuir de manera responsable a su cohesión, progreso e identidad.

Una adecuada y pertinente educación repercute de manera decisiva en el desarrollo político, social y cultural en el espíritu empresarial, en el progreso económico y en la consolidación de la conciencia nacional.

Los economistas insisten en destacar el crecimiento económico como la prioridad de desarrollo y como el medio para superar la pobreza pero, entiendo que el crecimiento económico, sin educación, solo servirá para acentuar las brechas sociales.

La educación es el único medio que tiene una persona para salir, no solo de la pobreza, sino, también, para liberarse de todas las limitaciones que impiden a un ser humano ser parte activa en los procesos de desarrollo y, al mismo tiempo, participar de los bienes materiales, espirituales y culturales.

Si nuestro país no es capaz de posibilitar que los sectores más débiles, que los excluidos, puedan tener acceso a una educación de calidad, el crecimiento económico solo servirá para que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres más pobres.  Por eso, es que con propiedad se ha dicho que la educación encierra un tesoro y que la educación es el nuevo nombre de la libertad.

Nos cabe la satisfacción de que en los cincuenta años de existencia de esta Universidad nunca se le han cerrado las puertas a un estudiante con talento y disposición para hacer una carrera universitaria por limitaciones económicas.  Como ejemplo de eso, señalamos que de los 852 nuevos profesionales que se gradúan esta tarde, 324 han recibido asistencia económica total o parcial.

Por otra parte, me place señalar que en esta graduación, recibirán títulos los primeros egresados de las maestrías en Rehabilitación Bucal, Ingeniería Sismorresistente y Economía Aplicada concentración Comercio Agrícola Internacional. También, recibirán doble titulación los graduandos de varias maestrías realizadas conjuntamente con prestigiosas instituciones europeas de educación superior, como la Escuela de Organización Industrial (EOI), de Madrid; las Universidades Da Coruña, Castilla-La Mancha y Rey Juan Carlos, de España; la Escuela Nacional de Administración (ENA), de Paris, y la Universidad de Montesquieu-Bordeaux IV, de Francia.

Un día como hoy, no podemos dejar de mencionar algunas características del Padre de la Patria.  Según expresa Pedro Troncoso Sánchez en una de sus obras, "Duarte no solo fue un hombre de ideales, sino también, un agente histórico de primer orden, con el consiguiente contenido de actividad, positividad y decisión…"1

Estas características se ponen de manifiesto en el influjo convincente y heroico que ejerció en la juventud de su época.  A  su regreso de Europa en 1833, con apenas 20 años de edad y con el firme ideal de ver libre a su patria, comprometió una generación de jóvenes nacionalistas con su ideal independentista, y creó la Sociedad La Trinitaria, como plataforma política para el logro de sus propósitos.

Duarte fue "una fuerza viva, activa y fecunda", que produjo las profundas y necesarias transformaciones en la sociedad sufrida y resignada, antes de la independencia, y fue el patriota visionario que con su férrea voluntad sentó las bases para los acontecimientos que culminaron con el establecimiento de la República, el 27 de febrero de 1844.

Duarte, como se sabe, es el apóstol que sacrificó su vida y sus bienes para la libertad de su pueblo, sin esperar ni reclamar recompensa, ni posiciones personales o de grupos. Patriota de sólida formación política y vocación democrática, de profundo nacionalismo e inquebrantable fe en Dios.

Durante sus estudios en el extranjero tuvo la oportunidad de conocer las doctrinas liberales que empezaban a surgir en la Europa monárquica y de cultivar el conocimiento mediante la instrucción académica y la lectura de libros que recogían el ambiente cultural que imperaba en Europa.

A su regreso al país, Duarte se convirtió en el guía de una juventud a la que le transmitió sus conocimientos y, sobre todo, sus sentimientos e ideales patrios.

"Nosotros los dominicanos -afirmaba- tenemos derecho a vivir libres y gobernarnos a nosotros mismos; tenemos derecho a tener un nombre y ostentarlo dignamente ante el mundo…  Yo he venido a consagrarme a luchar por la conquista de ese derecho nuestro, y necesito la colaboración de todos"2. Con estas palabras, Duarte tocó el alma sensible de la juventud y su responsabilidad frente a su generación, al tiempo que encendió las luces que marcaron nuestro destino soberano.

Queridos graduandos, con la obtención del título profesional que hoy recibirán de esta su Alma Mater, también asumirán deberes con ustedes mismos y con la sociedad.  Ustedes salen hoy con una sólida formación profesional y humanística que los coloca en condiciones de insertarse de manera exitosa en los procesos de desarrollo material y espiritual de la sociedad.  No olviden que el cumplimiento responsable del deber a veces exige sacrificios, y mientras más ambiciosos sean sus ideales, mayores podrán ser estos.

En todas las épocas y en todos los grupos sociales, han existido siempre personas que confunden los medios con los fines, y se sirven de la Patria antes que cumplir con el deber de servirla.  Estamos viviendo momentos en que se requiere del esfuerzo y del sacrificio de todos para superar los males que aquejan nuestro país y encaminarlo a un futuro más seguro, más digno y más humano. Nuestra sociedad necesita liberarse de la inseguridad ciudadana, de la inequidad social y de la impunidad.  Estamos compelidos a crear una sociedad transparente en la que quienes se dediquen al servicio público, vayan a servir y no a servirse.

¡Qué fuerza y qué pertinencia mantienen aquellas palabras de Duarte!:  "Nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria".

Tengo la confianza de que ustedes, queridos graduandos, con el aval de los conocimientos, principios y valores cultivados en sus años de  preparación profesional, ejercerán un correcto liderazgo ciudadano.  Pero no olviden que la educación es un proceso continuo que empieza en el vientre de la madre y solo debe terminar en el vientre de la madre tierra.  Es decir, que todos estamos llamados a continuar cultivando los conocimientos y a ponerlos al servicio del propio crecimiento y al  bienestar de los demás.

En esta tarea, les exhorto a que hagan propia, como testimonio perenne en sus vidas y en sus acciones, la aspiración de Duarte: "Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza".

Hoy más que nunca necesitamos acudir al ideario duartiano y hacerlo propio, en el sentido de lograr una sociedad como la que Duarte soñó.

El cultivo del conocimiento, de las virtudes morales y del amor a la Patria que nos legó Duarte, son imperativos que deben acompañar a cada profesional que pretenda ejercer un liderazgo responsable y convertirse en colaborador eficaz en la construcción de la nueva sociedad que tenga como fundamento el amor, la justicia y la paz.

Al alcanzar esta nueva etapa en sus vidas, se abren frente a ustedes nuevos retos, pero sobre todo nuevas oportunidades de crecimiento personal y servicio a la sociedad, la cual vislumbra en sus profesionales el logro de gran parte de las aspiraciones de su gente.  La responsabilidad es grande, pero sus compromisos deben ser mayores, por lo que deben permanecer limpios de corazón, como nos enseñó Duarte, y con la fe inquebrantable en los ideales que nos enaltecen como seres humanos y ciudadanos de este mundo global.

Finalmente, como ustedes conocen, queridos graduandos, como homenaje a Duarte, frente a la Biblioteca central de este campus tenemos una tarja en la que se lee su exhortación "Aprovechemos el tiempo".

En el espíritu de esa exhortación, les invito a que aprovechemos el tiempo en la creación de una sociedad en la que el amor a nuestros semejantes, el esfuerzo personal por superar las brechas sociales, la práctica del mandamiento nuevo que nos dejó el Señor de amar al prójimo como a nosotros mismos, fundamento esencial de la Doctrina Cristiana que inspiró siempre las acciones de Duarte, sean nuestra identidad como hijos de Dios y constructores de la nueva sociedad, esa que para Duarte debe tener como centro a Dios, la Patria y la Libertad.