En la Tercera Resolución de la Junta Monetaria, del 19 de mayo 2016, se hace referencia al elevado monto de las cuentas por cobrar del Banco Providencial y su importancia exagerada dentro del activo total.  

Los bancos intermedian dinero tomando depósitos que convierten en préstamos e inversiones, estas son las partidas principales de sus pasivos y activos. Cuentas por cobrar altas son propias de empresas de manufactura o grandes almacenes, raramente en un banco.  Pero el problema del Banco Providencial no vino por ser atípicos o diferentes en este aspecto; llega por violación flagrante a las normas de tratos con vinculados en las entidades financieras.

La inspección de las autoridades sobre estas cuentas por cobrar determinó que quienes debían pagarlas eran los mismos accionistas que estaban llamados a gestionar el cobro.  El deudor del Banco Providencial era una empresa remesadora propiedad de la familia Hernández Bona, dueña a su vez del mismo banco que estaba supuesto a cobrarles. 

Al respecto, la resolución de la Junta Monetaria destaca que los accionistas del banco admitieron a las autoridades que era falsa la abundante liquidez que mostraban en sus estados, sobrevaluada en RD$315 millones; y que RD$430 millones que le debían los dueños de la remesadora, ellos mismos, eran incobrables porque en esa empresa tampoco había dinero. Entre liquidez inexistente y esta cuenta incobrable, los activos inexistentes suman RD$745 millones, el 77% del total de activos, situación explicada con claridad en un considerando clave de la Tercera Resolución de la Junta Monetaria:

“CONSIDERANDO que señala la Superintendencia de Bancos, que durante este proceso determinó que existían irregularidades en los registros contables que reflejaban valores ficticios en la partida de disponibilidades, por un monto de RD$314.09 millones; operaciones registradas en cuentas por cobrar que no contaban con los soportes correspondientes y/o presentaban cargos no identificados por plazos superiores a 3 meses, por un monto ascendente a RD$430.69 millones; y, cartera de créditos a vinculados consideradas irrecuperable, por un monto de RD$12.19 millones, que en conjunto representan ajustes en la partida de activos por RD$756.99 millones…”

Iván Hernández Oleaga, izquierda, y sus dos hijos, Aquiles Hernández Bona (chaqueta crema) e Ivette Patricia Hernández Bona (chaqueta roja).

Esta característica atípica de alta liquidez y cuentas por cobrar ya la presentaba el Banco Providencial en el 2014, año en que empezó a levantar la atención de los supervisores. Para el caso de las cuentas por cobrar, más propensas a ser relativamente altas en un supermercado que en un banco, los datos del portal de la Superintendencia de Bancos muestran que en el Banco Providencial éstas representaron entre un 43 y un 55% del total de activos. 

Para el conjunto de los bancos de ahorro y crédito, esta es una partida sin mucha importancia, un promedio de apenas 2.78% para las fechas seleccionadas. Pero más relevante aún es que el Banco Providencial era líder indiscutible en esta atípica partida para una entidad financiera, al corresponderle el 63% del total de cuentas por cobrar.  Si se asume que su entidad vinculada era ese deudor acaparador, fue muy eficiente la siembra de activos improductivos en el balance del banco, ya que las cuentas por cobrar pasaron de RD$299 a RD$494 millones, entre marzo 2014 y abril 2016.

Es esa situación la que también explica otros eventos como el excesivo endeudamiento con varias entidades financieras, revelado en las resoluciones de la Junta Monetaria, así como el alto costo de captación de los depósitos, propio de los esquemas donde dinero nuevo caro paga los intereses de los depósitos existentes, y los atrasos millonarios a proveedores de bienes y servicios, algunos de carácter estratégico para el funcionamiento normal de una entidad bancaria como los de sistemas informáticos, telecomunicaciones y coberturas de seguros, entre muchos otros.