Túnez, 15 ene (EFE).- El nuevo presidente interino de Túnez, Fued Mebaza, prometió hoy crear un Gobierno de "unidad nacional" para abordar un proceso de transición en el que nadie será excluido, mientras el país permanece bajo tensión y con dudas sobre la capacidad de las autoridades para controlar la situación.
Los disturbios y saqueos volvieron a reproducirse hoy en la capital y varias regiones, aunque diversas fuentes atribuyeron la mayoría de los incidentes a milicias y partidarios del régimen del huido presidente, Zine el Abidine Ben Alí, en un intento de desestabilizar el proceso de transición.
El Consejo Constitucional anunció hoy la designación del presidente del Parlamento, Fued Mebaza, como nuevo presidente interino del país, descartando así cualquier posibilidad de un regreso al poder de Ben Alí.
El Consejo -la máxima autoridad legal en cuestiones constitucionales- proclamó un "vacío de poder" y nombró a Mebaza presidente interino en sustitución del primer ministro, Mohamed Ghanuchi, que el viernes había asumido la jefatura del Estado.
De esta forma, el organismo aplicó el artículo 57 de la Constitución, que señala que en el caso de "situación vacante de la presidencia de la República por muerte, dimisión o impedimento absoluto" el Consejo debe declarar ese vacío y nombrar al presidente del Parlamento como presidente interino.
El período que fija la Constitución para esa presidencia interina es de 45 días como mínimo y 60 días como máximo tras el cual deben convocarse elecciones presidenciales a las que no podrá presentarse el mandatario interino.
El artículo 56 por el que Ghanuchi asumió el viernes la presidencia interina sólo habla de "caso de impedimento provisional del presidente" por lo que si el primer ministro hubiese permanecido en el puesto quedaba abierta la posibilidad de un regreso al poder de Ben Alí, lo que había sido criticado duramente por la oposición y por gran parte de la población tunecina.
"El interés superior del país es la formación de un Gobierno de unidad nacional", dijo Mebaza durante su juramento como presidente y encargó a Ghanuchi, a quien confirmó como primer ministro, la formación de ese nuevo Ejecutivo.
Asimismo, prometió defender el pluralismo y la democracia y juró fidelidad a los principios de la Constitución.
Ahmed Brahim, secretario general del movimiento Etajdid (Renovación), el único partido de la oposición tunecina con representación parlamentaria, demandó la "ruptura definitiva con los fundamentos del régimen despótico" de Ben Alí y el procesamiento de los responsables de las muertes en las revueltas y de los implicados en asuntos de corrupción.
Aunque el estado de excepción continuó vigente, el espacio aéreo tunecino y todos los aeropuertos del país, que se habían cerrado el viernes, se abrieron hoy de nuevo al tráfico aéreo.
Sin embargo, los transportes públicos como trenes o autobuses no funcionaron y la estación ferroviaria de Túnez fue parcialmente incendiada por grupos desconocidos.
El Ejército tomó las calles del centro de la capital y varios tanques se apostaron al comienzo de la avenida Habib Burguiba, aunque en algunos barrios, especialmente en el extrarradio de Túnez la presencia militar fue menor y las fuerzas del orden se vieron desbordadas por los incidentes.
Varios hipermercados, comercios y concesionarios automovilísticos fueron incendiados en la capital y su periferia, donde se escucharon disparos aislados.
En La Goulette, cerca de Túnez, decenas de vecinos salieron a las calles armados con barras de hierro para ayudar a contener los disturbios que, según denunciaron, están provocando miembros de los servicios de inteligencia del régimen de Ben Alí, indicaron a EFE habitantes de la zona.
Pero los sucesos más graves ocurrieron en Monastir, en el centro este del país, donde decenas de personas murieron -al menos 42, según algunas fuentes- en el incendio de una prisión.
Los presos prendieron fuego a las camas de sus celdas, lo que provocó un gran incendio en el establecimiento penitenciario.
Varios de los reclusos consiguieron escapar, mientras que decenas quedaron atrapados en la prisión y murieron o resultaron gravemente heridos, algunos también por disparos de las fuerzas de seguridad.
También en las prisiones de las regiones de Gafsa y Kaserín, en el centro oeste, y en las de Bicerta y Mornaguía se registraron motines e intentos de incendio por parte de los reclusos, señalaron fuentes gubernativas.
En Gafsa y Kaserín los motines fueron controlados mientras que en la cárcel de Bicerta, al noroeste de Túnez, y en la de Mornaguía, a 17 kilómetros de la capital, decenas de presos consiguieron escapar.
Los disturbios y saqueos volvieron a reproducirse hoy en la capital y varias regiones, aunque diversas fuentes atribuyeron la mayoría de los incidentes a milicias y partidarios del régimen del huido presidente, Zine el Abidine Ben Alí, en un intento de desestabilizar el proceso de transición.
El Consejo Constitucional anunció hoy la designación del presidente del Parlamento, Fued Mebaza, como nuevo presidente interino del país, descartando así cualquier posibilidad de un regreso al poder de Ben Alí.
El Consejo -la máxima autoridad legal en cuestiones constitucionales- proclamó un "vacío de poder" y nombró a Mebaza presidente interino en sustitución del primer ministro, Mohamed Ghanuchi, que el viernes había asumido la jefatura del Estado.
De esta forma, el organismo aplicó el artículo 57 de la Constitución, que señala que en el caso de "situación vacante de la presidencia de la República por muerte, dimisión o impedimento absoluto" el Consejo debe declarar ese vacío y nombrar al presidente del Parlamento como presidente interino.
El período que fija la Constitución para esa presidencia interina es de 45 días como mínimo y 60 días como máximo tras el cual deben convocarse elecciones presidenciales a las que no podrá presentarse el mandatario interino.
El artículo 56 por el que Ghanuchi asumió el viernes la presidencia interina sólo habla de "caso de impedimento provisional del presidente" por lo que si el primer ministro hubiese permanecido en el puesto quedaba abierta la posibilidad de un regreso al poder de Ben Alí, lo que había sido criticado duramente por la oposición y por gran parte de la población tunecina.
"El interés superior del país es la formación de un Gobierno de unidad nacional", dijo Mebaza durante su juramento como presidente y encargó a Ghanuchi, a quien confirmó como primer ministro, la formación de ese nuevo Ejecutivo.
Asimismo, prometió defender el pluralismo y la democracia y juró fidelidad a los principios de la Constitución.
Ahmed Brahim, secretario general del movimiento Etajdid (Renovación), el único partido de la oposición tunecina con representación parlamentaria, demandó la "ruptura definitiva con los fundamentos del régimen despótico" de Ben Alí y el procesamiento de los responsables de las muertes en las revueltas y de los implicados en asuntos de corrupción.
Aunque el estado de excepción continuó vigente, el espacio aéreo tunecino y todos los aeropuertos del país, que se habían cerrado el viernes, se abrieron hoy de nuevo al tráfico aéreo.
Sin embargo, los transportes públicos como trenes o autobuses no funcionaron y la estación ferroviaria de Túnez fue parcialmente incendiada por grupos desconocidos.
El Ejército tomó las calles del centro de la capital y varios tanques se apostaron al comienzo de la avenida Habib Burguiba, aunque en algunos barrios, especialmente en el extrarradio de Túnez la presencia militar fue menor y las fuerzas del orden se vieron desbordadas por los incidentes.
Varios hipermercados, comercios y concesionarios automovilísticos fueron incendiados en la capital y su periferia, donde se escucharon disparos aislados.
En La Goulette, cerca de Túnez, decenas de vecinos salieron a las calles armados con barras de hierro para ayudar a contener los disturbios que, según denunciaron, están provocando miembros de los servicios de inteligencia del régimen de Ben Alí, indicaron a EFE habitantes de la zona.
Pero los sucesos más graves ocurrieron en Monastir, en el centro este del país, donde decenas de personas murieron -al menos 42, según algunas fuentes- en el incendio de una prisión.
Los presos prendieron fuego a las camas de sus celdas, lo que provocó un gran incendio en el establecimiento penitenciario.
Varios de los reclusos consiguieron escapar, mientras que decenas quedaron atrapados en la prisión y murieron o resultaron gravemente heridos, algunos también por disparos de las fuerzas de seguridad.
También en las prisiones de las regiones de Gafsa y Kaserín, en el centro oeste, y en las de Bicerta y Mornaguía se registraron motines e intentos de incendio por parte de los reclusos, señalaron fuentes gubernativas.
En Gafsa y Kaserín los motines fueron controlados mientras que en la cárcel de Bicerta, al noroeste de Túnez, y en la de Mornaguía, a 17 kilómetros de la capital, decenas de presos consiguieron escapar.
París, 15 ene (EFE).- El portavoz del Gobierno francés, François Baroin, afirmó hoy que el ex presidente tunecino Zine el Abidine Ben Alí no pidió en ningún momento asilo en Francia, que si lo hubiera hecho se le habría denegado y afirmó que sus familiares que están en suelo galo se irán pronto.
"Nunca nos hemos planteado una presencia de Ben Alí en suelo francés, no ha sido pedido ni hubiera sido aceptado", afirmó Baroin a la radio "France Info".
De esta forma, el portavoz del Gobierno salió al paso de los rumores que anoche indicaban que el depuesto presidente quería ir a Francia y que París le negó el paso, antes de viajar a Arabia Saudí, donde aterrizó finalmente.
El portavoz aseguró que se ha establecido una vigilancia especial de los bienes de la familia y de los allegados del ex presidente tunecino en bancos franceses, después de que el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, pidiera su bloqueo.
Baroin señaló que los familiares de Ben Alí que se encontraban en Francia, en concreto una de sus hijas que visitaba el parque de atracciones de Eurodisney cuando se produjo la salida de su padre, no han mostrado su deseo de quedarse en el país y que se irán.
El portavoz también rechazó las acusaciones de complacencia de París con el régimen de Ben Alí y afirmó que Francia siempre ha reclamado mayores derechos a Túnez.
Reconoció que el de Ben Alí era un "régimen autoritario" como demuestra "la forma en la que ha salido del país ante el empuje por una mayor libertad de su pueblo", pero recordó que era el jefe de Estado de un país soberano en el que Francia no tiene derecho de injerencia.
Baroin participó esta mañana en una reunión interministerial presidida por Sarkozy y en la que participó también el primer ministro francés, François Fillon, y los responsables de Defensa, Alain Juppé, y Exteriores, Michèle Alliot-Marie.
Al término de ese encuentro Sarkozy, pidió la celebración de elecciones libres en Túnez "en el plazo más breve" e hizo un llamamiento a "la calma y al fin de la violencia".
En Francia, donde viven unos 600.000 tunecinos, una decena de ciudades han sido escenario de manifestaciones en apoyo a la democracia en el país.
"Nunca nos hemos planteado una presencia de Ben Alí en suelo francés, no ha sido pedido ni hubiera sido aceptado", afirmó Baroin a la radio "France Info".
De esta forma, el portavoz del Gobierno salió al paso de los rumores que anoche indicaban que el depuesto presidente quería ir a Francia y que París le negó el paso, antes de viajar a Arabia Saudí, donde aterrizó finalmente.
El portavoz aseguró que se ha establecido una vigilancia especial de los bienes de la familia y de los allegados del ex presidente tunecino en bancos franceses, después de que el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, pidiera su bloqueo.
Baroin señaló que los familiares de Ben Alí que se encontraban en Francia, en concreto una de sus hijas que visitaba el parque de atracciones de Eurodisney cuando se produjo la salida de su padre, no han mostrado su deseo de quedarse en el país y que se irán.
El portavoz también rechazó las acusaciones de complacencia de París con el régimen de Ben Alí y afirmó que Francia siempre ha reclamado mayores derechos a Túnez.
Reconoció que el de Ben Alí era un "régimen autoritario" como demuestra "la forma en la que ha salido del país ante el empuje por una mayor libertad de su pueblo", pero recordó que era el jefe de Estado de un país soberano en el que Francia no tiene derecho de injerencia.
Baroin participó esta mañana en una reunión interministerial presidida por Sarkozy y en la que participó también el primer ministro francés, François Fillon, y los responsables de Defensa, Alain Juppé, y Exteriores, Michèle Alliot-Marie.
Al término de ese encuentro Sarkozy, pidió la celebración de elecciones libres en Túnez "en el plazo más breve" e hizo un llamamiento a "la calma y al fin de la violencia".
En Francia, donde viven unos 600.000 tunecinos, una decena de ciudades han sido escenario de manifestaciones en apoyo a la democracia en el país.