SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Un sentido y pormenorizado relato escrito hizo la doctora en Medicina Jennifer Cortorreal sobre una experiencia que vivió con dos de sus colegas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal al que llegó con un menor de 15 años accidentado.
Desde aparentes informaciones falsas, inusitados maltratos, demoras injustificadas y hasta burlas asegura que recibió en ese lugar, lo que sostiene que ni siquiera cesó una vez que se identificó como colega de las doctoras a las que denuncia.
A continuación, “el relato de todo cuanto ocurrió en el Juan Pablo Pina”, según se lee en su texto.
Con sentimientos de indignación y gran pesar escribo lo siguiente: el hijo de mi prima de 15 años de edad, residente en Bani, tuvo un accidente de motor y sufrió trauma craneal, contusión hemorrágica cerebral y 3 fracturas de cráneo, por lo que fue llevado de emergencia al Hospital de Regla y de ahí referido a Cuidados Intensivos del Hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal.
En vista de que ese hospital no es pediátrico, inicié las interacciones de lugar para tramitar el traslado al Robert Read Cabral o al Hospital Hugo Mendoza que es a donde le corresponde.
Mi experiencia, a pesar de ser médico, de trabajar en la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales y conocer gran parte del personal administrativo del Servicio Nacional de Salud (SNS), fue de lo peor con las doctoras Fátima Minaya, jefe del servicio de UCI de ese día, y la doctora Basora. Una desconsideración y deshumanización terribles, incomparables.
Me explico: llegué al Hospital Juan Pablo Pina a las 10:00 pm luego de haberme confirmado el jefe de Traslado del SNS que todo estaba listo; es decir, tenía conocimiento del médico que recibiría en el Hugo Mendoza, de que el paciente está en la Plataforma de traslado y que solo se estaba a la espera de que la Dra. Minaya avisara al CRUE para su traslado.
Cuando había transcurrido una hora y media y no veo que la ambulancia llega, toco la puerta de Intensivo para preguntar cuánto tiempo le resta a la ambulancia para llegar. La respuesta que recibo es que no han podido localizar a la Dra. Del Hugo Mendoza que recibiría al paciente y que si no confirman el recibimiento no pueden llamar al CRUE. Me ofrezco a llamar desde mi celular y milagrosamente ella contesta de una vez y le confirma el recibimiento, no sin antes decir que no le habían llamado, que siempre hay una pediatra frente al teléfono, que solo si llega un paciente de sumo cuidado se descuidaría un momento en lo que estabilizan en equipo al paciente.
Me dicen luego que es del CRUE que no les contestan. Llamo también desde mi celular y milagrosamente contestan; se logra coordinar la ambulancia con el CRUE y pasado unos 25 minutos llegan. Suben al área de Intensivo; estoy del lado de afuera en espera. Pasan más de 30 minutos y no salen con el paciente. Me desespero y toco la puerta para preguntar si hubo alguna eventualidad. 01.30 de la mañana y me dicen que no es que haya una eventualidad, si no que están en espera de que el Comité Médico del CRUE autorice el traslado del paciente, que el CRUE tiene un staff decisión del comité es que procede. Decido entonces esperar. Cuando pasan 20 minutos vuelvo y pregunto y me dicen lo mismo, por lo que solicité conversar con los del Comité, pues no se me había olvidado mi familiar, un niño de 15 años en estado de gravedad por el que se estaba haciendo el trámite.
Me comunico con la doctora supervisora de los incumbentes de la ambulancia y me tomó por sorpresa que me dijera “¡Qué Comité, de que me habla, debe haber un error, no tenemos ningún Comité!”, Ahí lastimosamente me enfurezco y solicito una explicación de lo que estaba aconteciendo y la Dra. Fátima, con cara sonriente, me dice: “Jajaja y estos son los que están pegados”.
Al percatarme de su trama, me identifico y le digo que me sorprende su accionar siendo médico, que ni siquiera que hubiese estudiado veterinaria se tolera dicho comportamiento, que rechazaba y condenaba su manejo.
Abogué a su sensibilidad con los niños y con los infelices que no tienen a nadie a quien llamar, que si a mí que estoy en el sistema ella me hace eso, qué será a quien no tiene quien le escriba, qué será del que no tiene un padrino en este sistema de salud, si quienes deben tener más humanización son los primeros pedantes, los primeros que hacen uso de poder, olvidándose que mañana podemos necesitar a los demás.
Sugiero, por favor, que esta doctora sea retroalimentada, capacitada en HUMANIZACION, que se duela de los pacientes, porque si no se duele de un niño no quisiera saber de un adulto. Esa doctora es un peligro para la sociedad. Dios cuide y proteja los pacientes el Hospital Juan Pina que están en manos de “esa”.