Por Evan Osnos/Traducción Iván Pérez Carrión
En el trabajo y en el juego, el senador Robert Menéndez, de Nueva Jersey, es un hombre de mundo. Dejando atrás los confines de Union City, donde se crió y donde por primera vez entró en la política, Menéndez llegó a ser el demócrata de mayor rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, que viaja con frecuencia, recibe a dignatarios extranjeros, y se desplaza con facilidad entre inglés y el español. En opinión de los fiscales federales, su amplio apetito por la vida más allá de Nueva Jersey lo ha llevado a traspasar demasiados límites.
El 1 de abril, el Departamento de Justicia acusó a Menéndez de catorce cargos de corrupción; lo acusó de aceptar casi un millón de dólares en regalos y contribuciones de Salomón Melgen, un oftalmólogo de la Florida. Menéndez y Melgen, quien también fue acusado, se han declarado inocentes. La acusación de sesenta y ocho páginas contiene una lista de indulgencias, que se puede leer como el momento en que uno le dicen lo que se ha ganado en un concurso de televisión: “vuelos nacionales e internacionales en jets privados, uso de una villa en el Caribe, acceso a un exclusivo centro turístico dominicano, una estancia en un hotel de lujo en París, comidas caras, torneos de golf”. Pero los regalos mundanos también fluyeron hacia el otro lado. Menéndez, supuestamente, ayudó a conseguir visados para tres mujeres en la vida Melgen, identificadas en la acusación como “Novia 1”, “Novia 2” y “Novia 3” ‒una brasileña, una dominicana y una ucraniana, todas modelos.
Pero el cargo más sustantivo contra el veterano senador de Nueva Jersey es que él utilizó su posición como uno de los demócratas más poderosos en Washington para cabildear e intimidar a funcionarios del Gobierno para favorecer los intereses privados de un amigo y benefactor (que, no por casualidad, ni siquiera vive en Nueva Jersey). Según el Times, en 2012, Melgen recibió el mayor reembolso del Medicare para un médico en todo Estados Unidos, pero aun así sentía que le estaban devolviendo de menos.
Ese mes de agosto, Menéndez convocó a Kathleen Sebelius, la secretaria de Salud y Servicios Humanos, y abogó a favor de Melgen, acusando a la agencia de tratarlo injustamente en una disputa de facturación. (Sebelius ha dicho que ella no compartía su opinión.) Dos meses más tarde, Melgen contribuyó con trescientos mil dólares a un comité de acción política destinado a apoyar la reelección Menéndez.
En otro caso, Menéndez desplegó a su personal para presionar al Departamento de Estado con el fin de proteger la inversión Melgen en una compañía dominicana de inspección de carga. Un funcionario del Departamento de Estado, que no adoptó el sentido de urgencia de Menéndez sobre el asunto, dijo a sus colegas que el senador lo amenazó con obligarlo a declarar en una audiencia del Senado.
Los fiscales dicen que Menéndez “utilizó el prestigio, la autoridad, y la influencia de su condición de senador de Estados Unidos” para hacer el negocio sucio de ayudar a un amigo. Pero cuando se mira cómo se ha recibido este caso en todo el mundo, llama la atención que, en la era actual de la política de mucho dinero, nadie esté demasiado sorprendido al enterarse de que un senador de Estados Unidos ha sido acusado de negociar dinero por favores.
La mayor parte de la cobertura ha sido sobre en qué medida los problemas de Menéndez afectarán a la capacidad de un influyente legislador para impulsar uno u otro asunto. Él está copatrocinando un proyecto de ley para demorar, si no echar a pique el borrador de un acuerdo nuclear de la Administración con Irán, y el rabino Shmuley Boteach, en un artículo de opinión publicado en el Jerusalem Post, escribió: “Es imperativo que la comunidad judía recuerde, acompañe y hable por sus amigos verdaderos y confiables”. Radio Europa Libre lo llamó un “amigo de Armenia”, gracias a su apoyo a la comunidad armenio-estadounidense en su estado natal.
Mientras tanto, para algunos miembros del gobierno chino, el caso Menéndez es una buena noticia. Un titular publicado en el estatal Diario del Pueblo, proclamó: “EL CASO DE CORRUPCIÓN DEL SENADOR DE EE.UU. EXPONE UNA VEZ MÁS COMO EL DINERO RIGE LA POLÍTICA”. Dijo que la historia de Menéndez, “que ascendió de la vida de obrero a la élite política fue considerada como el epítome del ‘sueño americano’”, pero que resulta tener las “características típicas de la corrupción al estilo americano”.
Hubo un tiempo en que la prensa china promocionaba casos de corrupción política estadounidense con el fin de poner de relieve los peligros de la democracia liberal. Hoy solo necesita narrar acontecimientos recientes: la avalancha de dinero desatada por el fallo de 2010 sobre el caso Citizens United por el Tribunal Supremo; la desgracia y la condena de Bob McDonnell, el exgobernador de Virginia.
Global Times, un tabloide sensacionalista del gobierno chino, con sede en Pekín, destacó la “apatía pública” en EE.UU. alrededor de las revelaciones del caso Menéndez en momentos en que el número de votantes estaba disminuyendo. “Los estadounidenses que no votan están diciendo, básicamente, que “las elecciones están todas manipuladas por diferentes grupos de interés, por lo que no sirven de nada”.
Es un punto válido, aun cuando es oportunista, viniendo de un periódico que alaba las virtudes del sistema de partido único. (En las redes sociales chinas algunos preguntaron si los periódicos chinos deberían estar gritando que “la corrupción de EE.UU. ni siquiera puede compararse con la punta del iceberg de la corrupción china”, escribió un usuario de Weibo).
En el tribunal, las perspectivas del caso son mixtas. El cargo más fuerte pudiera ser una acusación de delito grave por hacer declaraciones falsas, ya que entre 2007 y 2012, Menéndez no reportó ninguno de los regalos de Melgen. Pero a diferencia del caso McDonnell, los fiscales no han revelado ninguna información privilegiada de cooperación, ni de un patrón de prueba concluyente que expondría un quid pro quo, y Menéndez está calificando a todo el asunto como un caso de una amistad malinterpretada. Andrew McBride, un exfiscal federal, dijo a Bloomberg News: “Hay una probabilidad de menos de cincuenta por ciento para una condena. Esto va a ser un escándalo”.
Al final, a pesar de su extenso viajar, Menéndez pudiera descubrir que está más como en casa en Nueva Jersey, donde la acusación no le ha causado mucho daño a su reputación. “Hay un espectáculo sin precedentes de apoyo a él, más de lo que yo haya visto con ningún otro funcionario público acusado”, dijo el veterano abogado penalista Joe Hayden al sitio de noticias PolitickerNJ. Cuando Menéndez salió de su primera conferencia de prensa después de las acusaciones, dijo, “Estoy molesto y listo para pelear”. Ya no estaba en el Park Hyatt Paris Vendôme. Estaba en el Hilton, en Newark, acogido con aplausos y gritos de “¡Viva Bob!”.