SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando recién terminó su discurso de 51 páginas con cientos de cifras e indicadores económicos, el presidente Leonel Fernández acudió a la Catedral y escuchó de un obispo esta sentencia: “El pueblo no vive de números”.

En el Te Deum con motivo del 167 aniversario de la Independencia Nacional, monseñor Víctor Masalles le recordó al primer mandatario que en el país “las frías cifras muestran sólo un crecimiento global, pero no justicia distributiva o desarrollo humano. El pueblo no vive de números”.

Frente a funcionarios, congresistas, empleados públicos y representantes del cuerpo diplomático, el obispo exclamó: “No se le puede ofrecer al pueblo un cheque sin fondos”.

Minutos antes, el presidente Fernández había pronunciado en el Congreso Nacional su discurso de rendición de cuentas, en el que destacaba un crecimiento de la economía de 7.8 por ciento en 2009; un aumento de 9.7 por ciento del ingreso per cápita y un descenso en las tasas de interés de los préstamos hipotecarios.

“Me niego a pensar que aparezcamos como de los peores a nivel mundial de competitividad en educación, energía eléctrica, desvío de fondos públicos y favoritismos en las decisiones gubernamentales, según el reporte del Foro Mundial de Competitividad del 2010-2011”.

Monseñor Masalles, al analizar el crecimiento del cinco por ciento que ha experimentado el PIB del país desde 1961, concluyó que se negaba a pensar que, a pesar de indicadores tan buenos, la nación solo tiene un retorno de cifras menores de la mitad de la región en salud y educación.

“Me niego a pensar que aparezcamos como de los peores a nivel mundial de competitividad en educación, energía eléctrica, desvío de fondos públicos y favoritismos en las decisiones gubernamentales, según el reporte del Foro Mundial de Competitividad del 2010-2011”.

Como es su costumbre, el primer mandatario recibió el “sermón” con un dominio de sus gestos. Sus facciones no delataban el efecto que causaban -o no- en él las palabras del monseñor.

Con los dedos índice y pulgar en la mejilla derecha, Leonel Fernández miraba fijo al cura y le prestaba atención. A su lado, la primera dama, Margarita Cedeño, y detrás, su hijo Omar Fernández.

Nuestra juventud -dijo el obispo Masalles- recibe a diario maleantes como modelos y héroes que gozan de impunidad, celebridades que muestran los peores antivalores de cualquier código moral.

En la homilía, explicó que la Iglesia Católica ha tenido y tendrá la misión de evangelizar y defender la dignidad humana, y con ello colabora con un adecuado desenvolvimiento de la vida nacional.

El obispo considera necesario “un auténtico servicio a un país al que todos nos comprometimos a servir, pues solo el bienestar de la mayoría podrá ser el juez definitivo de los esfuerzos que cada uno habrá puesto en el desarrollo nacional”.