SANTO DOMINGO, República Dominicana. – Todos los estudianes de las escuelas estatales y privadas en principio tienen el mismo derecho a la educación no presencial, solución coyuntural ideada por las autoridades para evitar la propagación de la Covid-19 en las escuelas.
El Ministerio de Educación (MINERD) apostó con firmeza a esta modalidad, pero en la primer semana de docencia la realidad es que hay miles de estudiantes que deben tomar las clases “por radio y televisión”, pero no tienen energía eléctrica, y los que cuentan con electricidad en muchos casos no tienen Internet o no poseen computadora, teléfonos inteligentes o cualquier otro dispositivo que les permita interactuar en la red.
Otro problema para muchos alumnos, sobre todo los más pequños, es que sus padres no están en casa, por diversas razones.
Estos percances los narra con lujo de detalles Yonida Candelario, maestra de la Escuela Madame Germaine Rocour de Pellerano, ubicada cerca del barrio Los Praditos.
Cuando comenzó la pandemia, Candelario terminó de impartir el curso por Whatsapp. Uno de esos días de encierro, una de sus alumnas le contó que no tenía buena señal wifi en su casa. Candelario decidió comprarle “paqueticos”, un recurso que ofrecen las telefónicas nacionales para adquirir internet con un pago único sin necesidad de tener un plan.
La profesora se encargó de indicarle a Yudelka (nombre ficticio que se adjudica a la niña para proteger su identidad) que buscara a la vecina que más cariño le tuviera. Por teléfono, la profesora le pidió a la vecina que ayudara a la menor a cumplir con los deberes de la escuela hasta terminar el año escolar porque su mamá trabajaba en horas del día. Así, Yudelka, de nueve años, logró terminar el tercer grado de básica.
Hace una semana que el MINERD dio inicio formal al año escolar 2020-2021 con una fusión entre la modalidad a distancia y la modalidad virtual. El plan consiste en impartir docencia a través de canales de televisión nacional, emisoras de radio y cuadernillos; con seguimiento desde aplicaciones móviles y digitales.
Según la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR), para 2015, de 31 mil 927 hogares, el 53.8% tenía radio, 84.5% televisor, 30% computador o tableta, 23% internet, 23.7% teléfono fijo, 88.8% celular. Cuando se realizó la encuesta, el uso de las computadoras comenzó a disminuir y la tenencia de celulares inteligentes aumentó.
Para la elaboración de la estrategia nacional, el ministerio se enfocó en que 84.8% de las personas que asistían a un centro educativo en febrero 2020, pudieron continuar con las clases a distancia durante la cuarentena a través de Internet y el teléfono móvil. Entre los métodos más utilizados para los estudios durante el confinamiento está el Whatsapp (90.2%), los cuadernillos del MINERD (26.5%), plataformas web (11.7%) y videollamadas (11%).
Rafael, que vive en Villa Agrícola, no terminó el pasado año escolar. Estaba repitiendo curso y ahora lo repetirá por segunda vez. En su casa hay un teléfono móvil disponible, el de su hermana Joely. Ella cuenta que la conexión que usan es con “paqueticos” porque nadie pasa su wifi. “Eso se paga, y el que hace el sacrificio de pagarlo, no lo comparte”.
En la Escuela Mauricio Báez de Villa Juana, la directora Ana Lucila de los Santos se está encargando de hacer una lista de los casos en condiciones especiales y con dificultad para acceder a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), radio y televisión. Quiere buscar soluciones alternativas para que esos alumnos puedan recibir las clases.
Igual pasa en la Escuela Santo Cura de Ars, Escuela Básica Salomé Ureña y en el Centro Educativo El Túnel. Si se va de escuela en escuela, el país está lleno de Rafaeles y Yudelkas.
Antes de iniciar las clases, el director del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel), Nelson Arroyo, declaró que el 67% de la población dominicana tiene conectividad “de cierta calidad”. Las estadísticas indican que un 92% de la población tiene conexión a Internet, pero la cifra sólo abarca hasta la tecnología 2G.
“No todos los estudiantes van a tener el mismo tipo de acceso. Los contextos de la escuela dominicana son muy diversos”, reconoce Ángela Español, coordinadora de portafolio de Inicia Educación.
En el Centro Educativo El Túnel, de un curso con capacidad para 25 alumnos, ahora solo hay siete inscritos porque no tienen acceso a un teléfono móvil. En condiciones normales, las aulas de la escuela tienen capacidad para 40 estudiantes.
En un esfuerzo por evadir el ruido de la bocina que instaló un predicador al frente del pequeño recinto escolar, se escucha a Junior Mercado, psicólogo escolar, suspirar y decir que en El Túnel los padres son dejados. Como solución, usan la vía de la “mochila viajera”. Envían cuadernillos casa por casa, los niños llenan tareas y al siguiente día los regresan a la escuela para que los maestros corrijan los ejercicios.
Los casos a los que se pudo acceder en Los Praditos, Villa Juana y Villa Agrícola son la punta del iceberg del escenario educativo dominicano. “Se quiere cerrar una brecha tipo ´todo el mundo igual´ con el cuadernillo y la televisión; pero queriendo poner a todo el mundo igual, se va a arrastrar más la brecha”, reflexiona la educadora Hilda Karina Abreu.
“La pandemia ha venido a revelar la gran disparidad de la educación”, Hilda Karina Abreu, educadora.
En República Dominicana, el gobierno puso a correr un programa de clases virtuales y a distancia para una población que, en gran parte, no tiene acceso a las TIC, medios de comunicación o a energía eléctrica siquiera. Con esto, opina Abreu, “resuelve la inmediatez sin pensar en políticas futuras, y le va a pasar factura”.
Con la Covid-19, la distancia entre la infancia y la educación aumenta en los cuatro puntos cardinales de República Dominicana.
Si algo ha quedado evidenciado en este esfuerzo inicial por salvar el año escolar 2020-2021, con las diversas vías par la educación no presencial, es que persisten en la República Dominicana serios problemas de desigualdad social, inequidad y exclusión.
La llamada brecha digital se ha hecho más que evidente en este ensayo, que con el paso de los días deberá ser revisado para corregir los tropiezos iniciales.