SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Milagros dice tiene 17 años en la Iglesia Católica y es fiel hasta la tambora en las tradiciones religiosas de los 40 días y noches que pasó Jesucristo sin comer ni beber, conmemorado actualmente como la cuaresma.

“Al menos a mi me ha tocado aprender un poquito de Jesús en mi caminar con él”, dijo Milagros González, feligrés.

Cuenta que el año 1998 le tocó participar como misionera en compañía de un grupo de parroquianos, acudió al municipio de Pedro Brand donde tuvo que permanecer nueve días sin comunicación y en constante predica a los más necesitados.

“Yo recuerdo que mi hija mayor me preguntó que a donde estaría y yo le dije que no podía identificarle donde sería porque no me lo permitían, y así duré todo ese tiempo sin comunicarme con ellos”, recordó mientras señalaba las imágenes religiosas que tiene colgadas en las paredes de su vivienda.

Explica que desde su punto de vista durante el tiempo de la cuaresma “Tú vives tú desierto a tu manera, yo vivo el mío a la manera de Dios…tratando de seguir los pasos de Jesús, el sacrificio y entrega por los demás”.

"La cruz antes era signo de maldición, pero después que Jesús murió en ella es un signo de redención"

“Nosotros tenemos que tener un arrepentimiento, una conversión porque si Dios envío a su hijo Jesucristo para nosotros entonces tenemos que imitar a Jesús”, estableció, recalcando que cuando las personas tienen ese encuentro con Jesús no puede andar con un pie fuera de la Iglesia y otro dentro.

Destaca con énfasis que el ayuno no es dejar de comer porque sí, si no que es desprenderse de algo que se ofrendará al prójimo necesitado o a la iglesia, la cual se encarga de ayudar a los más empobrecidos.

“De ante manos la iglesia propone retiros cuaresmales que nos dan como una preparación a la semana santa…ya yo como feligrés tengo que estar completamente preparada para vivir una Semana Santa, santa”, expresó.

Con lagrimas corriendo por sus semillas dice que durante la celebración del lavado de pies le ha toca duro porque le ha tocado personas con llagas, ponerse en los pies de Jesús y perder el orgullo.

“Para mí significa mucho porque es la celebración del amor, donde Jesús se baja hasta el extremo para darnos la enseñanza a nosotros de que también tenemos que bajarnos para servirle al prójimo”, destaca llorosa al referirse a la conmemoración del jueves santo que celebra la iglesia Católica.

Relata que el viernes santo muchas personas tienen la devoción de visitar todos los monumentos e iglesias donde se adora a Jesús, aunque ella adquirió dicha costumbre hace poco tiempo.

Asimismo, explica que el sábado es un día de recogimiento porque Jesús está en la tumba y María que es la madre, sufre el dolor más grande. “Es donde se cumple la profecía de Simeón que dice -una espada atravesará tu alma- y ese es el momento en que María siente que la espada atraviesa su alma por el dolor y sufrimiento de perder a su hijo.

Concluye que al final de la Semana Mayor con la resurrección de Jesús el día domingo, debe ocurrir un cambio en la vida de los que la viven con fe y con veracidad.