LA HAYA, Holanda.- Los delincuentes buscan cómo beneficiarse de la pandemia de coronavirus y la criminalidad se adapta a medida que el coronavirus se propaga: tráfico de mascarillas, vacunas falsas, estafas a ancianos y abusos en internet de niños confinados.

Millones de personas están en sus casas, lo cual reduce el número de robos. Los toques de queda dejan a los carteristas sin apenas víctimas y el cierre de las fronteras pone obstáculos al narcotráfico, lo que crea tensiones entre los traficantes y provoca escasez de drogas.

Pero la propagación de la COVID-19 en el Viejo Continente, actual epicentro de la pandemia, ha creado una nueva especie de delincuentes, que se han adaptado rápidamente y han cambiado las reglas del juego.

"Los delincuentes aprovecharon rápidamente las oportunidades para explotar la crisis adaptando sus métodos de funcionamiento o dedicándose a nuevas actividades ilegales", constató la agencia europea de policía (Europol) en un informe publicado el viernes.

"Los estafadores adaptaron muy rápidamente sus sistemas de fraude para rentabilizar la angustia y el miedo de los ciudadanos europeos", analiza la agencia.

Según Catherine De Bolle, directora ejecutiva de Europol, "los delincuentes están interesados en una única pregunta: '¿Cómo ganar más dinero?'".

"Por eso ahora abusan de la pandemia", declaró a la AFP.

– "Lo peor de la humanidad" –

En muchos países europeos, las fuerzas de seguridad han constatado una caída de la denominada criminalidad tradicional: en España, la policía calculó que los delitos se habían reducido en un 50% con respecto a 2019 desde el inicio del confinamiento de la población, a mediados de marzo.

En Suecia, la policía también vio una caída significativa del número de robos desde que la población tiene que trabajar desde casa.

El otro lado de la moneda es la explosión registrada en otros sectores de la economía sumergida, el aumento de un nuevo tipo de estafas y de cibercriminalidad debido a la pandemia.

La crisis del nuevo coronavirus también podría "hacer salir lo peor de la humanidad", afirmó la jefatura de la policía británica, refiriéndose el martes al robo de bombonas de oxígeno en un hospital de Manchester.

En toda Europa, la cantidad de fraudes en línea se dispara.

Según la agencia británica de lucha contra el crimen organizado (NCA), "los delincuentes toman como blanco a quienes intentan comprar suministros médicos en internet, envían correos electrónicos que ofrecen un falso apoyo médico y estafan a las personas más vulnerables o cada vez más aisladas en casa".

– Falsos conductores de ambulancias –

En Alemania, por ejemplo, "los ciberdelincuentes se aprovechan de las preocupaciones actuales de la gente frente a la COVID-19 para enviar correos electrónicos que quieren captar datos personales o tienen contenidos malintencionados o para usar el miedo de las personas con intenciones fraudulentas", especifica la policía.

En Dinamarca, el gobierno se ha comprometido a imponer penas ejemplares a todos los delincuentes de este tipo, como los ladrones de soluciones hidroalcohólicas y los que se hacen pasar por trabajadores sanitarios o conductores de ambulancias.

Algunos, vestidos a veces con mascarillas protectoras y batas blancas, afirman realizar pruebas de detección del coronavirus para entrar en un domicilio. Con frecuencia estafan a los ancianos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de un fuerte aumento del 'phishing' (captación de datos personales) por correo electrónico y de las estafas, utilizando el nombre de este organismo para tratar de robar dinero e información confidencial.

La pandemia también provocó un aumento de la actividad de los pederastas en línea, advirtió la policía sueca en una entrevista con la radio pública.

"Los niños y los jóvenes están más conectados, están en casa y no en su entorno normal donde están rodeados de adultos", explica a la AFP Anna Karin Hildingson Boqvist, secretaria general de la sucursal sueca de ECPAT, una asociación que lucha contra la explotación sexual infantil.

Más al sur, en Italia, golpeada de lleno por la pandemia, algunos temen que los pequeños empresarios con problemas de dinero recurran a la mafia para salvar sus negocios. AFP, Sara MAGNIETTE y Charlotte VAN OUWERKERK, con las oficinas de AFP en Europa