SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Estados Unidos está pidiendo a los profesionales extranjeros de la salud, médicos y enfermeras, contactar con sus consulados que paralelamente han recibido la orden de acelerar la entrega de visas para que estos profesionales puedan incorporarse de inmediato al trabajo norteamericano de lucha contra el COVID-19.

Ahora se les considera “esenciales”, al igual que la mano de obra no calificada de indocumentados requeridos en las cosechas, que han visto detenerse en seco las redadas en su contra, también por los riesgo que entraña que generen mayores focos de contagio.

Para que no todo sea poco connotado, el secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció ayer lunes que Washington pretende seguir con el plan de ayuda económica para El Salvador, Guatemala y Honduras destacando los esfuerzos hechos por los tres países para reducir la migración irregular hacia el Norte.

En junio pasado Estados Unidos dijo que iba a supeditar la entrega de ayuda a estos países a acciones concretas para reducir el número de migrantes que llegan a la frontera.

"Como resultado de esfuerzos sin precedentes y de la respuesta de los gobiernos de nuestros tres socios centroamericanos, la llegada de migrantes salvadoreños, guatemaltecos y hondureños cayó 76%", desde que las aprehensiones en la frontera tocaron un máximo en mayo de 2019, dijo Pompeo en un comunicado.

Bajo presión, los tres países del Triángulo del Norte llegaron a acuerdos migratorios con Estados Unidos, pactos que son muy criticados por organizaciones de derechos humanos.

Por otro lado, Estados Unidos tiene un acuerdo con México para que los demandantes de asilo que llegan a la frontera permanezcan en ese países mientras se analiza su caso.

En marzo de este año el número de migrantes detenidos en la frontera fue de cerca de 33.000 frente a los 144.000 que fueron aprehendidos cuando el éxodo tocó su punto máximo.

Pompeo dijo que informó al Congreso que el gobierno quiere seguir la ayuda específica para los países y que este es un paso importante para implementar las políticas del presidente para "reducir la inmigración ilegal hacia el país".

El gobierno del presidente Donald Trump -quien busca su reelección en noviembre- matiza la línea dura contra la inmigración irregular y también busca ahora con menos ahínco limitar la llegada legal de inmigrantes.

La pandemia está ayudando a dejar más que en evidencia la importancia de los trabajadores inmigrantes en la economía estadounidense y la contradicción explícita de la política del garrote que debido al COVID-19 parece reducirse y limitarse a entusiastas agentes de la guardia fronteriza que mantienen la expulsión de los indocumentados retenidos en sus centros en lugar de mandarlos al campo para las cosechas.

“Queremos que vengan… No estamos cerrando la frontera para que no pueda entrar toda esa gente. Han estado ahí años y años, y he dado mi palabra a los granjeros: van a continuar viniendo”, dijo Trump el 1 de abril, lo que resta fuerza su cantaleta de “comprar estadounidense y contratar a estadounidense”.

El diario El País recordó este lunes que en el campo de California está empezando la recogida de la fresa, que en dos semanas serán las cerezas y los arándanos y que en mayo serán los albaricoques y las nectarinas.

Un estudio de la Universidad de California calcula, sostuvo, que trabajan 800 mil personas en la industria agrícola de ese Estado y la estimación más baja es que el 60% son indocumentados. "Estos días de aislamiento, son las manos que garantizan que haya  fruta y verdura fresca en los supermercados", subrayó el periódico español.

El presidente estadounidense insiste en que analiza el mejor momento para la reapertura de la economía de su país y en este sentido su equipo de asesores epidemiólogos han comenzado a indicar que el proceso de "relajación" de algunas de las medidas de distanciamiento social podría probablemente comenzar en algunos lugares "al menos en cierto modo, quizá el próximo mes de mayo".

No se trata de un "interruptor" de encendido y apagado porque el proceso debe ser gradual una vez que se reduzcan los gillotinazos del coronavirus, que la Casa Blanca había estimado inicialmente que podría dejar entre 100 mil y 240 mil muertos, pero luego redujo esa proyección hasta dejarla en 60 mil, de una población estadounidense de unos 316 millones de personas.

El estado de Nueva York representa casi la mitad de las 23,529 muertes por coronavirus en el país, según un recuento de anoche de la Universidad Johns Hopkins.

Superó este lunes las 10 mil muertes, confirmó el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien sin embargo estimó que lo peor de la crisis "ya pasó".

"Lo peor ya pasó, si seguimos siendo inteligentes de ahora en adelante" respetando las medidas de confinamiento, advirtió. "Pero si hacemos alguna idiotez, veremos las cifras remontar mañana".

Nueva York es, de lejos, el más golpeado por la pandemia en Estados Unidos, pero el gobernador también dijo que la propagación del coronavirus se ha ralentizado en ese estado, donde han muerto 10.056 personas. El balance diario de fallecidos, 617 personas, fue el más bajo desde el 5 de abril. El pico fue registrado el jueves, con 799 muertes en 24 horas.