ESTADOS UNIDOS.- El diario POLITICO publicó un trabajo en el que analiza las estrategias de los demócratas y de los repúblicanos respecto de Robert Menéndez, el senador por New Jersey que se encuentra a la deriva por la acusación que pesa contra él por corrupción, y que es seguida al detalle por los medios de comunicación y la sociedad norteamericana.

Escrito por Manu Raju y Burgess Everett, el trabajo aporta elementos nuevos para entender las estrategias políticas y electorales de los dos principales partidos políticos. Fue publicado por el diario POLITICO y traducido al español por Iván Pérez Carrión, para Acento.

Enfrentado a una acusación por corrupción que se expande y luchando por su vida política, el senador Robert Menéndez debería ser un objetivo tentador para los republicanos. Pero en lugar de exigir la renuncia de Menéndez, el Partido Republicano se ha mantenido extrañamente tranquilo.

Republicanos como el gobernador Chris Christie dicen que Menéndez merece tener su espacio en el tribunal. El líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell se ha mantenido mudo. Y el Comité Nacional Republicano está centrado en otros objetivos, es decir, en Hillary Clinton.

El enfoque de mantenerse al margen ‒aunque no es una defensa del senador por Nueva Jersey‒ destaca un cálculo secreto del GOP: Si Menéndez se mantiene en el cargo con la acusación que pesa sobre su cabeza, peor se verán las cosas para los demócratas.

“Desde nuestra perspectiva, mientras más tiempo se quede en el puesto, mejor nos irá”, dijo un republicano de alto rango que pidió no ser identificado para comentar el cálculo político con franqueza.

Varios funcionarios republicanos de alto nivel esperan que el veterano senador bajo asedio se mantenga en el puesto y mientras tanto, ensucie al Partido Demócrata. Por otra parte, una larga batalla judicial podría extenderse hasta la temporada electoral y producir más revelaciones embarazosas sobre los enormes gastos del súper PAC de los demócratas del Senado, la administración de Obama y los líderes demócratas.

Sin embargo, permanecer tranquilos también tiene sus costos para los republicanos. Si se presiona a Menéndez para que renuncie, y en última instancia, él se echa a un lado, Christie podría nombrar un reemplazante interino, lo que podría mejorar las posibilidades republicanas de apoderarse del asiento en una posible elección especial. Pero sin la presión de los republicanos, es menos probable que los demócratas fuercen a su colega a renunciar.

Eso le da a Menéndez cierta cobertura política para continuar luchando contra el Departamento de Justicia y quedarse en el puesto hasta finalizar su mandato, que expira en enero de 2019. 

Al preguntarle por qué el partido se ha mantenido tan tranquilo en relación con Menéndez, Sean Spicer, portavoz de RNC, dijo: “Hemos estado muy concentrados en el lanzamiento de Hillary”.

McConnell considera que el Caucus Demócrata del Senado debe decidir el destino de Menéndez, según su portavoz.

Un funcionario del Comité Nacional Republicano del Senado añadió: “Menéndez no es nuestro problema. Le corresponde a la dirigencia demócrata y al caucus decidir qué hacer con él”.

A raíz de la acusación de la semana pasada, Menéndez ha proclamado firmemente su inocencia, diciendo que sería reivindicado en los tribunales, y prometió mantenerse en su asiento. No obstante, cuando los procedimientos judiciales comenzaron, estuvo de acuerdo con dimitir como el demócrata de más nivel miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

“Así no es como mi carrera va a terminar”, dijo en una conferencia de prensa la semana pasada en Newark.

Y se vio reforzado por una nueva encuesta de Rutgers-Eagleton del martes que dijo que el 58% de los residentes de Nueva Jersey cree que Menéndez debe permanecer en el cargo a menos que sea declarado culpable, en comparación con sólo el 34% que dice que debería renunciar inmediatamente. El índice de aprobación del senador en Nueva Jersey se sitúa en un magro 34%.

Aún así, Menéndez tendrá que ganar una batalla legal de alto riesgo para mantenerse en el poder. Se le acusa de haber conspirado ilegalmente para utilizar su cargo para enriquecerse y beneficiar a Salomón Melgen, un rico oftalmólogo de la Florida, viejo amigo suyo y benefactor político. La acusación ya ha sacado a la luz pública detalles embarazosos sobre Menéndez, como, supuestamente, haber intervenido ante funcionarios federales para ayudar a resolver problemas de visado para novias de Melgen, y haber aceptado paseos en aviones privados y utilizado una villa en el Caribe.

Los fiscales federales alegan también que el senador buscó actuar como alcahuete entre Melgen y otros senadores demócratas.

Además, como parte del supuesto soborno, la acusación señala US$700,000 en donaciones que Melgen hizo a la Majority PAC del Senado, un súper PAC a cargo de los principales asesores políticos del líder de la minoría del Senado, Harry Reid. Las donaciones se destinaron a ayudar a la campaña de reelección de Menéndez en 2012…

El Departamento de Justicia y el FBI también entrevistaron a Reid como parte de su investigación, teniendo en cuenta el papel del líder demócrata en la facilitación de una reunión de 2012 entre el entonces secretario de Salud y Servicios Humanos, Kathleen Sebelius, y Menéndez, por una disputa con el Medicare que Melgen estaba monitoreando de cerca. Reid no ha sido acusado de ningún delito en la acusación de Menéndez.

El juicio está programado tentativamente para comenzar 13 de julio, pero fácilmente pudiera retrasarse. Y si Menéndez sigue siendo senador cuando los procedimientos judiciales se pongan en marcha, eso atraerá mucha mayor atención de los medios. Pero ese no es el tipo de atención que desean los demócratas.

Suponiendo que Menéndez no llegara a un acuerdo con la Justicia y el caso fuera a juicio, pruebas más perjudicial podría salir a la luz ‒y eso esperan secretamente los republicanos.

Después de la acusación la semana pasada, el NRSC exigió que los demócratas devuelvan las donaciones que el comité de acción política de Menéndez les hizo a ellos durante años, y dos senadores demócratas, Amy Klobuchar de Minnesota y Michael Bennet de Colorado, devolvieron el dinero. Otros demócratas, como el exrepresentante Joe Sestak, quien es candidato al Senado en Pennsylvania, no lo ha hecho. La senadora por Washington Patty Murray, miembro del liderazgo demócrata, candidata a la reelección el año próximo, no ha dicho si ella devolvió las contribuciones de los PAC de Menéndez.

Sin embargo, los llamados del Partido Republicano para que Menéndez dimita han sido escasos y distantes entre sí.

La oficina del gobernador se negó a hacer más comentarios el martes. El Partido Republicano de Nueva Jersey dijo que Menéndez debería dimitir si las acusaciones “resultan ser ciertas”.

“Estos informes de irregularidades son profundamente preocupantes y, de resultar probados por los investigadores y fiscales federales, el senador Menéndez habrá perdido la confianza y la fe de las personas trabajadoras a las que sirve, y debe renunciar”, escribió en un correo electrónico Nicole Sizemore, una portavoz del partido del estado. 

Si Menéndez tuviera que dimitir, Christie tendría una oportunidad real para ayudar a los republicanos a agregar otro asiento a su mayoría de 54-46 en el Senado. Christie sería el responsable de nombrar a un sustituto provisional, pero el momento sería importante.

Una renuncia 30 días antes de la fecha de la primaria del 2 de junio significaría que podría celebrarse una elección especial este año, pero cualquier renuncia después de esa fecha significa la elección especial podría deslizarse hasta el año próximo. En última instancia, la decisión correspondería a Christie, quien tiene facultades para decidir sobre la programación de una elección especial debido a estatutos en conflicto en la ley de Nueva Jersey, según el Servicio de Investigación del Congreso.

El momento de la reelección de Menéndez también subraya cuán diferentes fueron las circunstancias la última vez que un senador activo fue acusado por cargos de corrupción. El fallecido Ted Stevens, republicano de Alaska, fue acusado en 2008 y más tarde condenado en el calor de la temporada de elecciones, y finalmente, perdió su silla frente al demócrata Marcos Begich. 

Después de la acusación, varios republicanos importantes, incluyendo McConnell y el candidato presidencial del Partido Republicano, John McCain, le pidieron a Stevens que renunciara. Los demócratas, creyendo que podían vencer a un Stevens golpeado en las elecciones de aquel otoño, evitaron en gran medida pedirle a Stevens que se echara a un lado, pero instaron a los senadores republicanos vulnerables a devolver las donaciones de Stevens. (La condena de Stevens fue desestimada más tarde, después que el Departamento de Justicia reconoció la mala conducción del caso por la fiscalía.) 

Fuera del sistema partidario, el grupo conservador American Commitment, pidió la dimisión de Menéndez y puso en marcha una página web la semana pasada, que llamó ByeBob.com que tiene 3,350 firmantes que le piden que renuncie. Pero ningún grupo de los partidos grandes se les ha unido, un hecho que el presidente de Commitment, Phil Kerpen, atribuye a los tiempos de un acuerdo nuclear con Irán en el cual Menéndez ha sido un fuerte crítico de la Casa Blanca junto con muchos republicanos.

Algunos republicanos también simpatizan con Menéndez, argumentando que ha sido víctima de una venganza política de la administración.

No pasó por alto para Kerpen que este grupo está más alineado con las páginas editoriales liberales que con altos funcionarios del Partido Republicano en torno a esta cuestión. “Tenemos que The New York Times le está pidiendo que renuncie, y ningún republicano importante está haciendo eso”, dijo.

Fuente: http://www.politico.com/story/2015/04/republicans-give-bob-menendez-a-pass-116744.html