En los 30 años de su proyecto de autogestión comunitaria, la clave de la Loma del Chivo ha sido la voluntad de dar el primer paso ante cada problema y luego recabar el apoyo solidario de otros actores sociales o institucionales para avanzar y asumir el siguiente reto.
Ese propósito ha encontrado un terreno fértil en una sociedad tradicionalmente inclinada a la práctica del buen vecino y a la actitud solidaria, inclusive, entre sectores y grupos sociales hipotéticamente antagónicos, sobre todo cuando se trata de una causa de interés común.
De ese modo el liderazgo comunitario del barrio capitaleño primero se organizó en junta de vecinos, de inmediato desplegó un plan de vigilancia y de activa militancia ciudadana para erradicar el microtráfico y las pandillas juveniles, y luego estableció una alianza con la Policía y la Dirección Nacional de Control de Drogas para asegurar la sostenibilidad de los avances alcanzados.
Al lograr el primer gran objetivo social del barrio, consistente en frenar la delincuencia asociada el tráfico de drogas y al pandillerismo, el liderazgo comunitario hizo conciencia de que también podía plantearse otras metas estratégicas para mejorar la calidad de vida de su gente, sobre todo de los niños y jóvenes que no tenían acceso a la educación y a la sana recreación.
Con esa visión la comunidad se trazó la meta de establecer un destacamento policial en el mismo corazón del sector, a pesar de no contar con un inmueble para ese fin; y construir una escuela básica en un área donde no existía un metro de terreno disponible, lo que implicaba hacer las gestiones necesarias para adquirir un local y el espacio apropiado para instalar el plantel escolar, que debería complementarse con una escuela laboral y una cancha.
Definiendo claramente los objetivos de corto y mediano plazo, la junta de vecinos y sus asesores entonces acordaron promover una actividad pro escuela, cancha y centro comunal para la Loma. La idea era conseguir los recursos necesarios para desalojar y demoler, mediante acuerdo, las humildes viviendas de unas trece familias del barrio, creando el espacio para la escuela, además de comprar una casa para el destacamento de la Policía.
Los aliados solidarios
“Si una sociedad libre no puede ayudar a los muchos que son pobres no podrán salvarse los pocos que son ricos”. (Clement Attlee, primer ministro británico después de la Segunda Guerra Mundial”
Desde un principio, los responsables del proyecto comunitario tuvieron muy presente que la causa del barrio debía sustentarse en una alianza que involucrara a la comunidad, a las autoridades y a los amigos, aliados y padrinos conquistados durante el proceso.
Durante las tres décadas del proyecto iniciado en el año 1992, han sido muchos los colaboradores externos que han acompañado las iniciativas de la comunidad, pero Andrés Mañón, el líder principal del barrio, tiene una explicación basada en un orden preferencialmente cronológico, de acuerdo al momento o la época en que los aliados se integraron a las diversas tareas emprendidas. Esta es su versión:
“Primer padrino, Padre Rogelio Cruz: El ideólogo de la idea de formar la junta de vecinos, nos acompañó en los momentos críticos, en la parte organizativa, y en otras jornadas a lo largo de los años”.
“Segundo padrino, periodista y regidor Luis José Chávez: A partir de sus iniciativas nacieron los grandes proyectos de desarrollo de la comunidad, y se multiplicaron los padrinos y aliados del barrio”.
Entre los padrinos que se integraron en la primera etapa estuvieron el Padre Federico García, la senadora Milagros Ortiz Bosch, el productor de televisión Roberto salcedo, el síndico y productor de televisión Rafael Corporán de los santos, el dirigente comunitario Isidro Torres, el regidor Miguel Sandoval, la regidora Zoila Villa, la regidora Mercedes Sabater de Macarrulla, la periodista Ángela de León, el regidor Ángel Casado, la funcionaria de las Naciones Unidas Miriam López y la diputada Milagros Díaz, originaria del sector.
Igualmente, el contralmirante Julio Cesar Ventura Bayonet, director nacional de Control de Drogas; y los periodistas Leo Corporán, Rafael G. Santana, Juan Bolívar Díaz y Radhamés Gómez Pepín
Y así se fueron integrando, de acuerdo al listado de Mañón, el ex selección nacional de volibol Ramón Aybar, ejecutivo de Codetel; el empresario Francis Malla; el entonces coronel y luego jefe policial Manuel Castro Castillo; el periodista y activista cristiano puertorriqueño, Pito Vargas; el ex ministro de Deporte Elías Wessin Chávez; el empresario José Luis (Pepín) Corripio; el equipo de Ciudad Alternativa y en la etapa más reciente, el sociólogo y dirigente comunitario Mario Montes De Oca, presidente de la Confederación Nacional de Juntas de Vecinos (CONAJUVE).
Pequeños aportes hacen grandes obras
En sus 30 años de autogestión comunitaria, la Loma del Chivo ha logrado importantes obras y conquistas sociales mediante una alianza solidaria que ha involucrado a diversas personas e instituciones.
He aquí algunos de los logros más notables.
Erradicación del microtráfico y las pandillas juveniles. El primer paso lo dio la comunidad cuando se organizó como junta de vecinos y trazó una estrategia creativa y resuelta para expulsar o cambiar la actitud de los grupos de antisociales.
En esa tarea contó, principalmente, con el apoyo clave del padre Rogelio Cruz y del contralmirante Ventura Ballonet, director de la DNCD.
Escuela, cancha y centro comunal. Fue un objetivo transversal en el proyecto de desarrollo comunitario de la Loma del Chivo, que involucró a varios aliados iniciales, incluyendo a Roberto Salcedo, quien ofreció su programa 7×7 Roberto para celebrar un telemaratón a favor de la Loma del Chivo; Tony Isa Conde, quien hizo un aporte especial; Milagros Ortiz Bosch, quien donó una botica popular y media cancha de baloncesto; y el empresario Francis Maya, quien patrocinó a las profesoras voluntarias que iniciaron la escuela laboral antes de que construyera el plantel par la educación básica.
Con los recursos generados por el Telemaratón se adquirieron 13 viviendas y se habilitó el espacio para la construcción de la escuela María Auxiliadora, iniciada en el último tramo del gobierno del presidente Joaquín Abinader e inaugurada en el primer año del gobierno de Leonel Fernández.
Más adelante el Empresario José luís Corripio apadrinó la construcción del salón de actos y de dos aulas del plantel, por lo que la comunidad le reconoció bautizando el salón de actos con el nombre de su padre, Manuel Corripio. En una próxima entrega ofreceremos detalles sobre todo el proceso de articulación que hicieron posible la construcción y ampliación de la escuela, principal demanda inicial del proyecto comunitario.
Pero antes de que la escuela fuera inagurada en el año 1996, el liderazgo comunitario logró la instalación de un destacamento policial en un local adquirido con recursos propios, y en el mismo espacio donde luego se construiría el plantel comenzó a operar una escuela laboral, una media cancha y una botica popular donada por la entonces senadora Milagros Ortiz Bosch.
La escuela laboral comenzó a trabajar en un precario local con profesoras honorificas que recibían una modesta retribución del empresario Francis Maya, ya fallecido, quien fue uno de los primeros aliados solidarios del proyecto comunitario.
El 14 de junio del 1995, la escuela laboral, que todavía no había sido oficializada y patrocinada por el Ayuntamiento del Distrito Nacional, hizo su primera graduación en un acto donde también presentó su primera exposición.
Con el paso del tiempo y durante más de 25 años, la escuela laboral, dirigida por Florinda González, formó miles de mujeres en manualidades, belleza, costura, repostería y artesanía, entre otras habilidades, impactando notablemente la calidad de vida y las expectativas de desarrollo de la Loma del Chivo, del barrio 27 de Febrero y de otras muchas comunidades del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo. (Continuará).