SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El modelo computarizado del coronavirus del alemán Stefan Flasche, profesor asociado de la London School of Hygiene and Tropical Medicines, calcula que entre un 10% y 30% de los contagios proviene de los asintomáticos.

En una entrevista que publica la alemana Deutsche Welle (DW) explicó cómo las matemáticas y la computación ayudan a calcular la evolución de la enfermedad.

Confirma, además, lo expuesto en el video del conferencista (radiofonica 1007) que acompaña este texto de Acento en base a la entrevista de DW sobre el grano en la primera casilla de la tabla de ajedrez: el crecimiento exponencial que, en el caso del coronavirus, refleja que por cada persona muerta por el COVID-19 el infectado contagió directa e indirectamente a unas mil antes de dejar esta vida.

Flasche también confirmó que el riesgo de contagio "aumenta gradualmente a partir de los 50 años y a partir de los 60 años el riesgo es realmente alto".

Stefan Flasche reveló a DW que el modelo computarizado que creó para medir la proliferación de este mal arroja que solo en dos semanas ese fallecido contagió inicialmente a otras 100 personas.

"Estos 100 ciudadanos contagian, cada uno, a 100 más, que también pueden demorarse en desarrollar síntomas, si es que sucede, al menos durante dos semanas. Mientras tanto, las infecciones se habrán propagado con una tasa de reproducción" muy alta, declaró.

Este científico alemán también confirmó que el riesgo de contagio "aumenta gradualmente a partir de los 50 años y a partir de los 60 años el riesgo es realmente alto".

Rveleó que el estudio se efectuó en base a casos registrados a inicios de año en un crucero frente a las costas de Japón.

"Nos ayudó a entender la enfermedad en un ambiente de confinamiento, donde hubo la oportunidad de examinar a todos los pasajeros y tripulantes. Así, la proporción entre infección y mortalidad en todas las edades está en el 1%, dependiendo de la edad. El riesgo es mucho menor en los más jóvenes y aumenta drásticamente en los mayores", sostuvo.

Las personas que no presentan ningún síntoma clínico de la enfermedad, pero que, aún así, pueden propagarla, obviamente son difíciles de detectar y la investigación sugiere, reiteró, "que entre el 10 y el 30% de todas las transmisiones pueden provenir de personas que no han desarrollado síntomas".

Las estrategias de contención de la enfermedad evidentemente se centran en aquellos que muestran síntomas, "por lo que los asintomáticos transmisores del virus están fuera del radar y esa puede ser una de las razones por las que la contención ha fallado en casi todos los países", apuntó.

PREGUNTAS FINALES DE DW

–¿Qué podemos aprender de China y Corea del Sur, donde el virus se propagó mucho antes que en Europa y América Latina?

En China y Corea del Sur el número de casos está disminuyendo. Esto es muy interesante para el control del COVID-19 a nivel mundial. Esos países asiáticos han logrado frenar el brote con algunas medidas muy drásticas de distanciamiento social. Una propagación descontrolada hace colapsar los sistemas de salud. Retrasar la velocidad de la propagación es útil para amortiguar el impacto, pero también nos da tiempo para su tratamiento y para el desarollo de vacunas.

Esas son buenas noticias, ya que el aislamiento social es muy efectivo. Pero al mismo tiempo es problemático, porque significa que tan pronto como se levanten esas restricciones el número de casos se dispara porque la población no ha desarrollado inmunidad.

Tan pronto como disminuyan (las restricciones), es probable que haya un resurgimiento del virus. Las medidas son muy drásticas y tienen un gran impacto en la vida diaria y la economía. Así que sólo se pueden mantener durante un cierto tiempo.

—Son cada vez más los países que restringen viajes y/o cierran sus fronteras. ¿Cuál es el impacto?

Las restricciones de viaje tienen el objetivo de limitar la cantidad de personas infectadas que ingresan a una ciudad o país. Eso reduce el número de personas que necesiten ser identificadas y rastreadas. Pero, una vez que un país deja entrar el virus, y se detecte una propagación sostenida en la comunidad, el problema pasa a ser mayor.

–¿Hay algo más que se pueda hacer?

Centrarse en los grupos de riesgo, que es lo común en caso de cualquier enfermedad infecciosa. Los grupos de riesgo son los primeros en recibir las vacunas o los tratamientos intensivos. Una posible estrategia contra el COVID-19 es que, si no podemos parar el brote, protejamos a los más susceptibles, lo que significa aislar completamente a los enfermos y ancianos, tanto como sea posible.

¿Así que el virus llegó para quedarse?

Es posible frenar la propagación, pero las medidas tienen que ser muy drásticas, y por largo tiempo. Es muy difícil predecir cuánto. No hay evidencia de que esto vaya a desaparecer en el verano del 2020.