Jerusalén, 25 mar (EFE).- Palestinos cristianos y cientos de fieles de todo el mundo rememoraron hoy en Jerusalén el calvario de Cristo y recrearon sus pasos por el camino que le llevó a su crucifixión.

Miles de personas se aglomeraron a media mañana en la escuela Omarije, punto de salida del viacrucis, donde se dejaron ver representantes de decenas de nacionalidades entrelazados por la fe cristiana, unidos con rezos y cánticos que querían mitigar el sufrimiento de Jesús.

La solemne procesión recorrió la calle de la Vía Dolorosa y otras callejuelas de la Ciudad Vieja de Jerusalén deteniéndose en las diferentes estaciones para meditar los momentos y sufrimientos vividos por Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz, de acuerdo con la tradición cristiana.

Uno de los momentos que más hablaron de la identidad de la ciudad tres veces santa tuvo lugar tras la quinta estación -el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz-, ya que mientras los fieles cristianos oraban, los musulmanes y los judíos que se dirigían por el zoco a rezar a la mezquita y frente al Muro de las Lamentaciones eran retenidos por la policía que velaba por la seguridad de la ceremonia.

"Es la primera vez que vengo a Jerusalén y es una experiencia extraordinaria, podía haberlo imaginado pero no es lo mismo que cuando vienes aquí, al lugar donde Cristo caminó por Vía Dolorosa, sobre sus pasos", dijo a Efe Myriam Doquin, una peregrina procedente de Guadalupe, un archipiélago de las Antillas.

Un grupo de "scouts" escoltaron a fieles palestinos que portaban con fervor una cruz de madera de grandes dimensiones y recorrieron cuesta arriba los numerosos callejones del zoco, para detenerse esta vez en la sexta estación, donde Verónica tendió un paño a Jesús para secar su sudor y sangre.

Los más privilegiados se aferraban a la cruz de madera y entonaban emocionados el mensaje de Dios hasta llegar, junto con el resto de feligreses, al Santo Sepulcro, el lugar donde las escrituras marcan la crucifixión, entierro y resurrección de Jesús.

A primera hora de la tarde los peregrinos llegaban al santo lugar tras luchar con el calor, los empujones y la estrechez del camino para, muchos de ellos, postrarse sobre la Piedra de la Unción, el lecho de mármol rosado donde fue amortajado Jesús.

Decenas acariciaban la piedra con pañuelos, joyas y trapos y se emocionaban entre lágrimas y sonrisas por haber tenido la oportunidad de participar del viacrucis que Cristo vivió.

El Viernes Santo coincidió este año con la fiesta judía Purim, por lo que durante el viacrucis se pudo ver a algunos despistados con máscaras que seguían celebrando la festividad y se mezclaban entre los fieles.

La ceremonia de hoy tuvo lugar bajo fuertes medidas de seguridad debido a la escalada de violencia que sacude la región desde el pasado octubre y en la que han muerto 204 palestinos, más de dos tercios al perpetrar o intentar cometer ataques o presuntos ataques contra blancos civiles y militares israelíes.

Los ataques palestinos han causado la muerte a treinta israelíes, tres extranjeros y un palestino, y han ahuyentado en gran medida el turismo religioso de los lugares santos.

"La venta no fue del todo bien hoy, no hay muchos turistas, aparte de la gente que vive o trabaja aquí. Hace dos o tres años era distinto, había más turistas", explicó a Efe Hani Abdin, un comerciante musulmán que regenta un puesto en las inmediaciones del Santo Sepulcro.

Después de la procesión del Viernes Santo, las ceremonias de la Semana Santa culminarán mañana con la ceremonia del agua y del fuego del Sábado de Gloria y con la gran misa del Domingo de Resurrección. EFE