En América Latina las poblaciones LGBTIQ+ han personificado una lucha constante para exigir reivindicaciones de derechos y visibilizarse en sus respectivas sociedades.
El alto número de estudios referentes al tema, evidencian que estas personas se enfrentan a severas condiciones de opresión y vulnerabilidad social en sus países, debido a la normalización estatal de estas desigualdades por concepciones ideológicas.
En 2015 un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reveló que, mientras en la región la expectativa de vida promedio era de 75 años, la de las mujeres trans oscilaba entre los 30 y 35 años de edad.
Según la Encuesta Nacional LGBTIQ+ 2020, en República Dominicana el 96.7 % de esta comunidad aseguró haber sido víctima o presenciado alguna forma de violencia derivada de su orientación sexual o identidad de género.
Un estudio reciente de la organización Sin Violencia LGBTI apuntó que 1,949 personas de esta comunidad fueron asesinadas entre 2014 y 2020 en diez países de América Latina. El documento reveló que el 72 % de estos homicidios estuvieron relacionados con el prejuicio frente a la orientación sexual o identidad de género de las víctimas.
En los últimos 15 años, en el país se han registrado más de 50 muertes por crímenes de odio hacia mujeres trans y, de estos casos, solo cinco han recibido una condena judicial.
“No nos miran como personas”
No fue hasta 2018 cuando la OMS eliminó la transexualidad de su lista de enfermedades mentales, es decir, que solo tres años atrás, esta condición era diagnosticada clínicamente como “incongruencia de género”.
A propósito de celebrar en octubre el mes internacional de la Despatoligización de la Transexualidad, se entrevistaron algunas mujeres trans para conocer un poco la realidad de estas personas en el contexto dominicano.
Amanda, nombre ficticio dado por motivos de seguridad, aseguró que la discriminación se da desde caminar en la calle, hasta preguntas tan sencillas y cotidianas como la de qué baño utilizar.
“Sonará jocoso, pero a veces me han preguntado ¿a qué baño tú vas?, y yo les respondo que voy al de mujer y si me dicen que es al de hombres que debo ir, les digo que olvidemos el tema para evitar un conflicto por tan poca cosa”, destacó.
Por otro lado, María (a quien también se le protege su identidad) indicó que ha sido víctima de algún tipo de violencia por su aspecto en reiteradas ocasiones.
“Tengo también mucha discriminación cuando voy a comprar mi ropa, porque yo me visto de mujer, siempre me miran como que yo soy un Transformers, una boxeadora o una karateca y yo simplemente soy una persona”, precisó.
En palabras de Penélope (nombre ficticio), tanto las trans como las travestis son muy discriminadas en escuelas, supermercados, colmados, entre otros. “Nos sentimos muy discriminadas porque no nos miran como personas, nos miran como unas extraterrestres”.
Amanda dijo entender que el acceso al trabajo también es un punto de marginación para las trans, debido a que el mercado laboral nacional no les permite obtener empleos formales y, el estigma social las obliga a dedicarse al trabajo sexual, a pesar de sus títulos.
Indicadores
En los últimos meses a nivel nacional, se han viralizado videos de agentes oficiales agrediendo a miembros de la comunidad LGBTIQ+ sin ninguna justificación aparente. En ese sentido, el 44.9% de estas personas aseguró haber sufrido detenciones, interrogatorios o agresiones injustificadas por parte de policías o militares, según la Encuesta Nacional LGBTI 2020.
“Yo soy discriminada y sigo siendo discriminada, en este mismo mes voy a cumplir cinco años que me cortaron los cabellos y me apresaron. A mí me agarraron en el Ensanche Luperón por órdenes de un oficial llamado Telefolio Morillo el 17 de agosto de 2014 a las 10:45 de la noche”, expresó Penélope ligeramente alterada.
Otra historia parecida es la de María, que narró que su momento más traumático fue cuando dos agentes policiales la acosaron e intimidaron a altas horas de la noche para que les haga sexo oral.
“Yo trabajé en la San Vicente, por ahí por Mega Centro y dos policías me dijeron usted está presa y yo les dije llévenme. Bueno me montaron en el medio y oye a lo que me pusieron, a hacerle sexo oral a los dos, se los hice y me soltaron. Eso fue lo más malo que me pasó, porque yo no quería hacerles sexo oral”, explicó.
De acuerdo a la Encuesta Nacional LGBTI 2020, 9 de cada 10 lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgéneros, intersexual, queer, persona no binaria o de una identidad u orientación sexual diversa, no denuncia hechos de violencia cometidos en su contra porque cree que no tiene objeto, que las autoridades no les brindarán respuesta, que son culpables de algo o porque siente pena o vergüenza de denunciarlo.
Penélope indicó que “en la Gómez con Gregorio Espinosa iba cruzando un carro, se paró y me tiraron un huevo”. Esta experiencia la llenó de rabia e ira, pero sobre todo impotencia, al darse cuenta que era algo por lo que no podía hacer nada.
Los centros educativos son lugares de conflictos para los jóvenes LGBTIQ+. El 28.6% de los y las encuestadas fue víctima de algún acto de violencia por parte de alguien en uno de estos lugares. Asimismo, una de cada cuatro personas afirmó haber sido molestado o molestada por algún adolescente o grupo, según la Encuesta Nacional LGBTI 2020.
Penélope contó que ser trans en una escuela es muy difícil y se trae consigo muchas arbitrariedades. “Hubo una de las profesoras que se le plantó a los alumnos y les dijo que tenían que llamarme por mi nombre de hombre”, agregó.
La lucha por derechos es una batalla que se renueva con cada problema social, es un ciclo que mantiene las políticas dirigidas hacia las poblaciones más vulnerables u oprimidas. En el caso de la comunidad LGBTIQ+ en República Dominicana, los reclamos de igualdad se han hecho más fuertes en los últimos años; eso va de la mano con las batallas populares que se han librado en favor de la ciudadanía.
“Ya no está bueno no, ni estamos cansadas porque, es como dice Virgilio Peña Suazo, ahora es que falta mambo y la orquesta de nosotras es una orquesta muy grande”, concluyó Amanda.