SANTO DOMINGO, República Dominicana.- "La buena noticia es que ahora menos padres apoyan el uso del azote que en el pasado", afirma Robert Sege, de la Academia Americana de Pediatría (AAP), que este lunes publicó un informe al respeto: https://www.aap.org/en-us/about-the-aap/aap-press-room/Pages/AAP-Says-Spanking-Harms-Children.aspx

El maltrato verbal a modo de humillación y el castigo corporal –que incluye el uso de azotes- como herramienta disciplinaria, aumentan la agresión en los niños pequeños a la larga y es ineficaz para enseñarle responsabilidad y autocontrol.

Afectar el desarrollo normal del cerebro 

De hecho, nuevas evidencias sugieren que golpear o agredir de otras formas violentas puede causar daño al niño al afectar el desarrollo normal del cerebro.

Otros métodos que les enseñe a diferenciar entre el bien del mal "son más seguros y más efectivos”, dice la declaración de la Academia Americana de Pediatría.

El experto Sege, uno de los autores de la nueva propuesta de política pediátrica recomendada a los padres, lamenta que en muchas regiones el castigo violento “sigue siendo legal, pese a las pruebas de que daña a los niños, no solo física sino mentalmente", pero se felicita porque “estas prácticas son cada vez menos comunes”.

En la nota, la Academia Americana de Pediatría cita un estudio del cual no da pormenores que resume que los niños de 3 años que fueron azotados más de dos veces al mes fueron más agresivos cuando tenían 5 años y mostraron comportamientos negativos cuando tenían 9.

El castigo físico en la infancia está relaccionado a cambios cerebrales posteriores en adultos jóvenes, incluida la reducción de la materia gris y los niveles elevados de hormonas del estrés.

Los estudios han sugerido que el comportamiento suicida, el abuso de sustancias y la ira son otras posibles consecuencias a largo plazo de los azotes.

Hasta las nalgadas están perdiendo terreno

Felizmente, hasta las nalgadas están perdiendo terreno, aunque algunos padres aún creen que así pueden mejorar el comportamiento de sus hijos, pero van siendo los menos.

Los estudios coinciden en que las nalgadas no son más efectivas que otras formas de castigo y que mejores resultados, y mucho más sanos para la salud del menor, se obtiene aplicando otras formas de castigos.

Lo correcto es aplicar castigos que establezcan límites firmes. Guardar los juguetes favoritos del menor y reducir el tiempo que pueden estar frente a las pantallas de televisión o a las de otros aparatos tecnológicos, por ejemplo.

Enseñar a los menores la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto

Los métodos educativos que buscan que los menores diferencien entre lo correcto y lo incorrecto sin el uso de la violencia física o verbal “son más seguros y más efectivos", insiste el texto de la Academia.

"Aunque muchos niños que fueron azotados se convierten en adultos felices y sanos, la evidencia actual sugiere que no es necesario dar palmadas” y peor palizas, porque con unas y con otras se pueden causar “daños a largo plazo", alerta.

La Academia también advierte contra el abuso verbal severo que incluye avergonzar a los niños con palabras o gestos, citando investigaciones que relacionan este comportamiento de los adultos con la depresión y los problemas de conducta en los adolescentes.

La Academia enfatiza, de este modo, su petición para que se prohíba el castigo corporal y otras formas violentas, algo que plasmará en una actualización de su política interna al respecto "Disciplina Efectiva para Criar Niños Sanos", que será presentada durante la próxima Conferencia y Exhibición Nacional en Orlando, estado de Florida.

La Academia Americana de Pediatría (AAP) es una organización de 67,000 pediatras de atención primaria, subespecialistas médicos pediátricos y especialistas en cirugía pediátrica dedicados a la salud, la seguridad y el bienestar de bebés, niños, adolescentes y adultos jóvenes.