(-La novela es muy buena, y aunque Editorial Norma no edita obras de este género, vamos a hacer una excepción. Pero, ¿dónde está el autor?

– No pudo venir. Es pitcher de los Azulejos de Toronto y hoy abre juego…

Aquel hombre no quería creer lo que la agente literaria del autor, Elizabeth Martínez, le decía…

– Bueno, dígame la verdad, ¿quién escribió esta novela?

Luego quedaría convencido de que se trataba del primer atleta poeta y novelista de la historia latinoamericana).

SANTO DOMINGO.-Miguel Descartes Batista Jerez recuerda aquella vez, en 1998, en que llegó al club house de los Expos de Montreal con una gruesa biografía de Mahatma Gandhi bajo el brazo, y un entrenador de apellido McCain le dijo: "Tú eres el pelotero más raro que yo he visto en mi vida. En veinticinco años en el béisbol nunca había visto a un jugador leyendo un libro que no tenga ni una sola fotografía".

Pero no sería esta la única expresión de asombro en el ambiente de las Grandes Ligas respecto al caso peculiar de un pelotero al que se le veía escribir  mientras esperaba turno para lanzar en el dog out o durante los largos viajes de costa a costa.

O cuando lo veían hablar en voz alta en la lomita, mientras tomaba las señas del receptor. “Creían que estaba hablando sobre cómo debía lanzarle al bateador… Pero realmente yo estaba pensando en voz alta en algo que había leído…”.

O, en el colmo del asombro, cuando veían en los estantes de Barness & Noble su libro de poesía “Sentimientos en Blanco y Negro” o su novela “Ante los Ojos de la Ley”, o “The Avenger of Blood”, la historia de un asesino en serie de apenas 14 años, trama que plantea numerosas paradojas entre ley y justicia, entre la irracionalidad y la inocencia, entre lo mágico y lo real, en conjunciones muy difícil de separar.

Pues, efectivamente, Miguel Batista, nacido en 1971 en Santo Domingo, aunque creció en el batey Porvenir, dice con una amplia sonrisa: “El deporte es un trabajo como otro cualquiera, con sus reglas y beneficios, pero nunca puedo olvidar que he llevado a más de uno a decir: Déjame ver qué fue lo que escribió el peloterito este…para después decirme: ¡Caballero, qué sorprendida me diste!”.

“Yo no escribo como deportista; yo escribo como lo que soy y siempre será: un ser humano”

Y está historia literaria arrancó bien temprano, desde que María Jerez, su abuela materna, empezó a imbuirle el amor a la vida y a conocer a de los seres humanos.

“Mi abuela decía que un libro era la mejor inversión del mundo. Y lo explicaba así: ´Si una persona fue del otro lado del río y dura veinticinco años aprendiendo a hacer una cosa, y vierte todo su conocimiento en un pequeño libro de doscientos pesos, ¿tú no crees que vale la pena?… Tú vas a aprender lo mismo que él aprendió y quizás más, porque esa persona te va a dejar su experiencia…”

Miguel recuerda que en 1994 la abuela le regaló “El Alquimista”, de Paulo Coelho: "Este libro tiene una magia muy interesante, pero la magia no funciona si tú no estás listo para leerla. Así que hasta que no creas que estés listo para leerla no lo leas".

Y, efectivamente, seis meses después leyó 89 páginas sin parar…

“Ahí fue donde vino el hechizo de la lectura. De ahí para acá no he parado de leer y de escribir”.

(Exalto mi intelecto/meditando en la verdad, de que todo es ansiedad/entre el cuerpo y el deseo,/y que más que pienso, veo/la magnitud del alma./Y que solo encuentro calma/cuando miro al infinito,/y me pierdo como un grito/en la densidad del viento,/que se va como un lamento/si te pienso Jesucristo.)

Desde entonces, han pasado por sus manos los más variados autores, entre ellos, además de Coelho, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Kafka, Pedro Mir, Richard Bach, Dan Brown, Juan Bosch, Gabriel García Márquez y Borges…

“Leo por hambre de sabiduría. No leo por entretenimiento. Leo por deseo de aprender”.

Entonces, si tienes esa sensibilidad artística, ¿cómo te incorporas a una práctica tan distante de aquélla, como lo es el deporte?

Miguel Batista, lanzador de béisbol, poeta y novelista.Miguel (impecable traje gris sobre un pulóver negro, en el que resalta una gruesa cadena de oro macizo) apoya en sus manos el rostro mulato de calva total reluciente, y en el salón de eventos de Centro Cuesta del Libro, lugar escogido por él para esta entrevista, revive aquella tarde en que jugaba “vitilla” en plena calle del barrio pobre, cuando Israel Frías, catcher de los Orioles de Baltimore, le pregunta si alguna vez había jugado pelota, lo que nunca había hecho.

“El 29 de febrero de 1988 a las dos de la tarde Israel llegó a mi casa a decirme que un trainning me esperaba en el ingenio Santa Fe.

“Cuando llegamos había como 60 muchachos y el único pitcher era yo… Y fui el único que firmaron”.

Cuatro años después llegaría a las Grandes Ligas con los Piratas de Pittsburgh, para pasar sucesivamente a los Marlins, Cachorros, Expos, Kansas City, Arizona, Seattle y, por último los Nacionales de Washington, en cuyos entrenamientos de primavera estará este año.

“Aquel domingo, el destino me buscó y me encontró”.

Ahora bien, ¿dónde te nace la sensibilidad artística, la vocación literaria? ¿Cuándo se producen tus primeras expresiones en el campo de la literatura?

“Empecé a escribir como a los trece años. Pero no sabía que era poesía. Escribía las cosas y las guardaba. Pero yo creo que lo primero fue el amor por la lectura, cuando empecé a preguntarme por qué los hombres grandes fueron grandes.

“Y un día me dije: Voy a ver si puedo escribir un libro que me guste, con las tres reglas básicas que yo creo que debe tener un libro, que son enseñanza, entretenimiento y una buena anécdota. Y fue cuando me decidí a escribir esta novela. Yo había escrito antes otra novela, que nunca publiqué, pero Ante los Ojos de la Ley la quise escribir porque mis conocimientos habían avanzado mucho, ya tenía conocimiento sobre lo que era la ley y la religión, que interactúan en esta obra…”

Un buen amigo y compañero de los Cachorros, Amaury Telémaco, tiene un mérito especial en la decisión de publicar aquellas cosas que Miguel escribía día a día durante las pausas del juego.

“Él se levantaba muy temprano a orar, y un día encontró algo que yo había escrito. Me dijo: Vi lo que tú escribiste anoche… ¿Tú no tienes más de eso? Comenzó a empujarme, diciéndome que iba a tener que hacer por lo menos dos libros, uno para mi y otro para él. Y luego otros amigos me decían que no se había visto nunca a un pelotero que escribiera. Pero yo decía que la poesía no era para todo el mundo. Pero ellos me decían que yo no sabía a dónde podía llegar”.

Y tenían razón, pues los versos de “Sentimientos en Blanco y Negro” llegaron lejos.

En el 2002, un año después de publicarlos, alguien en Arizona, en medio de una fiesta, le entregó un papelito que él guardó en un bolsillo. Horas después leería: “Leí tu libro de poesía. No sabes cuánto me ha encantado. Que Dios te bendiga…”

“Creo que tengo el papelito guardado todavía”.

En 2006 vendría la novela, editada por el prestigioso grupo editorial Norma, de Costa Rica, y puesta en circulación en Santo Domingo, para luego ser editada también en Puerto Rico y los Estados Unidos.

– Miguel, tiene dos dones, cosa extraña: el la palabra y el del deporte. ¿Por dónde te vas? ¿Cuál es tu destino?

Miguel pone de inmediato el colofón de la entrevista con una frase que no deja ningún resquicio a la duda:

“Yo no escribo como deportista; yo escribo como lo que soy y siempre será: un ser humano”.