SANTO DOMINGO, República Dominicana. – Desde que a la gente se le fue el miedo de padres primerizos con el Covid-19, los viajes al interior y el turismo interno han aumentado como modos de esparcimiento. Quien pasa por el malecón de Santo Domingo un domingo minutos antes del toque de queda, se encuentra con una trama que, ya que hay una “nueva normalidad”, parece una realidad paralela.

En la escena se escucha una especie de fusión musical no planificada. La bocina de un Toyota tiene un dembow en sus máximos decibeles, mientras que la de un Honda compite con una bachata. Quienes disfrutan de los dos ritmos, usan la mascarilla de arete para poder tomar una cerveza mientras hablan entre sí. Faltando 15 minutos para las 7:00, a ninguno parece preocuparle que hay toque de queda.

El toque de queda de 9:00 de la noche a 5:00 de la madrugada de lunes a viernes, y de 7:00 de la noche a 5:00 de la madrugada los sábados y domingos; entró en vigencia el 28 de septiembre. Previo a esa medida, iniciaba a las 7:00 de la noche en la semana y a las 5:00 de la tarde los fines de semana.

A diferencia de ellos, como cualquier día de la semana, un domingo pasadas las 6:00 de la tarde, al Mayor de la Policía Nacional Juan de los Santos, le toca estacionar su unidad en la avenida Winston Churchill. En lo que vehículos van y peatones vienen, de los Santos espera que den las 7:00 de la noche, hora en que la quietud domina las calles de Santo Domingo. Al menos así ordena el toque de queda que aplicó el Ejecutivo por la Covid-19.

Los ciudadanos interpretan el toque de queda como no salir a cenar, aplazar la charla con el vecino, y a guardarse en sus hogares hasta que pasen las ocho horas que se extiende.

Mientras tanto, la rutina de las unidades policiales que vigilan el ordenamiento del territorio nacional, también cambió. Noche tras noche, cuando los ciudadanos se confinan (o se deben confinar), ellos salen a trabajar.

Los agentes policiales que cubren las horas del toque de queda llegan entre las 5:00 y 5:30 de la tarde a los respectivos destacamentos. Salen a las calles a partir de las 6:00, y horas después comienzan la jornada de apresar al que viole el toque de queda y no tenga permiso justificado del Ministerio de Interior y Policía.

Tan pronto toca la hora de cierre, los vehículos carecen y solo transitan los que tengan permiso. Si no es así, se llevan al destacamento y al día siguiente se trasladan a la Fiscalía.

En violación al toque de queda, el primer día de octubre la Policía Nacional (PN) apresó tres mil 549 personas, retuvo 349 vehículos y mil 581 motocicletas. Sometió dos mil 052 personas y otras siete por rebelión a la autoridad. Las estadísticas que lleva la institución indican que esa noche cerró un negocio por violación al horario y tuvo que obligar a 104 personas a usar mascarilla.

De los Santos dice que un 95% de las personas que transitan en horario del toque de queda tienen permiso. “El 5% nosotros lo ponemos, como dicen los policías, en 4-3: preso”.

 

Para enfrentar las horas de la noche y madrugada, de los Santos cuenta entre risas que "trae su juguito y su merienda. Igual de hermético que un estudiante".

Sus circunstancias también han cambiado. Su realidad paralela no es igual a la de los que se reúnen en el malecón a mezclar dembow con bachata. Más bien consiste en no comprender cómo, si él deja su diversión y familia por cuidarlos, ellos salen a exponerse sin cuidado.