BRASILIA, Brasil.-Las “delaciones premiadas”, legalmente  colaboraciones premiadas, traídas a un primer plano en las investigaciones que se han venido realizando en Brasil a partir de la Operación Lava Jato, han tenido –y tienen− sus detractores.

Se las cuestiona, entre otras razones, porque se dice que faltan a la ética al conceder privilegios a personas que han incurrido en graves delitos contra el Estado y la sociedad.

Recientemente, el juez Sergio Moro abordó el tema y expuso sus criterios al respecto, al dictar la sentencia contra Antonio Palloci, médico y político, exministro de Hacienda del expresidente Lula y posteriormente mano derecha de Dilma Rousseff, y uno de los principales acusados por delitos que incluyen corrupción pasiva y lavado de activos. Palocci ha sido condenado a 12 años de cárcel por el escándalo de Petrobras y su testimonio podría perjudicar seriamente las posibilidades de Lula como candidato para las elecciones de Brasil en el 2018

A continuación, reproducimos algunos de los puntos de la sentencia presentada por el juez Moro relacionadas con la colaboración premiada: 

"161. No desconoce este juez las polémicas alrededor de la colaboración premiada.

“162. Sin embargo, incluso vista con reservas, no se puede descartar el valor probatorio de la colaboración premiada. Es un instrumento de investigación y de prueba, válido y eficaz, especialmente para delitos complejos, como los crímenes de cuello blanco o los practicados por grupos delictivos, y sólo deben observarse normas para su utilización, como la exigencia de prueba de corroboración.

“163. Sin el recurso a la colaboración premiada, varios delitos complejos permanecerían sin aclaración y prueba posible. En cuanto a todas las críticas contra el instituto de la colaboración premiada, se toma la libertad de transcribir los siguientes comentarios del Juez de la Corte Federal de Apelaciones del Noveno Circuito de Estados Unidos, Stephen S. Trott:

‘A pesar de ello y, a pesar de todos los problemas que acompañan a la utilización de delincuentes como testigos, el hecho que importa es que policías y promotores no pueden actuar sin ellos, periódicamente. Usualmente, ellos dicen la pura verdad y de vez en cuando ellos deben ser usados en la Corte. Si se adoptara una política de nunca tratar con criminales como testigos de acusación, muchos procesos importantes −especialmente en el área de crimen organizado o de conspiración− nunca podrían ser llevados a los Tribunales’.

“164. En otras palabras, los delitos no se cometen en el cielo y, en muchos casos, las únicas personas que pueden servir como testigos son igualmente delincuentes.

“165. Quien, en general, viene criticando la colaboración premiada es, aparentemente, favorable a la regla del silencio, la omertá de las organizaciones criminales, eso sí reprobable. Piercamilo Davigo, uno de los miembros del equipo milanés de la famosa Operación Mani Pulite, dijo, con mucha propiedad: "La corrupción involucra a quien paga y quien recibe, si se callan, no vamos a descubrirla jamás" (…)

“166. Es cierto que la colaboración premiada no se hace sin reglas y cuidados, siendo una de las principales que la palabra del criminal colaborador debe ser siempre confirmada por pruebas independientes y, además, si se descubre que faltó con la verdad, pierde los beneficios del acuerdo, respondiendo íntegramente por la sanción penal oportuna, y puede incurrir en un nuevo delito, la modalidad especial de denuncia calumniosa.”

Como expresara Deltan Dellagnol, procurador del Ministerio Público Federal de Brasil desde 2003, conocido por coordinar la Operación Lava Jato que investiga delitos de corrupción, a veces “es mejor sacrificar la captura de un solo pez por la de todo un cardumen”.