En la historia de la represión política en la República Dominicana, nunca un departamento de inteligencia había concentrado en manos de su director todos los instrumentos ilícitos y legales para violar los domicilios, perseguir a los enemigos, torturar a los presos políticos, vigilar a la ciudadanía, imponer el miedo, torturar a inocentes, dirigir una red de espías en el exterior y asesinar a los desafectos. Esa instancia de terror implantada y dirigida desde el palacio presidencial, se organizó desde mediados de los años cincuenta del siglo XX. Bajo la dirección de Johnny Abbes García implantó su dominio criminal en la República Dominicana, amparado en las órdenes directas de Trujillo; se conoció con el tenebroso nombre de Servicio de Inteligencia Militar, aunque todos lo llamaban “El SIM”.
Raíces de un aparato criminal
Hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX, los mecanismos de inteligencias y la red de espías que servían para controlar la oposición a Trujillo, descansaban principalmente en las estructuras formadas en las Fuerzas Armadas, especialmente en el Servicio de Inteligencia del Ejército, en áreas del Partido Dominicano, de la Secretaría de Interior y Policía y en el Servicio de Inteligencia en el Exterior; todos actuando de manera independiente, aunque coordinados desde la oficina del presidente de la República, con el fin de detectar y evitar los planes de los exiliados, controlar y desintegrar la oposición interna, y por igual, impedir brotes de disidencias dentro de los cuerpos armados. Esa situación comenzó a cambiar a partir de 1950, cuando el mandatario decidió modernizar el aparato de represión concentrando todas las áreas en un solo instrumento de control político: el Servicio de Seguridad.
Para los cambios introducidos en la última década de la dictadura (1950-1961), se tomó en cuenta las debilidades detectadas en la forma fallida con la que la dictadura había manejado la situación de sus opositores en la década anterior (1940-1950), que descansaba en el crimen. Para la modernización deseada, el gobierno procedió a facilitar en el exterior que algunos de sus hombres adquirieran conocimientos, experiencias y técnicas para la organización de una compleja estructura de seguridad nacional que tuvo bajo su dominio a todos los actores del sistema. Entre los más destacados por la experiencia y acciones ejecutadas en el exterior sobresalieron Arturo Espaillat, Félix W. Bernardino y Johnny Abbes García.
Oposición y represión al finalizar los años cuarenta
Finalizando los años cuarenta, en República Dominicana se recrudeció la represión contra una oposición que desde 1940 aprovechaba una supuesta apertura democrática de la dictadura, con la que el presidente Trujillo trató de evadir el cerco que entrañaba, en el campo internacional, estar del lado o ser parte de los regímenes dictatoriales de la época. Por esa razón, en el quinquenio 1941-1946, los anti trujillistas radicados en el exterior pudieron negociar con las autoridades dominicanas la llegada de muchos de sus integrantes y, compactados con los que en el país rechazaban el régimen, organizaron asociaciones juveniles y partidos políticos de izquierda: Partido Revolucionario Democrático Dominicano, (1943), Juventud Revolucionaria (1944), Juventud Democrática (1946) y Partido Socialista Popular en 1946.
Final de una falsa democracia
El cierre del período en que Trujillo quiso pintarse de demócrata coincidió, en mayo de 1946, con el descubrimiento hecho por el Servicio de Inteligencia de una conspiración militar en la fila del Ejército, la que dirigida por el capitán Eugenio de Marchena fue desintegrada y la mayoría de los implicados asesinados después de sufrir prisión y torturas.[1]
Al mismo tiempo, los principales integrantes de la Juventud Democrática y del Partido Socialista Popular recién fundados, continuaban promoviendo sus ideas, logrando aglutinar a un considerable grupo de seguidores, situación que alertó al mandatario dominicano:
“La agitación creció, cobrando fuerzas insospechadas—dice Horacio Ornes en su libro Desembarco de Luperón (1950)—. Trujillo se sintió amenazado y desató una ola de terror y represalias. Las cárceles se llenaron de valientes luchadores democráticos. Pero todavía hubo tiempo para organizar una gran manifestación en la Plaza Colón el 26 de octubre de 1946 (…); se produjo un choque. El mitin se suspendió, pero los miles de asistentes, en masa compacta, desfilaron por las principales calles dela ciudad, gritando por primera vez en quince años esas palabras contenidas de “abajo el tirano”. [2]
“En actitud de protesta—continua narrando Ornes—los manifestantes se dirigieron a las embajadas de México, Cuba y Estados Unidos. Después de exponer ante los representantes diplomáticos de esos países los atropellos trujillistas, la manifestación se disolvió (…). Luego vinieron los horrorosos crímenes y las cárceles se llenaron de hombres y mujeres deseosos de ser libres”.[3] Muchos que no fueron a parar a la cárcel de la “Fortaleza Ozama”, escaparon y pasaron a engrosar las fuerzas de los exiliados antitrujillistas en Cuba y Centroamérica.
En 1947, cuando en el campo internacional apenas daba inicio la “Guerra Fría” entre el bloque capitalista y el bloque comunista, y Trujillo se declaraba “campeón del anticomunismo en América”, opositores fueron acusados de profesar y practicar ideas comunistas y las prisiones del régimen, en las que todavía operaban zonas de la cárcel de Nigua aunque disfrazadas de espacios para enfermos mentales, volvieron a ser centros de las más despiadadas torturas.
Trujillo campeón del anticomunismo
Para justificar de manera legal el recrudecimiento de la represión, Trujillo remitió al Congreso Nacional en 1947, un proyecto de ley prohibiendo las actividades comunistas, bajo el argumento de la existencia de un reducido en número de personas, “pero pertinaces y de espíritu agresivo, (que) han venido tratando de constituir un partido comunista y de inducir a otras personas, principalmente de las capas más modestas de las clases trabajadoras (…), a sumarse a ellos”.[4] Aprobada la ley 1443, se inhabilitaron esas agrupaciones de ideas marxistas y otras de tendencias “antidemocráticas, estableciéndose penas de carácter correccional”.[5]
A partir de ese momento, en las ergástulas trujillistas se concentraron prisioneros de diversas ideologías y por diferentes causas políticas, incluyendo las económicas pues Trujillo aprovechaba la disposición legal para acusar a personas pudientes de violar la ley de seguridad del Estado; de esa forma, podía confiscar sus bienes que luego pasaban a ensanchar sus caudales personales. También, y con igual justificación fueron encarcelados y torturados miembros de la iglesia cristina Testigos de Jehová.
Posterior a la promulgación de la ley se hizo muy discreta la participación política, ya no pública sino de manera clandestina. Otros expresaron su antitrujillismo, pero lejos del país concentrándose en la isla de Cuba y se integraron en los preparativos de la frustrada “Expedición de Cayo Confites” , que alejándose de la costas cubanas el 13 de julio de 1947, fue abortada sin lograr alcanzar aguas internacionales.
Dos años después, el 19 de mayo de 1949, procedentes desde Guatemala y con el apoyo del presidente Juan José Arévalo, desembarcaron por la costa de Luperón, en territorio dominicano, los expedicionarios que arribaron con el objetivo de derrocar el gobierno de Trujillo. Aniquilados por las tropas del ejército, varios de los sobrevivientes fueron apresados y juzgados por atentar contra la seguridad del Estado.
En el marco de la situación de represión desatada desde mediados de 1947, que se recrudeció a partir de 1949, la Juventud Democrática pasó a la clandestinidad tratando de dirigir la lucha contra la dictadura, mientras que los principales del PSP en el país sufrieron encarcelamientos. Luego de ser indultados a principios de los años cincuenta, “los líderes del PSP decidieron asilarse luego de ser liberados”. [6]
1950-1961: década final de la dictadura
Los años cincuenta fueron de cambios y renovación en los mecanismos de represión y control de la oposición a la dictadura. Coincidentemente, Santo Domingo fue visitado a mediados de agosto de 1950 por el teniente general norteamericano Thomas E. Watson, quien desde la época de la intervención norteamericana (1916-1924), se destacó como amigo y protector de Trujillo [7] y desde entonces uno de los principales asesores en el establecimiento del sistema de espionaje con que Trujillo mantuvo en vilo a la sociedad dominicana. En aquellos primeros meses de 1950 y 1951, sospechosamente la discreta represión y la tortura de los presos se hizo más agobiante.
Por otro lado, iniciada la década, los residuos de la tensa situación vivida por la dictadura a finales de los cuarenta todavía persistían, especialmente relacionados con la ayuda prestada a los exiliados por los gobiernos de Cuba y Guatemala para las expediciones de 1947 y 1949 y la posible utilización del territorio haitiano en planes del exilio dominicano, lo que hizo que el gobierno dominicano se enfrascara en lucha diplomática con esos países, lo que repercutió en la Organización de Estados Americanos, que intercedió buscando evitar la confrontación. Además, el exilio se mostró activo denunciando las penurias de los presos políticos, que sufrían largas condenas y torturas.
La iniciativa de la Comisión Interamericana de Paz, facilitó una disminución de la tensión y a la vez permitió excarcelar a muchos de los detenidos; otros, en cambio, siguieron cumpliendo condenas, reclamando un indulto que nunca llegaba, pues consideraban no haber cometido los crímenes por los que fueron juzgados. La Comisión medio desde finales de 1949, y el mandatario dominicano solicitó a la OEA, que además de Cuba, se incluyera en la negociación al gobierno de Haití. Esto debido a la tensa situación con el presidente haitiano Dumarsais Estimé.[8]
En esa ocasión, y por presión de la OEA, fueron liberados numerosos presos políticos, principalmente vinculados al PSP, a los expedicionarios de 1949, y a implicados en otras acciones. También recobró su libertad un grupo de extranjeros pertenecientes a la tripulación de la embarcación “El Quetzal”, que había salido de Cuba en julio de 1951.[9] Las autoridades dominicanas señalaban la embarcación como la misma que en 1947 actuó con el nombre de “El Fantasma”, utilizada por los exiliados y que participó en la captura del “yate Angelita”. Esa nave propiedad del dictador fue devuelta a las autoridades dominicanas en julio de 1950.
Aunque algunos presos fueron libertados en meses posteriores a 1951, a través de indultos, muchos permanecieron en prisión, como por ejemplo los miembros de la familia Fiallo. Entre ellos Antinoe, Viriato Alberto y Francisco Álvarez Álvarez acusados de integrar una agrupación comunistas; este grupo comenzó a ser juzgado en diciembre de 1951 [10] y todavía en abril de 1953 permanecían prisioneros.[11]
Disminución de conflictos diplomáticos
En cuanto a los conflictos diplomáticos con gobiernos centroamericanos y caribeños, estos disminuyeron significativamente después de la intermediación de la OEA, pero no desaparecieron del todo. Todavía en 1953 Trujillo mantuvo conflictos con los gobiernos de Costa Rica, Nicaragua, el Salvador y Guatemala. La situación era diferente con Cuba, pues desde marzo de 1952 hasta diciembre de 1959 gobernó Fulgencio Batista, lo que en cierto modo ayudó a mejorar las relaciones entre los dos países.
De este modo, hasta mediados de los años cincuenta hubo un visible receso en las actividades de los exiliados, pues las naciones que antes apoyaron sus luchas ahora se encontraban controladas por regímenes dictatoriales y militares: Fulgencio Batista en Cuba (1952-58), Venezuela con el general Marcos Pérez Jiménez (1952-58) y Guatemala con el coronel Carlos Castillo Armas (1954-57). En ese ínterin tuvo lugar en 1955, la celebración de los veinte y cinco años de la “Era de Trujillo”, lo que se inició con la inauguración de la “Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre”; [12] sin embargo, a partir de 1957 la situación política comenzó a mostrar peligrosos signos de cambios.
Deterioro de la situación política
Desde aproximadamente 1957, la situación internacional y regional dio un ligero giro que pareció desfavorable para la dictadura: surgieron conflictos con Honduras, Brasil daba muestra de rechazo al gobierno de Trujillo y México expresaba su disgusto con medidas diplomáticas del régimen, mientras que con Cuba era diferente, pues el gobierno dominicano se mantuvo cooperando con el presidente Fulgencio Batista. Por igual, a partir de 1959, Cuba, con el triunfo de la revolución de Fidel Castro, se declaró de manera abierta contra Trujillo, y Estados Unidos apremiados por la situación cubana, dio pasos a un cambio en su política de apoyo al régimen de Trujillo, mientras que la acción terrorista contra el presidente Rómulo Betancourt en Venezuela ejecutada bajo la orientación de la Dirección de Seguridad de República Dominicana, enfrentó directamente a esa nación con el gobierno de Trujillo y provocó las sanciones de la OEA en 1960; todo repercutió en un virtual aislamiento del gobierno dominicano.
Además, a lo interno de la política dominicana, un reducido grupo de opositores mostraban signos de reactivación desarrollando iniciativas clandestinas. Los últimos tres años de la dictadura van a ser de planes conspirativos: en mayo de 1958 el Servicio de Seguridad Nacional, como lo llamaba la embajada americana, descubrió se estaba gestando un movimiento secreto que podía “alterar la estabilidad del gobierno” pues se distribuía propaganda contra el presidente y escribían consignas en edificios, “letreros pintados con carbón, con consignas rojas y ataques a la Dictadura”;[13] en 1959 desembarcaron en territorio dominicano los expedicionarios del 14 y 20 de Junio y en los meses finales de ese se concretizó el surgimiento del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, desvelado en enero de 1960. En ese mes también se manifestó el rompimiento entre el gobierno y la iglesia católica, y en mayo de 1961 el tirano encontró la muerte en un atentando ejecutado por antiguos colaboradores de su régimen. Todo esto, hasta meses después de la muerte de Trujillo, marcó el proceso de organización del Servicio de Seguridad y las operaciones llevadas a cabo para desarticular el movimiento opositor.
Una plataforma jurídica para la vigilancia
Cuando Trujillo se preparaba para la conmemoración de sus 25 años gobernando a los dominicanos, también estaba en proceso la formación y especialización en técnicas represivas del aparato de inteligencia, que ya contaba con espacios físicos vinculados al Ejercito, en los que se ejercía la tortura contra los prisioneros; inclusive, se estaba utilizando la silla eléctrica y otro tipo de métodos de torturas contra los prisioneros.
Tal y como lo cuenta Guillermo Rivas Díaz—que en entrevista al Archivo General de la Nación en el 2012, asumió la responsabilidad de ser el ingeniero que construyó la silla eléctrica que se utilizó para torturar a los presos desde mediados de los años cincuenta—, en los días anteriores a la celebración de la “Feria de la Paz”, en el período que va de 1953 a 1955, se gestionó la construcción de la macabra silla, porque en los interrogatorios que se venían haciendo en esos años “salían gente bien maltratada: esa gente que le arrancaban las uñas, esa gente que le aplicaban “el cúnigan” por las orejas, por los testículos”;[14] De acuerdo con la la opinión de Johnny Abbes García, los métodos utilizados para la investigación y torturas en esos años resultaban muy arcaicos.
Por esa razón, año y medio antes de la celebración de la “Feria de la Paz”, cuyas principales actividades se celebraron en diciembre de 1955, el gobierno de Trujillo procedió a profundizar la transformación que estaba en proceso en el aparato de inteligencia desde 1951. Para tal fin se creó, mediante Ley 4010 aprobada el 15 de diciembre y promulgada el día 21 en 1954, un organismo que se conoció como Servicio de Seguridad. [15] El nuevo cuerpo de inteligencia se formó como dependencia de la Secretaría de Estado de lo Interior, Policía y Comunicaciones sumando a su funcionamiento las áreas correspondientes a la Dirección de Migración, así como al Servicio de Inteligencia del Ejército. Este último pasó a formar parte del Servicio, por decreto número 499, del 21 diciembre del mismo año.
Al momento de la creación del referido aparato de espionaje en 1954, el Servicio de Inteligencia del Ejército estaba dirigido por el coronel Félix Hermida.[16] Por esa razón, cuando ese organismo castrense fue integrado al Servicio de Seguridad, le tocó a ese oficial de manera temporal, ocupar la dirección del nuevo organismo hasta que, el 21 de diciembre de 1954, el Poder Ejecutivo dispuso formalmente que la jefatura recayera sobre el coronel Manuel R. Perdomo, quien tomó posesión del departamento a partir del 8 de enero de 1955.[17]
En el mismo año, el 18 de abril, el secretario de lo Interior y Policía Miguel Ángel Báez Díaz, juramentó a su hermano Tomas Báez Díaz en la jefatura del Servicio de Seguridad con rango de subsecretario de Estado. En esa ocasión y como parte de la misma decisión del Poder Ejecutivo, quedó también designado Félix Manuel Rosa Uribe, subjefe de Seguridad.[18]
Estando el servicio en proceso de formación, la embajada americana en Ciudad Trujillo (Santo Domingo), mostró preocupación por las medidas que se venían tomando, expresando al Departamento de Estado que había cierta confusión en relación a la cantidad de organismos de inteligencia existentes en agosto de ese año. En un informe clasificado como confidencial, el funcionario de la misión diplomática norteamericana Dulles Hendrison observó en agosto de 1955, que la embajada había inquirido ante el Servicio de Seguridad Nacional, que decían estaba “encabezado por Mario Abreu Penzo y preguntando: ¿Es agencia autónoma o está bajo el interior de la defensa? Si existen otras agencias de inteligencia, ¿quién las encabeza y quiénes se subordinan?”.[19] En realidad, se trataba de un solo Servicio de Seguridad y no parecía que Penzo tuviera vinculación con este.
Los cambios que se efectuaban en el Departamento de Seguridad, como también era llamado, se efectuaban preventivamente al mismo tiempo que Trujillo desarrollaba una amplia campaña de exaltación de lo que entendió como grandes logros alcanzados en los veinte y cinco años de gobierno, que se cumplieron el 16 de agosto de 1955. La actividad más importante en esa celebración se centró en la inauguración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, el 20 de diciembre. En el discurso de inauguración el mandatario se pronunció contra las ideas comunistas expresando que el “comunismo seria descalificado como ideología política” en la República Dominicana, [20] lo que pareció anunciar la escalada represiva que se planificaba.
Dos meses después, en febrero de 1956, a la agencia de inteligencia todavía adscrita a la Secretaría de Interior y Policía se le responsabilizó mediante decreto 1489, de espiar a extranjeros sospechosos y vigilancia de las asociaciones, movimientos populares, y todo lo que afectara la seguridad pública.[21] Estas disposiciones mostraban el interés del dictador en tomar medidas que garantizaran la eliminación de cualquier foco de oposición tanto en el país como en el extranjero.
Surge Secretaría de Estado de Seguridad.
De acuerdo al general Arturo Espaillat, en su libro Trujillo: anatomía de un dictador, la tarea de dar seguimiento a los planes y movimientos de la oposición había resultado “eficiente, pero azarosa”. En aquel año de 1957, “arrostrando ahora la oposición activa de los Estados Unidos, Trujillo decidió atar todos los cabos sueltos creando un Departamento de Seguridad. El nuevo departamento procedió a coordinar todos los servicios relacionados con el espionaje, el contraespionaje, la aplicación de la ley y la inmigración”. El Departamento de Seguridad como también era llamada la institución, incluía la Policía Nacional, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia del Exterior, y la Inmigración. [22] Realmente, cuando Espaillat hablaba de Departamento de Seguridad, se estaba refiriendo a la creación de una nueva Secretaría de Estado, para coordinar y dirigir las instancias señaladas.
Al momento de crear la Secretaria de Estado de Seguridad, mediante decreto 2860 del 19 de junio de 1957, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), había comenzado su organización, pues la Secretaría integró al Departamento de Servicio de Seguridad al que pertenecía el SIM desde su formación. [23] A este ministerio pertenecían: la Policía Nacional; el cuerpo de policía especial responsables de la protección de los bancos; el Servicio de Seguridad, y el Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
También la Secretaría abarcaba lo relativo al cumplimiento de la ley de migración; expedición de pasaportes; registros de agentes extranjeros y de personas al servicios de países extranjeros; registros de personas que trabajaran con empresas extranjeras; control de la prensa; vigilancia de extranjeros sospechosos; portes y permisos de armas de fuego; vigilancia de las asociaciones, reuniones, movimientos populares y todo cuanto pudiera afectar la seguridad pública; vigilancia para impedir la vagancia y los juegos de azar; cooperación en todo lo concerniente a las conferencias y reuniones internacionales relativas a las materias antes enumeradas, y velar por el cumplimiento de las convenciones ratificadas.[24]
Para dirigir la nueva Secretaria de Estado, Trujillo designó al general Arturo Espaillat, quien había regresado del exterior ostentando una exitosa hoja de servicios como agente y director del Servicio de Inteligencia en el Exterior. Además, como parte de sus estudios militares en West Point, Estados Unidos, había adquirido conocimientos sobre el uso y manejo de las técnicas de espionaje. Espaillat permaneció en el cargo hasta el 10 de noviembre de 1957, cuando fue sustituido por el general Félix Hermida, quien logró que el presidente Héctor B. Trujillo lo sustituyera en el cargo. Esto llevó a que Trujillo designara para tal fin a Johnny Abbes García, [25] quien recibió la responsabilidad de dirigir el departamento en premiación por los éxitos alcanzados en la operación que puso fin a la vida del presidente Carlos Castillo Armas en Guatemala, en julio de 1957. [26]
El 10 de enero de 1958, mediante decreto 3448, [27] el área de inteligencia que ya se conocía como SIM, pasó a formar parte de la Dirección General de Seguridad, bajo las órdenes de Abbes García, y a la vez la Dirección se mantuvo como dependencia de la Secretaría de Estado de Seguridad. De esa manera, el teniente coronel Johnny Abbes concentró en sus funciones de director general—nombrado el 28 de mayo—todas las áreas del departamento [28] y de esa manera implementar los proyectos represivos que antes, como lo confiesa en sus memorias, había presentado a Trujillo con el fin de que este aprobara su aplicación.[29]
Todos los cambios realizados en la estructura de la Secretaría de Seguridad tenían el fin de convertir la institución represiva en un aparato con una sola dirección en todos los asuntos a sus cargos, bien organizada y muy eficaz a la hora de investigar y controlar las actividades de los opositores al régimen. En la motivación para que el mandatario eligiera al nuevo jefe de inteligencia, incidió la positiva valoración de la experiencia criminal de Johnny Abbes en el Servicio de Inteligencia en el Exterior.
El ascenso de Johnny Abbes a la Dirección de Seguridad coincidió con la aparición de pequeños brotes conspirativos y la necesidad del régimen en eliminar todo vestigio de resistencia en la sociedad dominicana. Por esa razón, más que entretenerse con acciones relacionadas con pasaportes, armas de fuego y migración, el nuevo director se concentró en convertir el departamento del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), en una sofisticada maquinaria de terror: “El Jefe había encontrado al hombre—dice el general Arturo Espaillat—. Abbes, inteligente, enérgico y sin entrañas, convirtió el SIM en un aparato temido y odiado tanto por civiles como militares. Por primera vez, la Republica Dominicana padeció una brutalidad organizada a escala masiva”.[30]
En el período 1960-1961, la represión politica alcanzó niveles nunca vistos por el pueblo dominicano y quedaron desveladas las cárceles clandestinas que el régimen operaba en “La 40” y en “el Kilómetro 9”. En esos dos años, cientos de dominicanos relacionados con las expediciones de Junio, y con la formación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, igual que muchos implicados en el atentado contra Trujillo en mayo de 1961, perdieron la vida o sufrieron terribles maltratos físicos. Fue en ese período que el SIM, bajo control directo de Abbes García, se destacó como la maquinaria más sangrienta conocida en la historia política de la República Dominicana. De esto hablaremos en nuestro próximo artículo.
(Notas bibliográficas: [1] Horacio Ornes, Desembarco en Luperón. (México, 1955). Santo Domingo, Graficas Itesa, 1999, p. 26; [2] Ob. cit., p. 28; [3] Ob. cit., pp.27-28; [4] Alejandro Paulino Ramos, Las ideas marxistas en la República Dominicana. Santo Domingo, Editora Universitaria UASD, 1985, p. 49; [5] Ley 1443, 10 de junio 1947. En: Gaceta Oficial 6640, 14 de junio 1947; [6] Luis Gómez Pérez, “La resistencia a la tiranía trujillista”. En: Historia general del pueblo dominicano. Vol. V. Santo Domingo, ADH, 2015, (pp. 631-654), p. 642; [7] El Caribe, 17 de agosto 1950; [8] Véase el periódico El Caribe de los días 1 y 13 de enero de 1950; [9] El Caribe, 26 de septiembre 1951; [10] El Caribe, 5 de diciembre 1951; [11] El Caribe, 18 de marzo de 1952; [12] Francis Pou García, “Movimientos conspirativos y el papel del exilio en la lucha antitrujillista”. Clío, Año 78, no. 177, enero-junio 2009, p. 42; [13] Johnny Abbes García, Trujillo y yo: memorias de Johnny Abbes García. Santo, Letragráfica, 2009, p. 205; [14] Aquiles Castro, “Esa monstruosidad…: “Entrevista a Guillermo Rivas Díaz”. Boletín del Archivo General de la Nación, Año LXXV – Volumen XXXVIII, número 135, Enero-abril 2013; [15] Véase “Ley de secretarias de Estado 4010”, 21 de diciembre de 1954. En: Gaceta Oficial núm. 7783, del 25 de diciembre 1954; [16] El Caribe, 4 de octubre 1952; [17] Véase “Decreto 499” del 21 de diciembre de 1954, en Gaceta Oficial núm. 7790, del 8 de enero 1955; [18] “Decreto 7770” del 16 de abril de 1955. En: La Nación, 19 de abril 1955; [19] Embajada de los Estados Unidos. Ciudad Trujillo. Informe confidencial enviado al Departamento de Estado firmado por Dulles Hendrison, del 29 de agosto de 1955. En: Colección Bernardo Vega: Archivo digital de Bernardo Vega; [20] El Caribe, 21 de diciembre 1955; [21] “Decreto 1489” del 11 de febrero de 1956, en Gaceta Oficial núm. 7947 del 18 de febrero 1956; [22] Arturo Espaillat, Trujillo: anatomía de un dictador. Barcelona, Ediciones de Cultura Popular, 1967, p. 56; [23] “Decreto 2860” del 19 de junio 1957. Gaceta Oficial núm. 8139, del 29 de junio 1957; [24] “Decreto 2860” del 19 de junio de 1957. En: Gaceta Oficial núm. 9139, del 29 de junio de 1957; [25] (éase Arturo Espaillat, ob. cit., p. 57; [26] Ob. cit., p. 57; [27] Véase Gaceta Oficial núm. 8210, del 1 de febrero de 1958; [28] Johnny Abbes García, ob. cit., p. 206. Véase también decreto 3793 de 1958. En: Gaceta Oficial núm. 8250 del 7 de mayo 1958; [29] Abbes García, ob. cit., p. 228; [30] Espaillat, ob. cit., p. 57. Véase nombramiento Johnny Abbes. Decreto 3793 de 1958).