SANTO DOMINGO, República Dominicana. –La resistencia machista y la exclusión no han sido obstáculos para Mary Núñez. Se suponía que se ganara el sustento trabajando de visitadora médica, oficio para el cual se capacitó, pero la falta de oportunidades la llevaron por otro sendero.
Fue así como esta dominicana solicitó trabajo de conductora de guaguas en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).
Esta laboriosa madre sortera perdió a uno de sus dos hijos y eso no la detuvo para seguir adelante. Tiene 45 años y aunque su rostro luce joven, manifestó que "es difícil encontrar trabajo a cierta edad".
Se levanta diariamente a las 3:00 a.m de la mañana para iniciar su jornada laboral hasta las 5:00 p.m de la tarde en la OMSA.
En este duro oficio ha experimentado toda clase de presiones y sustos. Ha estado a punto de sufrir accidentes, pero ha empleado su habilidad y los ha evitado. Afirma que enfrenta la vida sin miedo, maneja con cuidado y busca proteger a sus pasajeros.
Mary Núñez siente satisfacción cuando otra mujer se le acerca y le dice “quiero conducir como tú”. Se enorgullece por ser un ejemplo a seguir y estimular a las que creen no poder realizar “trabajos que por su condición de mujer".
Una gigante en el tránsito
Otra mujer que se gana la vida manejando un vehículos en la capital dominicana es Cristina Jupiter, quien se ha dedicado a trabajar toda su vida de manera independiente.
Diseñadora de modas, Cristina Júpiter logró instalar su atelier en 1993. Los cambios que experimentó el mercado, impactado por las importaciones de ropas de bajos precios, le obligó a cerrar su taller. Se negó a reducir su trabajo solo a reparaciones de vestimentas, nada que ver con su capacidad de creadora.
Una de las primeras opciones que buscó esta madre soltera fue transportar estudiantes. En esa faena permaneció por más de 21 años. Acompañó a 36 niños en su iniciación escolar hasta verlo graduarse de la secundaria.
Esta afable mujer iniciaba su labor a las 6:00 de la mañana, recogía niños desde sus casas para distribuirlos en sus diferentes centros educativos. En algunas ocasiones tenía que llevar consigo a su hijo por no tener con quien dejar a su pequeño. Esa labor conllevaba una seria responsabilidad, porque no solo se trataba de transportar a los niños y niñas, sino de cuidarlos.
En el transcurso de esos años forjó lazos de amistad tanto con los padres como con los infantes, que se mantienen en la actualidad. Tiene en sus memorias recuerdos y ocurrencias de cada uno de los momentos vividos.
No todo ha sido color de rosa para Júpiter. Fue víctima de dos atracos. El peligro de sufrir alguna agresión de los asaltantes le hizo cambiar. Empezó a transportar pasajeros a través del servicio Uber.
Posteriormente, en 2020, con el impacto en el país de la pandemia global del COVID-19 se quedó sin trabajo. Entonces empezó a crear mascarillas y distribuirlas en los establecimientos cercanos a su hogar.
Mary Núñez y Cristina Júpiter se sienten orgullosas de haber roto esquemas y prejuicios. Comentan satisfechas que por su trabajo han recibido elogios y palabras de aliento tanto de otras mujeres como de los hombres.